LA REVOLUCIÓN.
“Me he escudriñado a mí mismo”, dice un fragmento filosófico presocrático que describe una tarea esencial de la conciencia humana: escudriñar, preguntar. El hexagrama obtenido en la consulta del I Ching o Libro de las Mutaciones o de los Cambios chino, en estricta traducción de la versión alemana de Richard Wilhelm y prólogo de Carl Gustav Jung, es el número 49: Ko / La Revolución (La Muda).
La respuesta está en función de la pregunta anual: ¿cómo será el año para el consultante? El Libro tiene 64 hexagramas aplicables a toda circunstancia, que actúan como un creativo estímulo mental ante el dilema o la situación consultados, como un estímulo mental profundo no adivinatorio (en qué número caerá la lotería), sino oracular y abstracto (qué tendencia general, la cual debe ser interpretada, podrá determinar las cosas), y se sabe que es un libro para frecuentarse sobre todo a partir de la madurez, cuando surgen hexagramas que se desconocían o que cobran un nuevo e inesperado sentido.
La Revolución, puesta así con mayúscula, significa la eliminación de lo envejecido, sus términos guía son renovar, modificar, cambiar. El signo, dice el I Ching, se refiere originalmente a una piel animal que durante el año cambia. De ahí la palabra se transfiere a las mudas que tienen lugar en la vida estatal, “a las grandes revoluciones que se producen por cambios de gobierno”.
Desde luego hay diversos pisos o niveles para interpretar y entender las líneas del texto, que son una apelación y advertencia ética de dimensión social y política, pero también imágenes que el consultante debe traducir, singularizar para sí mismo. Resolver además una cuestión: ¿el hexagrama habla del mundo externo o del mundo interior? ¿Cuántas de estas literalidades son simbólicas, alusivas, analógicas, más del orden de la poesía, y no algo concreto que pueda considerarse como una verdadera posibilidad?
Las revoluciones políticas, necesarias a veces para “la eliminación de estados de depravación”, han de regirse por leyes determinadas que el Libro cita así: 1. Es necesario poder aguardar el momento exacto en el tiempo. 2. Debe procederse del modo adecuado con el fin de conquistar la simpatía de la población y evitar excesos y extralimitaciones. 3. Es necesario que uno sea correcto y esté enteramente libre de intenciones egoístas de cualquier índole. 4. El cambio debe corresponder a una necesidad real.
Como se ve, un modelo idealista muy lejano al esquema revolucionario occidental moderno, que exige la creación de una vanguardia dirigente minoritaria, influyente y efectiva. Otras imágenes se sobreponen: en el lago hay fuego, dice el oráculo: la imagen de la Revolución. Y así por el estilo sigue el hexagrama 49. Doctrina de la aparición simultánea: surge un oráculo que anuncia el cambio mutante para el consultante, y aparece un texto revolucionario del papa Francisco, ---“el rayo que no cesa”, como lo llama el despacho de El País tomando prestada la figura del poeta---, para contar las 15 enfermedades de la Curia, extensivas a cualquiera, en este caso desde luego al consultante que necesita lograr su mutación.
La patología del poder, el complejo de los elegidos, sentirse inmortales, inmunes, indispensables. La pereza activa, que señalan los budistas, la incapacidad de descansar. El endurecimiento mental y espiritual, el corazón de piedra que pierde la sensibilidad humana, la capacidad de amar al prójimo. La excesiva planificación y la rigidez, el encierro en las posiciones propias, estáticas e inamovibles. La mala coordinación, la ausencia de colaboración. El alzhéimer espiritual. La rivalidad y la vanagloria. La esquizofrenia de una doble vida. La maledicencia y las habladurías. Las ambiciones de ascenso desmedidas, la indiferencia hacia los otros, la amargura en el trato, la avidez material, los círculos cerrados, el aprovechamiento egoísta.
La lista misma es una operación analítica de gran calado, una profunda revolución conceptual y ética dirigida a la sanación de la época. Revolución, entonces, es un acto donde la conciencia debe ver sus patologías, los nudos inmóviles de la conducta. ¿Qué quitar? Autoconceptos, reafirmaciones, protagonismos inútiles. El arte de la restricción. Aceptar, con Marlowe, que la naturaleza crea nuestras almas para que éstas comprendan la prodigiosa arquitectura del mundo. Un cambio de piel.
Fernando Solana Olivares
0 Comments:
Post a Comment
<< Home