SIGNOS ASUMIDOS.
1. Hace cuarenta años ocurrió el golpe de Estado militar en Chile que asesinó a Salvador Allende (o lo forzó al suicidio, también una forma del asesinato) y desató un terror represivo sin parangón con otros regímenes militares y autoritarios en Latinoamérica. Si el recuerdo es una premonición, como querría Walter Benjamin, la mirada retrospectiva sobre un hecho histórico produce la inquietante sensación de fatalidad, pues aquello que entonces germinalmente se mostraba y pudo ser impedido, el huevo de la serpiente, ahora es una realidad hegemónica inevitable que se legitima por sí misma al cuestionable modo hegeliano: todo lo real es racional, todo lo racional es real. O dicho en pensamiento único: si así sucedió es porque así debía suceder.
2. La desorbitada violencia del pinochetismo, su furioso odio destructivo, sus torturas demenciales e inhumanas, la sangrienta persecución de cientos de miles de opositores, la abrogación por la fuerza del voto democrático de millones de chilenos, todo ello fue parte de un proyecto económico ultraliberal que se impondría a sangre y fuego desde ese 11 de septiembre de 1973 luego del cobarde bombardeo a La Moneda. Es la doctrina del shock por partida doble: paralizar a la población mediante el miedo atroz de la represión para que acepte la depredación económica que a continuación seguirá (desregulación jurídica a favor del capital criollo y transnacional; privatización indiscriminada de todo aquello que prometa ganancias; disminución drástica del gasto público en áreas de obligatoriedad estatal como salud, educación, empleo, vivienda), sin oponer resistencia alguna.
3. Sólo la distancia permite darle dimensión y sentido a lo que en su momento pudo parecer una mera retórica de circunstancias. Las últimas palabras de Allende cobran vigencia mientras el tiempo pasa y el horror económico político del ultraliberalismo parece estar todavía intacto, cuando menos en nuestro país, último laboratorio de pruebas de un tecnocrático nihilismo voraz que continúa empeñado en privatizar y arrebatarlo todo. “Mucho más temprano que tarde, de nuevo, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, dijo el presidente inmolado por el capitalismo salvaje anglonorteamericano, la burguesía nativa y la traición militar. Cuatro décadas después, sin embargo, la invocación profética de Allende acaso está más cerca de cumplirse que antes. Soplan vientos de fronda en todo el planeta y signos múltiples anuncian el final de una época histórica. Aún en México, este país de los retardos, las dilaciones y las demoras.
4. Jean Baudrillard afirma que después de la utopía viene la reversibilidad. La marcha de la historia ha abandonado el sendero que durante los siglos del racionalismo materialista la llevó hacia adelante. Agotadas cultural y filosóficamente, las sociedades posmodernas encaran el rostro que Marcel Duchamp veía en la modernidad: la libertad para ser indiferentes. Según los antiguos griegos, el ser humano era deilón (lo mísero) y deimón (el talento extraordinario) al mismo tiempo. En esa dicotomía está cifrada la limitación humana lo mismo que su posibilidad. Si bien la miseria de lo humano crece exponencialmente en nuestra época, del mismo modo afloran talentos extraordinarios que quizá representan lo que vendrá, los comienzos de lo nuevo: retaguardias de hoy que serán vanguardias mañana. Su libertad consiste en no ser indiferentes.
5. La consonancia informativa es parte indispensable de la construcción del consenso. Por eso el guión narrativo del desalojo de los maestros de la CNTE del Zócalo capitalino fue tan uniforme y repetido entre los medios electrónicos, que alabaron la intervención policiaca como un quirúrgico ejercicio de “limpieza”, como una “recuperación” en beneficio de las mayorías. Imponer un punto de vista único ante un fenómeno social de múltiples consecuencias forma parte de la aplicación de una idea fija, “diríase maniática” (Viviane Forrester): la obsesión de allanar el terreno para el juego sin obstáculos de la rentabilidad, cada vez más abstracta y virtual, más cosificante e inhumana. No es una fatalidad sino una imposición que intencionalmente se confunde con la historia.
6. La dictadura ultraliberal, que da “prioridad al lucro por encima de los seres humanos”, es una imposición no declarada. El tiempo histórico se compone de dos cuentas: la larga y la corta, que hoy confluyen y se tocan. Aunque no hay límites para lo que pueda suceder, debemos entender de otro modo lo que viene aconteciendo: “sólo relaciona”, sigue siendo el método para saber.
Fernando Solana Olivares.
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