ONCE ENIGMAS DEL 11-S.
Se cumplen ya diez años de un suceso pavoroso cuyas consecuencias, mundialmente decisivas, iniciaron un nuevo momento político, militar, económico, jurídico y social. Ahora es doble el asombro que provoca: primero, por “el tiempo mismo, el tiempo insaciable de años, que consume todos los que transcurren”, como diría Cicerón; segundo, por la suma de evidencias que demuestran que su ejecución correspondió a un montaje, a una intención oculta. Lo que sigue proviene, en gran medida, de la investigación elaborada por Thierry Meyssan, presidente de la Red Voltaire (www.resauvoltaire.net) y autor de La terrible impostura (Editorial El Ateneo, Argentina, 2002). Consiste en aquello que es tan difícil de ver porque se coloca justamente frente a los ojos.
1. Ningún avión Boeing pudo impactar el área del Pentágono atacada el 11 de septiembre de 2001, casualmente en reparación. La hendedura causada por el choque sólo abarcó el espacio de la nariz del avión, cuyas alas y fuselaje trasero se evaporaron sin dejar rastro alguno. Un ángulo de impacto así sería imposible para una nave de tales dimensiones, que en su trayectoria de colisión no dañó ni siquiera el césped del jardín o las farolas de la autopista que bordea el estacionamiento del edificio colapsado.
2. Aunque diversos “testigos oculares”, oficiales y parlamentarios militares, declararon haber visto caer el avión, la controladora aérea del cercano aeropuerto de Dulles describió a ABC News el comportamiento del aparato en el radar: volaba a 800 km. por hora y se dirigió hacia el espacio aéreo protegido de la Casa Blanca y el Capitolio para después virar oblicuamente sobre el Pentágono. Dada esa velocidad y tal capacidad de maniobra, tanto la controladora como sus colegas afirmaron que no podía tratarse de un avión comercial sino de un artefacto militar.
3. Varias personas que conducían su automóvil por la autopista cercana al Pentágono escucharon el estridente ruido de un avión encima de ellos. Quienes dijeron haber visto el aparato lo describieron como muy pequeño, no como un Boeing 757. Los datos existentes permiten suponer que dicho objeto habría sido un misil, cuya apariencia es la de un pequeño avión. Los daños causados y el incendio instantáneo en el edificio corresponden a los efectos que un proyectil así provocaría.
4. Sólo un misil del ejército estadounidense que emitiera un código conocido podría entrar al espacio aéreo del Pentágono sin desencadenar la inmediata respuesta de armas antimisiles. Tal hecho permite suponer la existencia de una conspiración en el seno de las fuerzas armadas para perpetrar los atentados.
5. La inmensa dificultad técnica del impacto que lograron los dos aviones contra las Torres Gemelas ---una proeza para pilotos veteranos, un acto imposible para los aprendices de vuelo que supuestamente los estrellaron--- solamente puede explicarse con la existencia de balizas, señales de radiofrecuencia emitidas desde el blanco, el interior de los mismos edificios, que guiaron infaliblemente a los aviones. Una complicidad hasta hoy desconocida debió requerirse para ello.
6. Se afirmó que las Torres Gemelas se desmoronaron sobre sí mismas a causa del calor que la combustión de los carburantes de los aviones habría causado. Tanto asociaciones de bomberos como revistas especializadas y cuando menos un experto rechazaron tal teoría. Los bomberos afirmaron haber escuchado explosiones en la base de los edificios, y el experto en el tema (Van Romero, del New Mexico Institute of Mining and Technology) aseguró que el derrumbe sólo pudo ser causado mediante explosivos colocados en la base de las torres.
7. El choque de los aviones no explica la caída de un tercer edificio, la Torre 7, que horas después del atentado y sin haber sido tocada por ningún impacto se desplomó sobre sí misma. La prensa difundió que en ella se escondía una estación secreta de la CIA. A su vez, la historia contemporánea de Estados Unidos muestra que el terrorismo interno, paramilitar o militar, es una práctica creciente.
8. El teniente de la marina estadounidense Delmart Edward Vreeland fue detenido en Toronto por fraude con tarjetas de crédito. El 12 de agosto de 2001 Vreeland entregó a las autoridades carcelarias un sobre cerrado que contenía su declaración sobre los atentados que ocurrirían. Fue abierto el 14 de septiembre de ese año y en la declaración se encontró una descripción precisa de los atentados cometidos tres días atrás en Nueva York. Bruce Hoffman, vicepresidente de la Rand Corporation, impartió una conferencia en marzo de 2001 ante oficiales de la Fuerza Aérea estadounidense. En ella habló de la posibilidad “terrorista” de derribar las Torres Gemelas con aviones teledirigidos.
9. Una empresa de mensajería electrónica, Odigo, recibió mensajes de alerta anónimos sobre los atentados dos horas antes de que ocurrieran. Días atrás se registraron inusuales movimientos bursátiles especulativos con las acciones de las compañías aéreas que sufrirían los secuestros de sus naves. Sus anónimos poseedores lograron ganancias multimillonarias.
10. Según John Stanton y Wayne Madsen, periodistas, los historiadores futuros señalarán que entre noviembre de 2001 y febrero de 2002 la democracia, como fue concebida por sus padres fundadores, resultó aniquilada, y que al momento de expirar nació el Estado fascista y teocrático norteamericano.
11. “El lobby energético es el primer beneficiario de la guerra de Afganistán; el lobby militar e industrial es el gran vencedor del 11 de septiembre.” Tierry Meyssan.
Fernando Solana Olivares.
1. Ningún avión Boeing pudo impactar el área del Pentágono atacada el 11 de septiembre de 2001, casualmente en reparación. La hendedura causada por el choque sólo abarcó el espacio de la nariz del avión, cuyas alas y fuselaje trasero se evaporaron sin dejar rastro alguno. Un ángulo de impacto así sería imposible para una nave de tales dimensiones, que en su trayectoria de colisión no dañó ni siquiera el césped del jardín o las farolas de la autopista que bordea el estacionamiento del edificio colapsado.
2. Aunque diversos “testigos oculares”, oficiales y parlamentarios militares, declararon haber visto caer el avión, la controladora aérea del cercano aeropuerto de Dulles describió a ABC News el comportamiento del aparato en el radar: volaba a 800 km. por hora y se dirigió hacia el espacio aéreo protegido de la Casa Blanca y el Capitolio para después virar oblicuamente sobre el Pentágono. Dada esa velocidad y tal capacidad de maniobra, tanto la controladora como sus colegas afirmaron que no podía tratarse de un avión comercial sino de un artefacto militar.
3. Varias personas que conducían su automóvil por la autopista cercana al Pentágono escucharon el estridente ruido de un avión encima de ellos. Quienes dijeron haber visto el aparato lo describieron como muy pequeño, no como un Boeing 757. Los datos existentes permiten suponer que dicho objeto habría sido un misil, cuya apariencia es la de un pequeño avión. Los daños causados y el incendio instantáneo en el edificio corresponden a los efectos que un proyectil así provocaría.
4. Sólo un misil del ejército estadounidense que emitiera un código conocido podría entrar al espacio aéreo del Pentágono sin desencadenar la inmediata respuesta de armas antimisiles. Tal hecho permite suponer la existencia de una conspiración en el seno de las fuerzas armadas para perpetrar los atentados.
5. La inmensa dificultad técnica del impacto que lograron los dos aviones contra las Torres Gemelas ---una proeza para pilotos veteranos, un acto imposible para los aprendices de vuelo que supuestamente los estrellaron--- solamente puede explicarse con la existencia de balizas, señales de radiofrecuencia emitidas desde el blanco, el interior de los mismos edificios, que guiaron infaliblemente a los aviones. Una complicidad hasta hoy desconocida debió requerirse para ello.
6. Se afirmó que las Torres Gemelas se desmoronaron sobre sí mismas a causa del calor que la combustión de los carburantes de los aviones habría causado. Tanto asociaciones de bomberos como revistas especializadas y cuando menos un experto rechazaron tal teoría. Los bomberos afirmaron haber escuchado explosiones en la base de los edificios, y el experto en el tema (Van Romero, del New Mexico Institute of Mining and Technology) aseguró que el derrumbe sólo pudo ser causado mediante explosivos colocados en la base de las torres.
7. El choque de los aviones no explica la caída de un tercer edificio, la Torre 7, que horas después del atentado y sin haber sido tocada por ningún impacto se desplomó sobre sí misma. La prensa difundió que en ella se escondía una estación secreta de la CIA. A su vez, la historia contemporánea de Estados Unidos muestra que el terrorismo interno, paramilitar o militar, es una práctica creciente.
8. El teniente de la marina estadounidense Delmart Edward Vreeland fue detenido en Toronto por fraude con tarjetas de crédito. El 12 de agosto de 2001 Vreeland entregó a las autoridades carcelarias un sobre cerrado que contenía su declaración sobre los atentados que ocurrirían. Fue abierto el 14 de septiembre de ese año y en la declaración se encontró una descripción precisa de los atentados cometidos tres días atrás en Nueva York. Bruce Hoffman, vicepresidente de la Rand Corporation, impartió una conferencia en marzo de 2001 ante oficiales de la Fuerza Aérea estadounidense. En ella habló de la posibilidad “terrorista” de derribar las Torres Gemelas con aviones teledirigidos.
9. Una empresa de mensajería electrónica, Odigo, recibió mensajes de alerta anónimos sobre los atentados dos horas antes de que ocurrieran. Días atrás se registraron inusuales movimientos bursátiles especulativos con las acciones de las compañías aéreas que sufrirían los secuestros de sus naves. Sus anónimos poseedores lograron ganancias multimillonarias.
10. Según John Stanton y Wayne Madsen, periodistas, los historiadores futuros señalarán que entre noviembre de 2001 y febrero de 2002 la democracia, como fue concebida por sus padres fundadores, resultó aniquilada, y que al momento de expirar nació el Estado fascista y teocrático norteamericano.
11. “El lobby energético es el primer beneficiario de la guerra de Afganistán; el lobby militar e industrial es el gran vencedor del 11 de septiembre.” Tierry Meyssan.
Fernando Solana Olivares.
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