Friday, March 08, 2013

LA PUERTA ABIERTA / y III.

El quinto fascismo diseccionado por Boaventura de Sousa Santos ----no un régimen político sino una opresiva ideología social y civilizatoria, como ya se dijo, “un estado de excepción que se autodefine como normalidad democrática”--- es el fascismo financiero, la forma global más virulenta y destructiva en esta posmodernidad atroz que se oculta a sí misma tal condición empleando un doble lenguaje. Ese conjunto de instituciones y lógicas de intervención del capitalismo financiero global, dominado por la ansiosa compulsión del cortoplacismo y la patológica usura de la máxima rentabilidad, representa “la forma más pluralista del fascismo social porque es comandada por una entidad que verdaderamente no existe, pero que, contradictoriamente, está presente de manera simultánea en todos los cantos del mundo: ‘los mercados’.” Santos señala que el fascismo financiero puede destruir en pocas horas o semanas las economías y las expectativas sociales de países enteros, como lo ha hecho en Asia, en Latinoamérica y ahora en el sur de Europa. Entre sus muchas formas operativas están las agencias de rating, de calificación financiera, que determinan la estabilidad de las economías nacionales sin importar los criterios arbitrarios en que fundan el nivel de riesgo otorgado. “Estas agencias ---escribe Santos--- no fueron elegidas por nadie, pero las democracias de baja intensidad les obedecen con más fidelidad que a una sentencia de la Corte Constitucional del país”. He aquí la paradoja: quienes gobiernan verdaderamente en el mundo actual son instancias supranacionales y antidemocráticas del capitalismo financiero que “resuelven” mediante la devastación social aquellas crisis que intencionalmente provocan. “Armas de destrucción masiva”, las llama el autor. Siguiendo la definición de Mark Horkheimer, Santos escribe que la irracionalidad de la sociedad actual reside en el hecho de que ha sido producto de una voluntad particular, la del capitalismo, y no de una voluntad general, “una voluntad mancomunada y consciente de sí misma”. Así, las grandes promesas de la modernidad han sido sistemáticamente incumplidas: la igualdad, la libertad, el dominio de la naturaleza. Vivimos en una sociedad dominada por el hábito de proclamar principios para así no sentirse compelida a obedecerlos. Decir es la sicótica sustitución del tener que hacer. Los poderes hegemónicos que rigen la sociedad de consumo y la sociedad de información nos han convencido de que no hay ruta alternativa o diferente ante el estado de las cosas. Un posmodernismo celebratorio se ha instalado en el pensamiento común y tres grandes posiciones colectivas son visibles hoy: los defensores del sistema, los indignados y los que prefieren mirar hacia otro lado. La propuesta de Santos puede definirse como un “un pensamiento alternativo de alternativas”, una pluralidad de ecologías, brújulas provenientes de una posmodernidad de oposición que se enfrentan al saber monista y cerrado propio de la modernidad. Cinco tesis y antítesis que sucintamente son las siguientes, según Monedero: 1. Monocultura del saber (ciencia occidental y alta cultura canónica) frente a una Ecología de saberes (no hay ignorancia ni saber en general, todos saben e ignoran algo). 2. Monocultura del tiempo lineal (un sentido de la historia que guiaría las ideas de progreso y modernización) frente a una Ecología de tiempos (los otros son contemporáneos, así su cultura se califique como anacrónica). 3. Monocultura de la clasificación social (que define y jerarquiza construyendo desigualdades) frente a una Ecología de los reconocimientos (que democratiza todos los saberes y rechaza la superioridad de cualquier raza). Monocultura de la escala dominante (lo global sobre lo local) frente a una Ecología de las transescalas (lo local que tiene entidad e identidad al margen de los mercados globales). Monocultura del productivismo (el crecimiento económico como único objetivo del sistema capitalista) frente a una Ecología de la productividad (sistemas alternativos de producción respetuosos de la naturaleza). La propuesta de Santos es la de una justicia cognitiva que piensa para transformar y rechaza el conocimiento normativo impuesto, construyendo un conocimiento liberador crítico, un optimismo trágico o un pesimismo esperanzador donde no hay respuestas definitivas sino un esfuerzo colectivo civilizatorio que supere los escenarios tenebrosos de hoy y mañana. “La puerta está abierta”, diría Epicteto. Fernando Solana Olivares.

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