Sunday, June 23, 2013

FLECHAS EN EL BLANCO.

1. El médico y psicólogo Maurice Nicoll, un importante pensador muerto hace sesenta años, asumió como propia una definición axiomática para muchos: “el nivel de ser de un hombre atrae su propia vida”. Por ello, en una carta escrita en 1941, insistió a su corresponsal en la idea de que la historia tanto colectiva como individual tiende a repetirse. “Mientras no se produzca un cambio en el nivel de ser, la historia personal de un hombre seguirá siendo la misma. Todas las cosas se repiten en su propia vida: dice las mismas cosas, hace las mismas cosas, lamenta las mismas cosas. Y todo ello pertenece a la inmensamente profunda idea de que el nivel de ser atrae su vida”. 2. Lo mismo, tiempo atrás, escribió su compatriota D.H. Lawrence desde la Oaxaca maravillante e inevitable de los años veinte del siglo pasado: “La gente no cambia nunca, nunca, nunca. Esa es la calamidad”. 3. En uno de sus análisis hermenéuticos sobre las parábolas evangélicas, para él no un compendio de reglas arbitrarias o preceptos morales sino un juego de mapas y orientaciones mentales, Nicoll explicó el significado psicólogico del mirar o volver hacia atrás contenido, entre otros, en el relato bíblico de la mujer de Lot, como una referencia de la esterilidad interior: “Las enfermedades o males que produce este retiro o regresión en el cuerpo-del-tiempo (la propia existencia) se debe a que el espíritu interno falla. Pues el espíritu ha de seguir luchando, ha de continuar, sean cuales fueren las dificultades externas”. 4. No es una amnesia ni una innovación constantes ---patologías de la sociedad consumista--- sino una discriminación entre la comprensión vieja y la nueva, un discernimiento entre el pasado idealizado, entre la mente literal detenida (Swedenborg diría: lo maternal) y las nuevas categorías para pensar de forma superior o más profunda la lucha entre la comprensión interna y la externa: “No significa un movimiento hacia ningún mañana. Es un movimiento hacia lo íntimo, hacia una experiencia más profunda, hacia una mayor integridad y pureza de visión, hacia una calidad y no una mera cantidad”. 5. En la cromática budista tibetana se dice que el color granate del hábito protege a su portador del frío, que el color azafrán del ropaje interior lo resguarda del calor y que los ribetes azules de la vestimenta son un ojo de elefante que siempre mira hacia el frente, como los monjes deben actuar. 6. La compulsión a repetir conductas síquicas y prácticas de vida se refiere, también, a la incapacidad para discernir entre el entendimiento, que es externo al ser, y la comprensión, que es un proceso interior. Las intrigas, los celos, las ambiciones de poder, la ansiedad, la subjetividad mental egolátrica y toda suerte de emociones negativas son simbolizadas como las espinas que ahogan la simiente. Por ello la sufriente corona del Cristo crucificado representa, según Nicoll, la condición mental de los seres humanos, “ahogados por sus propios intereses”. 7. La psicología de la transformación propia requiere la asunción de un término que el moralismo eclesiástico ha explotado para su propio afán de poder: el arrepentimiento, la metanoia, cuyo sentido no es el de la confesión de los pecados delante de un intermediario religioso y la penitencia mecánica subsiguiente, sino un cambio en la manera de pensar, una transformación de la mente. Entonces, afirma Nicol, adviene en la persona ese misterioso Reino de los Cielos que existe en su interior psíquico, no como un lugar metafísico sino como un estado concreto de la conciencia: “Se transforma todo el sentido de la vida y de cuanto a uno le ocurre; todas las tragedias, todo el secreto descontento, los pensamientos dolorosos y la sensación de fracaso, todo queda transformado”. 8. Lo mismo sucede con la palabra Fe, que no significa creer dogmáticamente sino desarrollar otra clase de pensamiento. Afirma Nicoll que “la fe es necesaria para abrir aquella parte de la mente que los sentidos no pueden abrir”. No solamente es una convicción de una dimensión de lo real no visible sino una base mental para alcanzar otro mundo de relación y de valores. 9. La transformación es la meta del ser humano. Ocurre mediante la comprensión y otorga sentido al estar en el mundo. Nicoll asevera que Dios es significado, pero que si dicho término, un campo semántico inagotable, perturba a la persona, entonces puede quedarse nada más con la palabra significado. Será suficiente para leer lo habitual de otro modo, mirar lo de siempre distinto y otra vez. Fernando Solana Olivares.

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