LA OTRA HISTORIA / I.
Invitado a hablar por el mismo Umberto Eco en la presentación de su novela El péndulo de Foucault realizada el 5 de noviembre de 1989 en Nueva York, cuando aquél se enteró que estaba entre el público, Ioan Culianu, el brillante especialista rumano en magia renacentista, entre otras disciplinas, opinó entonces que la obra del semiólogo italiano exponía noveladamente cómo una mala interpretación se convierte en una realidad más real que la verdad cuando un número suficiente de personas la cree: “Nada demuestra este principio mejor que el holocausto. Cuando las mentes enloquecidas están en sincronía, crean una realidad alternativa, matan por razones inventadas, encuentran razones para actuar haciendo de sí mismos un punto fijo en el universo”.
En uno de sus libros principales, Eros y magia en el Renacimiento (Siruela, 1999), Culianu indaga extensamente los mecanismos mediante los cuales, en palabras de uno de sus comentaristas, la mente humana inventa mundos y los hacen tan reales que se vuelven, efectivamente, reales. Y los magos-filósofos y sus juegos mentales estudiados por él (Giordano Bruno, Pico de la Mirandola y Marsilio Ficino) encarnan la construcción de una ciencia del imaginario que anticiparía no solamente el ciberespacio sino también, y a pesar de ellos, muchas de las formas organizadas del control de la conciencia colectiva en la actualidad. Una magia entendida no como vulgares y esotéricas prestidigitaciones sino como el conocimiento y la manipulación del mundo profundo de la imaginación que conecta entre sí lo consciente y lo inconsciente, lo cósmico y lo individual, de un modo hoy ignorado por la mentalidad contemporánea, analfabeta simbólica y además analfabeta metafísica, según el autor.
En ese libro, Culianu afirma que el cambio histórico ocurre por mutaciones, no por evolución, y a través de fuerzas que están ocultas para los mismos actores de ese cambio, una “visión cuántica”, explica Ted Anton en su indispensable libro sobre este pensador excepcional: El caso del profesor Culianu (Siruela, 2000), en la cual las tensiones se producen una y otra vez hasta que hacen estallar la cultura: “durante esos períodos de crisis, los dirigentes políticos confunden los efectos con las causas, las viejas definiciones como ‘derecha’ e ‘izquierda’ se convierten en sus contrarias, y las instituciones actúan de forma completamente atípica”.
La civilización occidental moderna en conjunto significa, para este sucesor de Mircea Eliade ejecutado cobardemente por el fascismo policiaco rumano en la Universidad de Chicago a los 41 años, el producto directo de la Reforma luterana y sus variantes, las cuales determinaron tanto el ámbito protestante como el católico. Los ideales del Renacimiento fueron destruidos, aquella poderosa concepción que veía el mundo natural y social como un solo organismo espiritual en el que sucedían “intercambios permanentes de mensajes fantásticos” quedó proscrita. La Reforma prohibió el ejercicio de la libre imaginación y proclamó la necesidad de extinguir “la naturaleza pecadora” de los seres humanos.
Esta “gran censura del imaginario” condujo al desarrollo de las ciencias exactas y la tecnología, al surgimiento de las instituciones modernas y, en un nivel psicosocial, a “la aparición de todas nuestras neurosis crónicas, debidas a la orientación demasiado unilateral de la civilización reformada, a su rechazo radical del imaginario”. Vivimos todavía, afirma Culianu, una prolongación secularizada de la Reforma, en la que aun cuando los valores eclesiásticos represivos hayan perdido su eficacia, todavía subsiste la acrítica y extendida oposición teórica y práctica a la certeza renacentista de un universo vivo, desde las interpretaciones culturales y científicas que organizan y determinan nuestra percepción de la realidad.
Culianu utilizó el método de la complejidad proveniente de Edgar Morin para conocer la historia: no ver el fenómeno hacia atrás y emitir una “verdad”, sino hacia delante, examinando todos los participantes e instituciones---iglesia, gobierno, economía, poder judicial, medicina, folclor, literatura, etc.---, siguiendo todas las versiones posibles de un acontecimiento, considerándolas todas simultáneamente verdaderas. Afirmaría que debe entenderse el poder de la mente y la memoria individual y colectiva sobre la percepción, que la gente está programada como los robots, que “el espacio para el desarrollo del espíritu se vuelve cada vez más exiguo”.
Fernando Solana Olivares.
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