FUEGO Y LLUVIA.
“Tengo muchos fierros en la lumbre”, como escribe Catón. Yo también por estos días. Ciertos signos y certezas surgen tácitamente. Ciertos avisos. Como si las cosas desdoblaran su reverso para mostrar lo que viene. O no muestran nada y sólo suceden, impermanentes. Pero nuestro atributo consciente es buscarles significado, sentido, anticipación.
Una doxa numerológica esotérica enfatiza el valor del 11-11-11: ábrense once puertas cósmicas y sobreviene un acontecimiento funesto. Se desploma el helicóptero del secretario de Gobernación, la PGR protofascista detiene e interroga a un tuitero inocente, indicando así que el atentado es una variante probable, además de instalarse como atmósfera de opinión pública la mala suerte del régimen y la soledad presidencial.
Jóvenes vestidos de ángeles visitan las escenas del crimen en Ciudad Juárez con letreros llamando a los asesinos al arrepentimiento. Provienen de un grupo cristiano que tiene por sede la modesta iglesia Salmo Cien a las afueras de la ciudad, según cuenta Damien Cave en The New York Times. Obtuvieron el donativo de cortinas viejas que convirtieron en túnicas, reunieron plumas para las alas y dinero para el maquillaje. Comenzaron a presentarse en intersecciones urbanas concurridas. Hace unos días se pararon afuera del cuartel de policía y muy pronto, sintiéndose amenazada, la autoridad les ordenó que se marcharan. La experiencia está replicándose en otras ciudades peligrosas como Matamoros y Torreón.
Ayer por la mañana recogí a mi anciana amiga, María del Carmen Moreno, y la llevé a vender su mínimo recaudo en la ciudad. Estaba esperando el camión a la orilla de la carretera con dos de sus nietos adolescentes. Sólo tenía dinero para su pasaje e iba a pedir fiado el de ellos. Tanta pobreza extrema como vive aunque llena de dulzura y fe. Me cuenta de pequeños templos y santos entre inocente mansedumbre, menciona sus penas y afanes con distancia resignada y confiada serenidad. El karma de esta anciana ya está calcinado, así sea en medio de una miseria que si no aniquila el alma, como no lo hará con la de ella, le permite comprender la transitoriedad. Nunca se queja, sólo agradece.
El mismo viernes del triple 11 ---“Este número anuncia un conflicto virtual: su ambivalencia reside en un exceso que puede verse como el comienzo de una renovación o como una ruptura, un deterioro del 10, una falla en el universo”. Diccionario de Símbolos--- sucede un misterio teatral. Un grupo estudiantil monta una pequeña obra en el salón de clases. Cargan sofás y sillas, utilería y vestuario con juvenil entusiasmo, llevados por ese dios interior que invoca la palabra misma. Al maquillarse se transforman y al actuar son una pura metamorfosis, más allá de ellos mismos aunque no todos lo hagan bien. Fuego y lluvia al mismo tiempo, la puerta abierta de la representación.
Tantas veces ha sucedido que puede convertirse en un patrón: a nuestra vida van llegando los libros que nos tocan, como si en algún lugar de los acontecimientos estuviera cronológicamente anticipada esa sucesión. Las Obras completas de Paul Celan deberían ocuparme pues ya están aquí. Me conmueve y sorprende su poderosa expresividad lacónica, cuánto puede ser dicho con tan poco. Tal como aquella advertencia ofrecida alguna vez por la astróloga al consultante: haber hecho tanto, haber tenido tan poco. Establezco algo evidente: doña María del Carmen y Paul Celan se corresponden cuando escucharla a ella es leer al otro.
Jeffrey D. Sachs, el influyente economista, escribe en The New York Times que Ocupa Wall Strett y sus movimientos aliados son, probablemente, el comienzo de una nueva era en Estados Unidos, en la cual “el desafío más amplio es restaurar la prosperidad y el poder para el 99 por ciento de los habitantes del planeta”. Sachs dice estar ocurriendo el final de una era Reagan neoliberal de 30 años de duración y el surgimiento de un tercer periodo progresista, similar a los sucedidos a fines del siglo XIX y durante los años veinte del siglo pasado. Las metas mínimas deben ser tres: resucitar los servicios públicos cruciales, terminar con la impunidad financiera y restablecer la supremacía de los votos populares ante los dólares. Mientras la represión policiaca avanza para desalojar a los indignados de las plazas públicas yanquis. Este signo de la época traza también la candidatura de López Obrador en México: un polo aglutinante de mayorías dispuestas a hacer de su hartazgo público y aun existencial otra sociopolítica común, otra gramática de la pertenencia mutua.
Una tendencia minoritaria (1 %) pero hegemónica, una tendencia mayoritaria (99 %) pero todavía marginal. Cuando uno tiene puestos varios fierros en la lumbre debe atenderlos. Mirar que las cosas no tienen significado estable no significa descuidar lo inmediato. “Estábamos muertos y respiramos”, escribe Celan, y nosotros parece que empezamos a vivir. Por estos días circula la apuesta del final. Consiste en apostar que el 21 de diciembre de 2012 es una fecha terminal y primicia porque para el apostante, se acabe el mundo o siga en pie, algo habrá terminado entonces y algo, asimismo, comenzará.
Mi apuesta es una migración interior. Para entonces deberé haber purgado los irritantes síquicos, los tóxicos emocionales, los drenajes de la imagen personal, las adicciones del autoconcepto, la neurosis letal. Y he elegido una frase que diré en la noche de ese día. La reservo para que resulte sorpresa, para que sea equilibrada y funcional.
Fernando Solana Olivares.
Una doxa numerológica esotérica enfatiza el valor del 11-11-11: ábrense once puertas cósmicas y sobreviene un acontecimiento funesto. Se desploma el helicóptero del secretario de Gobernación, la PGR protofascista detiene e interroga a un tuitero inocente, indicando así que el atentado es una variante probable, además de instalarse como atmósfera de opinión pública la mala suerte del régimen y la soledad presidencial.
Jóvenes vestidos de ángeles visitan las escenas del crimen en Ciudad Juárez con letreros llamando a los asesinos al arrepentimiento. Provienen de un grupo cristiano que tiene por sede la modesta iglesia Salmo Cien a las afueras de la ciudad, según cuenta Damien Cave en The New York Times. Obtuvieron el donativo de cortinas viejas que convirtieron en túnicas, reunieron plumas para las alas y dinero para el maquillaje. Comenzaron a presentarse en intersecciones urbanas concurridas. Hace unos días se pararon afuera del cuartel de policía y muy pronto, sintiéndose amenazada, la autoridad les ordenó que se marcharan. La experiencia está replicándose en otras ciudades peligrosas como Matamoros y Torreón.
Ayer por la mañana recogí a mi anciana amiga, María del Carmen Moreno, y la llevé a vender su mínimo recaudo en la ciudad. Estaba esperando el camión a la orilla de la carretera con dos de sus nietos adolescentes. Sólo tenía dinero para su pasaje e iba a pedir fiado el de ellos. Tanta pobreza extrema como vive aunque llena de dulzura y fe. Me cuenta de pequeños templos y santos entre inocente mansedumbre, menciona sus penas y afanes con distancia resignada y confiada serenidad. El karma de esta anciana ya está calcinado, así sea en medio de una miseria que si no aniquila el alma, como no lo hará con la de ella, le permite comprender la transitoriedad. Nunca se queja, sólo agradece.
El mismo viernes del triple 11 ---“Este número anuncia un conflicto virtual: su ambivalencia reside en un exceso que puede verse como el comienzo de una renovación o como una ruptura, un deterioro del 10, una falla en el universo”. Diccionario de Símbolos--- sucede un misterio teatral. Un grupo estudiantil monta una pequeña obra en el salón de clases. Cargan sofás y sillas, utilería y vestuario con juvenil entusiasmo, llevados por ese dios interior que invoca la palabra misma. Al maquillarse se transforman y al actuar son una pura metamorfosis, más allá de ellos mismos aunque no todos lo hagan bien. Fuego y lluvia al mismo tiempo, la puerta abierta de la representación.
Tantas veces ha sucedido que puede convertirse en un patrón: a nuestra vida van llegando los libros que nos tocan, como si en algún lugar de los acontecimientos estuviera cronológicamente anticipada esa sucesión. Las Obras completas de Paul Celan deberían ocuparme pues ya están aquí. Me conmueve y sorprende su poderosa expresividad lacónica, cuánto puede ser dicho con tan poco. Tal como aquella advertencia ofrecida alguna vez por la astróloga al consultante: haber hecho tanto, haber tenido tan poco. Establezco algo evidente: doña María del Carmen y Paul Celan se corresponden cuando escucharla a ella es leer al otro.
Jeffrey D. Sachs, el influyente economista, escribe en The New York Times que Ocupa Wall Strett y sus movimientos aliados son, probablemente, el comienzo de una nueva era en Estados Unidos, en la cual “el desafío más amplio es restaurar la prosperidad y el poder para el 99 por ciento de los habitantes del planeta”. Sachs dice estar ocurriendo el final de una era Reagan neoliberal de 30 años de duración y el surgimiento de un tercer periodo progresista, similar a los sucedidos a fines del siglo XIX y durante los años veinte del siglo pasado. Las metas mínimas deben ser tres: resucitar los servicios públicos cruciales, terminar con la impunidad financiera y restablecer la supremacía de los votos populares ante los dólares. Mientras la represión policiaca avanza para desalojar a los indignados de las plazas públicas yanquis. Este signo de la época traza también la candidatura de López Obrador en México: un polo aglutinante de mayorías dispuestas a hacer de su hartazgo público y aun existencial otra sociopolítica común, otra gramática de la pertenencia mutua.
Una tendencia minoritaria (1 %) pero hegemónica, una tendencia mayoritaria (99 %) pero todavía marginal. Cuando uno tiene puestos varios fierros en la lumbre debe atenderlos. Mirar que las cosas no tienen significado estable no significa descuidar lo inmediato. “Estábamos muertos y respiramos”, escribe Celan, y nosotros parece que empezamos a vivir. Por estos días circula la apuesta del final. Consiste en apostar que el 21 de diciembre de 2012 es una fecha terminal y primicia porque para el apostante, se acabe el mundo o siga en pie, algo habrá terminado entonces y algo, asimismo, comenzará.
Mi apuesta es una migración interior. Para entonces deberé haber purgado los irritantes síquicos, los tóxicos emocionales, los drenajes de la imagen personal, las adicciones del autoconcepto, la neurosis letal. Y he elegido una frase que diré en la noche de ese día. La reservo para que resulte sorpresa, para que sea equilibrada y funcional.
Fernando Solana Olivares.
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