Sunday, October 09, 2011

COSAS AGREGADAS.

Visor, suplemento de Milenio ---última publicación cultural proveniente de la pulcra e ilustrada genealogía periodística que entre nosotros va de Alfonso Reyes a Fernando Benítez--- publica un interesante texto de J. M. Servín, “Escritores Xbox”, que se divide en dos partes: un preámbulo donde el escritor parodia a Javier Sicilia y se burla de la “mexicanidad new age” que le achaca, y otro donde hace una ácida y certera crítica de la endeble, malhecha literatura contemporánea nacional exitosa. Un mero vacío comercial.
Son dos temas que están directamente vinculados en el ensayo pero no en la realidad. Antes al contrario. No acaba de quedarme claro por qué la figura de Javier Sicilia ---y entonces su función--- provoca desdén entre gente pensante, sensible. Puedo aventurar que se trata de ese cinismo intelectual resultado de tantas ideologías de la sospecha como la modernidad ha fabricado. De la duda metódica cartesiana al escepticismo caricaturizante posmoderno que solemos utilizar hoy, cuando nada es cierto y todo está permitido.
Si la literatura chatarra premiada y vendida en estos días ahoga al estrecho panorama de lectores nacionales, se trata de un fenómeno provocado por la confusión entre el hecho y el valor característica de la época. Lo de Sicilia se trata también de eso, pero al revés. Su cruzada (“peregrinaciones llamadas marchas”, escribe Servín) consiste en restituir el concepto de valor a aquello que de verdad lo tiene: la vida, la justicia, la paz. Surge del epicentro del dolor colectivo, una dantesca zona de lo real que no merece cinismo o incomprensión algunos: es grave, delicada, respetable, y en ella se está jugando el futuro humanizado y no purgatorial del país.
Además, es muy poderosa. Ha puesto en movimiento a gente decidida, gente en cierto sentido subterránea, visible ahora mediante sus movilizaciones y demandas, con las que ha modificado tanto la forma como el fondo de la política mexicana. El movimiento pacifista incorpora nuevas palabras, nuevas formas de decirlas (Servín utiliza el término “evangelios” para definirlos, y sí, aunque moleste a muchos que incomprenden: Sicilia dice prédicas de cosas agregadas, posee una raíz católica inteligente, intramundana, como diría Zubiri, y habla desde allí, desde un credo cuyo significado puede verse como una estructura moral o un andamiaje ético); protesta y exige algo concreto que tiene alcance e interés general; su legitimidad está fundada en la trágica experiencia de sus integrantes ---aunque ello no justificaría acciones equívocas e incorrectas de su parte, que hasta ahora no ha sido el caso y seguro nunca será: habrá errores pero no corrupciones; sus miembros no corresponden a la lógica del poder, tampoco a la de los sacerdotes comprados que frecuentan y justifican dicha lógica por interés personal. Ya se sabe que la época confunde las urnas con los orinales.
Efectivamente, el líder del movimiento reparte abrazos, besos y escapularios a inesperadas y finísimas personas. Seguramente dejará de hacerlo. Seguramente seguirá haciéndolo. Seguramente da lo mismo: no tiene importancia. Véase como un mero dato narrativo, como la composición de un carácter para una posible novela verdadera, esa impaciencia del conocimiento, la sinfonía de lenguajes, historias, significados, en nuestros días que el género sufre confiscado y envilecido por el mercado, vuelto mercancía. O si se quiere, según reflexiona Marta Lamas, podría aceptarse como la irrupción salvífica de la calidez emocional y somática femenina en el violento mundo de los robóticos machos homicidas, de los cárteles criminales y depredatorios que han sometido al desfalleciente Estado inepto y han aterrado a todos.
El ámbito espiritual de la política, una hiperpolítica (política para los últimos), surgió con el movimiento encabezado por Sicilia e integrado por otras narrativas ---tan agudas como la de Julián Lebarón, líder menonita, quien afirmó que las cabezas cercenadas comenzaron siendo mentadas de madre, por ejemplo. Qué significa y en qué derivará tal surgimiento, no lo sé. Sólo pueden extenderse analogías o presunciones, ninguna bien fundada porque lo que viene mañana es conocido hasta que acontece. El movimiento ha sido trágicamente catártico, dolorosamente renovador, valiente y refrescante y así debe conservarse, aunque más adelante interactúe, a partir de sus propios términos, con la política práctica, con ese mierdero.
Por otra parte, el ejercicio de la escritura no tiene, a fin de cuentas, otro sentido que la experiencia vivida por el amanuense que escribe, que así se construye a sí mismo, en ocasiones logra conocerse y se multiplica, sale de sí, deja la máscara ---decía Santa Teresa: bienaventurado sea el Señor, que me libró de mí---. La escritura lo reescribe, lo demás no es asunto del escritor. Así sea, como a menudo son los escritores, un mendigo desdeñoso. Los multipremiados de ahora podrán tener el Nobel pero no tendrán nunca la Literatura. A partir de su primer mal libro multivendido cavaron su propia tumba canónica y el éxito temprano los intoxicó de ellos mismos, como acostumbra hacerlo. De ahí que, si llegan, las cosas sucedan tarde. Servín acierta: toda literatura auténtica es un riesgo y editorialmente un severo obstáculo. Y sin embargo, sigue habiendo excepción. Además, como queda dicho, toda literatura integral es invisible en épocas sombrías, transicionales cual la nuestra. La potencia de la semilla deviene en acto desde la oscuridad.

Fernando Solana Olivares.

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