Friday, May 03, 2013

ULISES EN LAGOS.

La escritura es un filo de navaja, sobre todo cuando vuelve uno a leerse a sí mismo. Caer y levantarse: para nosotros sólo cuenta el intento. Hágase el intento. Vino La Valentina Teatro al Rosas Moreno a presentar El viaje de Ulises, teatro denominado para niños pero no. O sí, y siendo así, asombroso. Uno: el milagro escénico en cuanto tal. Dos: la historia representada. Tres: su planteamiento teatral. Cuatro: la austera y poliédrica escenografía de papel y cartón. Cinco: el autor homérico, el rapsoda. Seis: la dramaturga contemporánea, Verónica Maldonado. Siete: los actores, Circee Rangel, Karla Constantini, Jesús Hernández, Alberto Sigala. Uno: el milagro escénico. Se abre el telón y el tiempo se suspende, caja mágica que será mar, ribera, montaña, cueva. Suspéndese el principio de incredulidad entre el público, compuesto por niños y algunos adultos. El foro imanta, focaliza la atención difusa en medio de una energía que permanecerá durante toda la representación. La alteridad de lo teatral se impone. Dos: la historia representada. Se funden las dos obras homéricas, La Ilíada y La Odisea, que son narradas en contrapunto con la historia contemporánea de un huérfano, Ulises, cuyos padres han sido desaparecidos por el crimen organizado, poder informal en el pueblo familiar de origen, y su victimación ha sido ignorada por la justicia. El niño es el héroe temprano que debe vivir peripecias y alcanzar reconocimientos, trazado bajo la poderosa sombra sucesiva del otro Ulises, el Mañero, enemigo de Poseidón. Tres: su planteamiento teatral. Una intervención en un texto clásico cuya vuelta al origen homérico para representarlo en el contexto mexicano le otorga profunda vigencia: el mito y sus acontecimientos violentos, perturbantes, se repiten hoy en simetrías tan inesperadas como graves. Y esperanzadoras por el destino heroico de los dos Ulises, el náufrago y el huérfano. Cuatro: la austera y poliédrica escenografía de papel y cartón. Multifuncionalidad del teatro pobre, su laconismo abundante, prueba de refinamiento mayor, como aquella comedia del arte que llevaba consigo los trastes de su oficio. Lección estética dirigida a la imaginación: las cosas son sugeridas al público que mira en su mirada admirada texturas y volúmenes, movimiento y acción. Toda imagen es una acción, diría el clásico. El Caballo de Troya, las máscaras guerreras griegas y las deidades son acciones de representación económica: pocos medios, mucho alcance. Cinco: el autor homérico, el rapsoda. Es una estirpe de cantores, dicen unos. Fue un bardo ciego sin orígenes, citan otros. Siendo el fundador de la literatura, su libro doble es canónico. Como está sometido a la lectura de las épocas resulta mutacional. Sin embargo, Homero ha hecho a los dioses el don de la vida, sin él nada serían. Y su estructura escritural interna se gobierna por la ley del contraste y por el tempo lento. Seis: la dramaturga contemporánea, Verónica Maldonado. Imperativo orgánico del teatro es poner en escena el tiempo presente. La poderosa vivificación cognitiva sobre la realidad que sucede: violencia, crimen, desaparecidos, lestrigones opresores, silencio a vencer, miedo por derrotar, preguntas por hacer. Velocidad letárgica: una obra que hoy mismo también transcurre como desde hace miles de años acontece. Su elegante pavor dramático quizá consiste en tal duración. Siete: los actores, Circee Rangel, Karla Constantini, Jesús Hernández, Alberto Sigala. La primera de ellas proviene de la pedagogía teatral de Ludwik Margules, nuestro gran señor del escenario, y tal impronta de excelencia y rigor queda evidenciada en la capacidad histriónica del pequeño grupo, capaz de transmitir los términos de una historia doble y única, arcaica y actual, polimórfica, capaz de conmover a espectadores infantiles y adultos absortos en el universo paralelo de la representación teatral y la catarsis trágica. El drama nacional de la descomposición sangrienta, de la violencia criminal es al cabo una resonancia. Dicho contraste, ese juego de estupefactos espejos. Parafraseando al divino Ulises podría decirse: ya todo lo sabemos, tengamos cuidado. No están en él las glorias olímpicas del poeta griego pero sí sus incesantes lecciones existenciales: el héroe es quien encara su destino y actúa según se presenta, quien lo comprende como algo incomprensible y al fin lo vence siéndole fiel. La curación mediante el teatro, la curación mediante Homero. Fernando Solana Olivares.

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