HOY ES LUNES / I.
Y ya es abril, porque el tiempo líquido avanza con rapidez. A dónde va, nadie puede saberlo. Ese conocimiento está prohibido para los seres humanos. Uno puede confundirse, como sucedió a Macbeth, engañado por la verdad futura que le contaban las brujas, pero el futuro es incógnito. El pasado es conocido, sin embargo, y marzo fue el mes más cruel, más loco, más brillante.
Todo comenzó por un encargo extraño, pendiente karmático, pues de otro modo no podría explicarse lo que uno debe hacer para llevarse el pan a la boca. Diseñar la celebración del cuadragésimo cincuenta aniversario de fundación de la ciudad ajena, un no pequeño detalle. Elaborar un proceso cultural para que el imaginario público se introdujera en el tema, tan lópezvelardiano, de la historia que está detrás de nosotros y vuela mirando hacia atrás.
Hubo de todo: en un teatrito centenario, tacita de plata, cinco monólogos disolventes, uno de los cuales, el mero inaugural, sobre una princesa primero y luego un anti-principito desharrapado y de la calle, ángel vitriólico y drogo que muestra la miseria y la corrupción política al muy divertido público, a continuación un poco menos pero igual, pues la obra y la interpretación son buenas, inesperadas, altamente teatrales. Encierran una fuerte crítica.
En las largas colas para entrar a los más de cuarenta, cuarenta y cuatro eventos, la gente fue tanta que alguna quedó afuera del pequeño teatro Rosas Moreno, de sólo cuatrocientos diez asientos, y se encabronó, también por la norma educativa impuesta de cerrar las puertas iniciada la función de lo que fuera a presentarse, apagar celulares y no introducir líquidos o comida. A los conciertos públicos, en cambio, pudieron asistir centenares. Hubo la magia musical de Jaramar y la buena vibra agradecida ---“¡viva la cultura incluyente!”, gritaban al iniciar--- de LadyMan, la banda rockera laguense, además de música culta, música sinfónica, danza contemporánea, bailes folclóricos y la cereza de un pastel provinciano y poderoso, el coro monumental mixto de cuatro primarias dirigido por tres hermosas maestras de veinte años y un joven músico tan energético como ellas. Arriba, en las escalinatas de la parroquia donde los niños cantan delante del pueblo mientras ellas y él los dirigen, un mariachi toma la tarde del día final luego de veinte jornadas intensísimas que ese coro clausura, históricamente coherente pues concentra toda la centenaria iconografía de la mentalidad común, esta vez derivada hacia la febril, alegre y sorpresiva celebración: fluido ininterrumpido en constante movimiento
¿Cómo se hizo? Con lo necesario: programación, logística, información horizontal, al modo en que opera una productora teatral. Con gente joven y otra muy joven: dos asistentes universitarias de veinte años y tres ayudantes generales de dieciocho, una graduada en filosofía de veintitantos, una chica directiva del ayuntamiento de treinta, una administradora de treinta y tres, un multifuncional diseñador gráfico que generó carteles y tarjetas en varios cientos para cada ocasión ---intervención semiótica de la imagen pública--- de veintitantos, un caído del cielo productor de escasos treinta. Equipo funcional y predominantemente femenino: para que todo trabaje bien sólo así puede ser. Mandar a muchos es como mandar a pocos, enseña el manual chino de estrategia, cuestión de organización.
Hubo de todo: a Dante Velázquez y Berónica, su esposa, y a la pequeña hija de ambos los amagaron con armas de fuego al regresar a su casa en Guadalajara, después del encuentro de poetas Francisco González León que concentró a treinta y tantos escritores de Jalisco, más una suma casi triple de personas que subieron al quiosco del Jardín Central un domingo por la mañana a leer poesía suya o de alguien más. (Una revelación: Diana Narváez, ácida poeta de diecisiete años haciendo polvo con sus líneas directas y novísimas el costumbrismo lírico local o la subjetividad chauvinista: odio los domingos, odio la misa, etcétera.) Acaso esa fuerza de la palabra poética protegió a la pareja durante el atropello. El estreno mundial de una película delirante filmada en la ciudad fascinó a los asistentes y al día siguiente volvió a hacerlo exhibida en pantalla monumental al aire libre. La ciudad representada en la representación: oh sorpresa.
Hubo de todo. Un llamativo acto de contra-filisteísmo, por ejemplo, como si un personaje de Flaubert de pronto saliera de la novela para hacer otro papel donde enmienda el que le está escrito. La vieja obrera premiada en la feria agrícola.
Fernando Solana Olivares.
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