ARQUEO DEL ANTAÑO/II.
Las confusiones. El discurso amoroso de López Obrador equivoca la escena, pero acierta en la sustancia. Aunque ésta es tan amplia que va mucho más allá de lo político. No puede proclamarse la búsqueda de una república amorosa, pero sí la construcción de una nación justa, segura y fraternal, la cual acaba siendo un sinónimo de aquella. Sin embargo, la polémica expresión tiene otras dos características: una menor, se habla de ella, y otra mayor, está inscrita en las menciones y vislumbres de López Obrador sobre temas que por primera ocasión han sido dichos en la batalla electoral: un cambio cultural, moral y hasta espiritual, como único antídoto contra la disolución del país. Y en toda la evanescencia de la sobreexposición televisiva y mediática de estas berlusconianas elecciones, muchos riesgos y tantos desgastes todavía lo acechan. Desde un corrimiento exagerado al centro opinativo, táctica que desdibujaría su sentido político ya diferenciado, su otra propuesta de gobierno incluyente y mayoritario, hasta la reticencia para asumir como agenda pública propia la reivindicación de las víctimas de la sangrienta guerra interna, o eludir una toma de posición enfática ante el autoritarismo estatal y militar que avanza de facto, o no tratar el consumo de drogas como un asunto de salud pública antes que penal, entre otras premisas esenciales, y sí, impopulares para un mercado electoral rutinario, conservador, mentalmente controlado, compuesto por consumidores y no por ciudadanos. No abona en su favor, tampoco, afirmar que tuvo razón en el plantón de Reforma, una indudable equivocación.
Nuestras Antígonas II. Este mundo mexicano es masculino pero se sostiene aún en lo femenino. Parecería que de un lado están los actos nihilistas de los varones, su violenta y permanente adolescencia, su insensible conducta instintiva, la crisis terminal y sangrienta de una conciencia surgida hace miles de años, y del otro el país de las mujeres que de verdad lo son, aquellas que no transmiten los contenidos ideológicos de una machificación neurótica, ese doble mensaje de la desfiguración síquica, las diosas de las pequeñas cosas, las que curan, cuidan y alimentan, las que sostienen. Uno debe tener una mujer así y decir de ella: mi morada. Pareciera entonces que signo tras signo va aumentando: la Mujer Dormida debe dar a luz.
La insurrección del planeta. Odio la época, como Balthus, Cioran, Canetti, Martínez Torres y tantos otros. Aunque también la amo. Resulta tan esperanzador como dramático contemplar de pronto que lo humano colectivo, democrático, horizontal y rotundamente opuesto al mundo como está diseñado —aquello fundado en siglos de crítica, de oposición política, intelectual y estética a la modernidad materialista— se expanda como una marea planetaria entre masas de indignados y ocupantes, de manifestantes reprimidos y muertos, de tiranos derrocados e insurgentes victoriosos. Las redes sociales y los mensajes de texto de los teléfonos celulares han sido la herramienta inédita de este fenómeno de movilización global contra las tiranías árabes y el capitalismo financiero neoliberal, contra sus patologías morales y sus apocalípticas atrocidades. Por ahora se está en la etapa de saber lo que no se quiere. No ha llegado aún el momento de saber lo que se quiere. Si ya sucede el cambio de paradigma, vendrán sus expresiones sociopolíticas. Mientras tanto, hemos entrado a una zona histórica desconocida.
Fin de mundo. Nos rodeará la escatología y su fecha maya: 21 de diciembre de 2012. Muchos dirán que son pendejadas esotéricas; otros lo ignorarán; unos cuantos viajarán a ciertos lugares especiales esperando el día; algunos más construirán instalaciones de sobrevivencia allí donde están. Muy pocos aceptarán en su fuero interno el plazo y harán una nueva apuesta pascaliana, que podría llamarse migración interior: para ese momento inminente deben llegar con la mente serenada, habiendo cumplido una veloz calcinación de irritantes síquicos, habiendo saldado el presente del pasado. Si no sobreviene el final, se habrán beneficiado; si éste ocurre, también.
El balance. Al fin, uno está hecho de sus acciones, pero a la vez, y quizá en mayor medida, de lo que se abstuvo de hacer. Lo siguiente representa el programa, los lineamientos, la intencionalidad. Programa: borrar la imagen de sí mismo. Lineamientos: abundar en la primera regla de la salud nietzscheana, o sea, curarse del resentimiento. Intencionalidad: hacer bien lo que se hace todos los días, cuando el yoga más difícil es el de los detalles. Por lo demás, no hay mucho. Salvo, acaso, confiar en la sabiduría de la incertidumbre: podemos anticipar la órbita de un cuerpo celeste pero no nuestra circunstancia dentro de cinco minutos. Definiciones abundan: la tranquilidad plena se produce cuando incondicionalmente nos entregamos a lo que es inevitable. Cuando aceptamos que todo es impermanente y que a menudo la vida es una obra de teatro contada por un idiota donde interpretamos un papel que no hemos elegido y el cual escasamente comprendemos.
Cerrando el año. Pascal habló del realismo trágico, dijo que el ser humano era una mezcla bizarra de grandeza admirable y torva miseria. Lo llamó una paradoja lógica, un monstruo incomprensible incluso para sí mismo. Se trata entonces de una elección: la claridad interior que desagrega o la oscuridad subjetiva que acumula. La levedad de la persona o la pesada armadura del carácter. Los actos gratuitos liberadores o el cálculo instrumental esclavizante. Autoayuda, de la mejor calidad. Sed una lámpara para vosotros mismos, dijo el Buda antes de morir.
Fernando Solana Olivares.
Nuestras Antígonas II. Este mundo mexicano es masculino pero se sostiene aún en lo femenino. Parecería que de un lado están los actos nihilistas de los varones, su violenta y permanente adolescencia, su insensible conducta instintiva, la crisis terminal y sangrienta de una conciencia surgida hace miles de años, y del otro el país de las mujeres que de verdad lo son, aquellas que no transmiten los contenidos ideológicos de una machificación neurótica, ese doble mensaje de la desfiguración síquica, las diosas de las pequeñas cosas, las que curan, cuidan y alimentan, las que sostienen. Uno debe tener una mujer así y decir de ella: mi morada. Pareciera entonces que signo tras signo va aumentando: la Mujer Dormida debe dar a luz.
La insurrección del planeta. Odio la época, como Balthus, Cioran, Canetti, Martínez Torres y tantos otros. Aunque también la amo. Resulta tan esperanzador como dramático contemplar de pronto que lo humano colectivo, democrático, horizontal y rotundamente opuesto al mundo como está diseñado —aquello fundado en siglos de crítica, de oposición política, intelectual y estética a la modernidad materialista— se expanda como una marea planetaria entre masas de indignados y ocupantes, de manifestantes reprimidos y muertos, de tiranos derrocados e insurgentes victoriosos. Las redes sociales y los mensajes de texto de los teléfonos celulares han sido la herramienta inédita de este fenómeno de movilización global contra las tiranías árabes y el capitalismo financiero neoliberal, contra sus patologías morales y sus apocalípticas atrocidades. Por ahora se está en la etapa de saber lo que no se quiere. No ha llegado aún el momento de saber lo que se quiere. Si ya sucede el cambio de paradigma, vendrán sus expresiones sociopolíticas. Mientras tanto, hemos entrado a una zona histórica desconocida.
Fin de mundo. Nos rodeará la escatología y su fecha maya: 21 de diciembre de 2012. Muchos dirán que son pendejadas esotéricas; otros lo ignorarán; unos cuantos viajarán a ciertos lugares especiales esperando el día; algunos más construirán instalaciones de sobrevivencia allí donde están. Muy pocos aceptarán en su fuero interno el plazo y harán una nueva apuesta pascaliana, que podría llamarse migración interior: para ese momento inminente deben llegar con la mente serenada, habiendo cumplido una veloz calcinación de irritantes síquicos, habiendo saldado el presente del pasado. Si no sobreviene el final, se habrán beneficiado; si éste ocurre, también.
El balance. Al fin, uno está hecho de sus acciones, pero a la vez, y quizá en mayor medida, de lo que se abstuvo de hacer. Lo siguiente representa el programa, los lineamientos, la intencionalidad. Programa: borrar la imagen de sí mismo. Lineamientos: abundar en la primera regla de la salud nietzscheana, o sea, curarse del resentimiento. Intencionalidad: hacer bien lo que se hace todos los días, cuando el yoga más difícil es el de los detalles. Por lo demás, no hay mucho. Salvo, acaso, confiar en la sabiduría de la incertidumbre: podemos anticipar la órbita de un cuerpo celeste pero no nuestra circunstancia dentro de cinco minutos. Definiciones abundan: la tranquilidad plena se produce cuando incondicionalmente nos entregamos a lo que es inevitable. Cuando aceptamos que todo es impermanente y que a menudo la vida es una obra de teatro contada por un idiota donde interpretamos un papel que no hemos elegido y el cual escasamente comprendemos.
Cerrando el año. Pascal habló del realismo trágico, dijo que el ser humano era una mezcla bizarra de grandeza admirable y torva miseria. Lo llamó una paradoja lógica, un monstruo incomprensible incluso para sí mismo. Se trata entonces de una elección: la claridad interior que desagrega o la oscuridad subjetiva que acumula. La levedad de la persona o la pesada armadura del carácter. Los actos gratuitos liberadores o el cálculo instrumental esclavizante. Autoayuda, de la mejor calidad. Sed una lámpara para vosotros mismos, dijo el Buda antes de morir.
Fernando Solana Olivares.
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