TANTAS HADAS.
Uno tiene que ofrecer disculpas por ponerse así, pero es que ellas son encantadoras. No hay nada más misterioso que las mujeres. Recientemente fui a una fiesta y me prendé de muchas, en estos días todo-cruje: ella que se volvió madura y deseable e interesante, otra que cuenta su condición de caperucita rosa y su marido el lobo feroz y resulta encantadora, aquella que ha crecido como sorpresa y la que está más guapa que nunca, o la de junto, inadvertida, que de pronto aparece y quita el aliento. Qué bonitas son. Y ésta, deseable madre, que acabó saludándome pues habría algún pendiente entre nosotros. Tantas bellas mujeres. Uno es parejero: casi todas. Pero algunas más, y me rodearon. Gracias a la vida: alrededor de mí.
Y luego, lo que hay que contar para que no parezca una tontería masculina, más de veinte, treinta evas recordables, imaginables. Esta onda de señor mayor: antes que lúbrico, uno se ha vuelto agradecido. O como Henry Miller, caliente-mental, fascinado-visual con el otro género; a lo sesenta, setenta, ochenta años, siempre igual. Lo femenino es una condición trascendente: ellas (los más interesantes de los ellos) son mujeres. Bendito sea Dios, quien es mujer. Y estuve en un gineceo donde menos y donde más se podría esperar.
Érase una vez en los Altos de Jalisco. Tierra dura. Geopolítica del centro que ocupa, y ahora aquí no ha llovido. Se celebran las fiestas patrias y antier se dieron los gritos en las plazas públicas en medio del desánimo general. Muchos dijeron que no había nada que festejar con el país roto. Si los guerreros que no había nada que festejar con el país roto. Si los guerreros (as) crean su propio ánimo, ¿cómo logrará hacerlo un pueblo atribulado que todos los días escribe el diario de su desasosiego? Así se lo propuse a una de las hadas durante la fiesta femenina: escríbelo en correlato objetivo: eres tú pero di ella y conjuga ella hacía en lugar de ella hizo.
Las sociedades tienen éxito mientras sus integrantes así lo creen. La mexicana luce desacreditada. Antiguas profecías advirtieron que el mal se desbordaría por todas partes antes de la regeneración global. El profeta Jeremías habló del vigilante sagaz que debe extirpar y destruir, perder y derrocar, y acaso reconstruir y plantar. La desesperada esperanza de este tiempo cual un corte radical, una coyuntura histórica crítica, una gran tribulación.
Big words. Todas las hadas son inteligentes. Platico con una de ellas las tres opciones políticas del Movimiento por la Paz: a) volver al encabronamiento del principio, postura de un hombre inteligente e infrecuente (los hombres así son escasos, pero también los hay), Pietro Ameglio; b) seguir construyendo ciudadanía, intención de Javier Sicilia, ese poeta lanzado con inmensa rapidez y trágica violencia al epicentro del dolor mexicano; c) determinar la ruta conforme resulte el diálogo con el gobierno y el calendario electoral, según propone el contemporizador Álvarez Icaza, la burocracia de la rebelión. Ella me dice:
---Las dos primeras posturas son complementarias. La tercera no es una alternativa sino una cooptación, aunque al pragmatismo masculino le parezca mejor.
Me desprendo de la incriminación genérica. Como enseñaría José Alfredo, nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores. Decido citar culturita y contesto:
---Berman afirma que el cambio social está siendo generado por millones de individuos que sin manifestar gran interés en el cambio per se han embarcado en una forma u otra de “migración interna”. Sugerente, ¿no?
El hada ríe con risa cristalina: ---Necesitaríamos construir un futuro donde se reunieran de nuevo el hecho y el valor ---.
---Quizá ya está ocurriendo. Mira lo que escribe Goodman en La doble E: que la decadencia misma de la sociedad industrial avanzada es uno de los factores causantes de los cambios que están en curso. La sociedad de la conservación llegará cuando el producto interno bruto delirante alcance sus límites físicos. Entonces surgirá una “economía budista”, vuelta virtud, afirma el autor, una economía de estado estacionario que diga sí a la gente y no al dinero.
Después el sarao nos lleva hacia otro lado, a la sensualidad del instante no duradero, a la embriaguez que trastoca los sentidos. Las hadas revolotean porque las hadas pueden hacer eso y más, como en otras ocasiones han logrado dormir a todos los asistentes de un banquete. O despertarlos, lo que consiguen aquí, en el festejo de horizontes amplios de estas elevaciones cristeras.
Cierto momento debió haber sido determinante pero transcurrió inadvertido. Es el punto de no retorno de las gentes, las sociedades y las cosas. Las cabezas degolladas de estos días sangrientos comenzaron alguna vez siendo mentadas de madre. El sentimiento está asociado a la supresión de las libertades individuales y el irracionalismo se vincula con la mística de la intuición. Uno se pierde a sí mismo para encontrarse a la vuelta. No sé si vamos hacia esa Gran Cultura Madre neo-arcaica, a un anarquismo taoísta contracultural, o si estamos atorados en un fascismo tecnológico que se presenta con la máscara de la libertad.
El ego es una construcción paranoide fundamentada en la lógica de oposición: uno mismo y lo otro, los otros. Las hadas, aquellas que son las otras, las mismas, las de siempre, curan dicho error epistémico. Y para que el fin de este mundo nos pille bailando, nos ponemos a hacerlo. Una de ellas me lleva a la pista, me baila, me da vueltas, me libra de mí.
Fernando Solana Olivares.
Y luego, lo que hay que contar para que no parezca una tontería masculina, más de veinte, treinta evas recordables, imaginables. Esta onda de señor mayor: antes que lúbrico, uno se ha vuelto agradecido. O como Henry Miller, caliente-mental, fascinado-visual con el otro género; a lo sesenta, setenta, ochenta años, siempre igual. Lo femenino es una condición trascendente: ellas (los más interesantes de los ellos) son mujeres. Bendito sea Dios, quien es mujer. Y estuve en un gineceo donde menos y donde más se podría esperar.
Érase una vez en los Altos de Jalisco. Tierra dura. Geopolítica del centro que ocupa, y ahora aquí no ha llovido. Se celebran las fiestas patrias y antier se dieron los gritos en las plazas públicas en medio del desánimo general. Muchos dijeron que no había nada que festejar con el país roto. Si los guerreros que no había nada que festejar con el país roto. Si los guerreros (as) crean su propio ánimo, ¿cómo logrará hacerlo un pueblo atribulado que todos los días escribe el diario de su desasosiego? Así se lo propuse a una de las hadas durante la fiesta femenina: escríbelo en correlato objetivo: eres tú pero di ella y conjuga ella hacía en lugar de ella hizo.
Las sociedades tienen éxito mientras sus integrantes así lo creen. La mexicana luce desacreditada. Antiguas profecías advirtieron que el mal se desbordaría por todas partes antes de la regeneración global. El profeta Jeremías habló del vigilante sagaz que debe extirpar y destruir, perder y derrocar, y acaso reconstruir y plantar. La desesperada esperanza de este tiempo cual un corte radical, una coyuntura histórica crítica, una gran tribulación.
Big words. Todas las hadas son inteligentes. Platico con una de ellas las tres opciones políticas del Movimiento por la Paz: a) volver al encabronamiento del principio, postura de un hombre inteligente e infrecuente (los hombres así son escasos, pero también los hay), Pietro Ameglio; b) seguir construyendo ciudadanía, intención de Javier Sicilia, ese poeta lanzado con inmensa rapidez y trágica violencia al epicentro del dolor mexicano; c) determinar la ruta conforme resulte el diálogo con el gobierno y el calendario electoral, según propone el contemporizador Álvarez Icaza, la burocracia de la rebelión. Ella me dice:
---Las dos primeras posturas son complementarias. La tercera no es una alternativa sino una cooptación, aunque al pragmatismo masculino le parezca mejor.
Me desprendo de la incriminación genérica. Como enseñaría José Alfredo, nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores. Decido citar culturita y contesto:
---Berman afirma que el cambio social está siendo generado por millones de individuos que sin manifestar gran interés en el cambio per se han embarcado en una forma u otra de “migración interna”. Sugerente, ¿no?
El hada ríe con risa cristalina: ---Necesitaríamos construir un futuro donde se reunieran de nuevo el hecho y el valor ---.
---Quizá ya está ocurriendo. Mira lo que escribe Goodman en La doble E: que la decadencia misma de la sociedad industrial avanzada es uno de los factores causantes de los cambios que están en curso. La sociedad de la conservación llegará cuando el producto interno bruto delirante alcance sus límites físicos. Entonces surgirá una “economía budista”, vuelta virtud, afirma el autor, una economía de estado estacionario que diga sí a la gente y no al dinero.
Después el sarao nos lleva hacia otro lado, a la sensualidad del instante no duradero, a la embriaguez que trastoca los sentidos. Las hadas revolotean porque las hadas pueden hacer eso y más, como en otras ocasiones han logrado dormir a todos los asistentes de un banquete. O despertarlos, lo que consiguen aquí, en el festejo de horizontes amplios de estas elevaciones cristeras.
Cierto momento debió haber sido determinante pero transcurrió inadvertido. Es el punto de no retorno de las gentes, las sociedades y las cosas. Las cabezas degolladas de estos días sangrientos comenzaron alguna vez siendo mentadas de madre. El sentimiento está asociado a la supresión de las libertades individuales y el irracionalismo se vincula con la mística de la intuición. Uno se pierde a sí mismo para encontrarse a la vuelta. No sé si vamos hacia esa Gran Cultura Madre neo-arcaica, a un anarquismo taoísta contracultural, o si estamos atorados en un fascismo tecnológico que se presenta con la máscara de la libertad.
El ego es una construcción paranoide fundamentada en la lógica de oposición: uno mismo y lo otro, los otros. Las hadas, aquellas que son las otras, las mismas, las de siempre, curan dicho error epistémico. Y para que el fin de este mundo nos pille bailando, nos ponemos a hacerlo. Una de ellas me lleva a la pista, me baila, me da vueltas, me libra de mí.
Fernando Solana Olivares.
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