ILUMINACIONES PROFANAS.
La retirada es un signo de fortaleza, dice el I Ching. Asumámoslo. Debe entregarse un premio literario de poesía y cuento en unos juegos florales que cumplen ciento diez años. En el acto siempre hubo reinas que obsequian a los laureados una flor natural. Esto es decorativo, lo esencial es la pequeña continuidad de ya más de un siglo donde se han premiado doscientos veinte autores.
¿Qué va a decir la reina inexpresiva? Que está muy honrada de entregar dicha flor olímpica al lenguaje, casa del ser, justamente entre la comunidad imaginario-emocional de la casa suya, ella, una joven linda, presencia femenina en esa comuna misógina, ella, rutilante y enigmática, indicador simbólico viviente de lo que carece el lugar: lo femenino. Pero calladita, como dicen ellos que se ven más bonitas. Hay brujas, muchas y de todas las edades en un pueblo mágico, ¡órale!, dijo el mismo pueblo cuando fue designado así, pero las mujeres malas de malalandia, producto al fin de la secuestración histórica de lo lunar, de lo no perturbado, de lo oscuro, de lo transitivo, de lo adaptativo, de lo lateral, esas no dejan de surgir. Uno no cree en brujas pero las hay.
La reina va a decir que la reunión de la belleza y la palabra bella es un tambor que toca dos veces. No, en cambio, que en vez de vírgenes protectoras, de la gran diosa, su deidad subordinante es un Cristo doliente y escarnecido, asustante y torturado, ante el cual, puesto en el escenario laico del teatro, la promotora de su presencia ahí anuncia exaltada que es donde la imagen quería estar porque recién se lo comunicó a ella misma, ¡oh!, responde el público ante el milagro, cantando en honor de la figura, de sus administradores, de su red de poder.
Pero que la reina no se refiera a eso, que deslice suavemente en el mismo escenario y en más grato día la noticia de que existen las diosas blancas como ella y su condición que son una junto con sus dos jóvenes princesas sentadas a los lados. Será importante que lo diga, cuando el país se está viniendo abajo. La diosa blanca debe regresar al corazón de la fe para desplazar semióticamente a esta deidad humillada, representación de lo divino que subleva a tantos por fragmentaria, manipulatoria, clerical. La pena idólatra.
Después hablará de lo desatado y preguntará si todavía sirve el estado mexicano. Todos los poderes que lo retan lo han puesto contra la pared. La erosión de los estados nacionales diseñada por el neoliberalismo más la disfuncionalidad inepta y corrupta de los políticos más la doble inmoralidad mexicana más el perverso imperio unipolar limítrofe más la construcción del consenso mediático hegemónico más la época kali-yuga edad oscura. Será un riesgo para la reina, dulce Casandra aguafiestas, informarle al respetable que el planeta está en la condición del restaurante donde el mesero anuncia que ya se terminó, que venimos de regreso del pico de producción petrolera, que la época de energía accesible y barata, nuestra adicción civilizacional al combustible fósil iniciada hace décadas finalizará pronto, que el mismo pensamiento que engendró los problemas no puede servir para resolverlos. No dirá que se impone un cambio radical de paradigma, para no confundir al público con palabras desconocidas, pero eso es lo que dirá.
Además, comentará ante ellos que no hay más tiempo para dar este giro, al que llaman resiliencia, un concepto referido a la habilidad de una comunidad para no colapsar frente a la falta de energía o alimentos y responder a estos choques externos. Comunidades diversas, descentralizadas, autónomas y flexibles, las cuales si una parte es destruida no se afecta todo el sistema, existen diversas soluciones creativas en respuesta a las circunstancias locales, pueden resolver sus necesidades básicas sin costosos transportes, las grandes infraestructuras y burocracias son reemplazadas por soluciones adecuadas a la realidad local. Le dará apenas ocasión de mencionar tres características de los sistemas o comunidades resilientes: la diversidad de quienes las forman, de sus funciones, conexiones, respuestas e información procesada; de la modularidad que multiplica y descentraliza las conexiones dentro de la comunidad; de una distancia causa-efecto corta, propia de gobernanzas descentralizadas, para que los integrantes sean capaces de ver lo que ocurre a su alrededor y actuar oportuna, adecuadamente.
Después de dicho discurso, la reina deberá guardar silencio y entregar la flor natural.
Fernando Solana Olivares.
5 Comments:
"Decorativo", sólo para eso sirvió la reina, de artefacto decorativo, que pena.
Lo femenino mostrado como ínfimo. Esa mujer debió estar en los asientos para el público, como todos los demás. En cambio estaba ahí, como un adorno más del escenario, esperando a dar un premio que no le compete a ella entregar. Debió hacerlo un buen escritor, uno laguense, pero ella no, porque su gran meta es llegar a Televisa San Ángel. ¿Así o más jodido?
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Fue justo esa "reina" por quien no soporté permanecer en el acto hasta el final, estaba tan camuflada con la decoración rígida del lugar que por momentos perdí la noción de que si quiera estaba ahí. No, no era sólo el aspecto decorativo de la celebración sino que representaba una analogía desgarradora de lo que es lo femenino en este pueblo; así, calladita esperando su turno y en el rincón del escenario...
... y si mueves a la reina se desquicia el tablero de ajedrez.
... y si mueves a la reina se desquicia el tablero de ajedrez.
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