ESTRATEGIAS DEL DESENCANTO / II
Esta sociedad amnésica. Un poeta ahora inadvertido habló del predominio fatal de dos tendencias: el partido de la Memoria y el del Olvido. La novedad, una deidad más de nuestro momento horadado por vacíos que deben llenarse, representa en sí misma un valor. Y descansa justamente en el sobre-aprecio mediático de lo que surge y en la desvaloración cultural de lo ya originado. Recuérdense las formas de la manipulación expuestas por Chomsky, cuyo fundamento también proviene del olvido: la estrategia de la distracción o el montaje teatral; la creación de problemas para después ofrecer soluciones; la gradualización de las dificultades sociales; la táctica de diferir soluciones; el trato a los ciudadanos como si fueran menores de edad; la utilización de aspectos emocionales en lo público antes que formas reflexivas; el mantener a las personas en la ignorancia y la banalidad para hacerlas complacientes con la mediocridad; el reforzar la auto culpabilidad de la gente; el conocer al individuo mejor de lo que éste se conoce mediante manipulación neurobiológica. ¿Solución? El recuerdo anacrónico. Volverse ana-cronos. Y desprenderse de aquellos pensamientos que nos piensan. Cambiar de estado mental como se cambia de piel.
La muerte del patriarca. La anacronía del comandante Fidel Castro llegó a su fin precisamente en el comienzo del epílogo de una época que ya no mirará, con ese Goliat su enemigo histórico ahora henchido de prepotencia, proteccionismo y demencialidad. Muere nonagenario y lúcido, como si hubiera sido un santo. Era insoportable para muchos por antidemocrático y autoritario, por caudillesco y discursivo hasta el delirio, pues no hay quien pueda hablar y hablar sin ahogarse en el lenguaje. Su único y suficiente legado fue liberar a Cuba de la prostitución gringa y de los bajos instintos del imperio enfermo, desarrollar bienes sociales como la medicina preventiva, la educación gratuita de excelencia, la lectura generalizada, la solidaridad geopolítica. Y haber resistido todas las conspiraciones, invasiones, asfixias económicas y bloqueos, intentos de asesinato y asedios imperiales, plasmando así la épica de una isla irreductible dirigida por un tirano en medio de nuestra cobarde modernidad masificada del pensamiento único y el capitalismo patológico, con su horror económico creciente y sus poblaciones cada vez más prescindibles. ¿Lo absolverá la historia? Desde un punto de vista heterogéneo o políticamente incorrecto por antidemocrático, pero tan humano y real a pesar de ello, podría apostarse que sí.
Acerca de las otras vías. Hace algunas décadas, tantas que en este tiempo febril parecieran siglos, el economista y pensador E. F. Schumacher introdujo un concepto vigente aún: Lo pequeño es hermoso. En el libro de este título proponía una economía no budista y no violenta que cooperara con la naturaleza en lugar de explotarla, interesada y comprometida con la escala humana, con la calidad del trabajo bien hecho. Una economía de la permanencia sostenida en principios ecológicos y, si no sonara ingenuo decirlo, en una tecnología con rostro humano. Son dos opciones en la encrucijada: un sistema materialista que mide el nivel de vida por la cantidad de consumo y un sistema de economía que este pensador llamó budista porque se sostiene en dos conceptos provenientes de aquel sistema de pensamiento: la vida correcta y el camino medio.
La ideología económica y tecnológica no reconoce ningún principio auto regulador. Al contrario de la economía depredadora del capitalismo neoliberal, los sistemas naturales son orgánicos, auto equilibradores y auto correctivos. La tecnología actúa como un cuerpo extraño que ahora comienza a vivir crecientes síntomas de rechazo, el cambio climático es uno de ellos. Schumacher señala la diferencia entre la ciencia de la comprensión y la ciencia de la manipulación. La primera recibe el nombre de sabiduría, la segunda sólo busca el poder.
Traerlo a cuento ahora es una utopía. O es el anuncio de que las retaguardias de hoy serán las vanguardias de mañana. O significa también que hay pensamiento suficiente para cabalgar al tigre de la época, otros caminos civilizacionales que tal vez, entre tantísima mierda, puedan transitarse ahora o después de la catástrofe, cuyos signos, liberadores para algunos, ya están enfrente. Concomitantes, diría el gongorino. O a la vuelta de la esquina histórica, como se pueda ver. Todo fin de un mundo es el fin de una ilusión (Guénon).
Fernando Solana Olivares
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