BAJO EL VOLCÁN.
La campaña parece entrar a su segunda parte de tres. La candidata panista viene cayendo y la disputa va perfilándose entre López Obrador y Peña Nieto. Éste último es un diseño mediático que concentra la red de intereses agrupados en y alrededor del PRI. La restauración del tiempo oligárquico y mafioso, ahora, en esta etapa posmoimpredecible. Tal vez lo más dudoso del producto sea justamente su condición de producto, un logro televisivo: hacer del ciudadano un consumidor.
Atenta contra las bases de una democracia fabricar, inducir mediáticamente un consenso político. Pero sucede aquí y allá. Véanse las polaridades: ningún político mexicano ha sido tan denostado como López Obrador, ningún político mexicano ha sido tan vendido como Peña Nieto, una mera decoración de exteriores. Las dos, la denostación y el elogio mercadotécnico, son ingenierías de opinión que determinan resultados políticos.
Los ejes de la elección se han movido hacia quienes convencen visualmente a las masas de votar en uno u otro sentido. Videocracia. Pero su poder no es absoluto ni siquiera en esta sociedad aplanada por tóxicos visuales ---rasgo que vuelve a acercar a los humanos hacia los animales--- pues hay otras sustancias contrarrestantes.
Sigo convencido: no confío en las encuestas. A veces soy tan arcaico que le creo a Guénon cuando advierte que contar y contar, hacer estadísticas, sólo es un sustituto mecánico de lo real. Y tengo en mi experiencia una prueba que considero suficiente: ni yo, a mi avanzada edad, he sido encuestado nunca ni nadie que conozca. ¿Dónde hacen las encuestas? Sabe, como dicen en el pueblo. Se ven metodológicamente forzadas a resultar iguales o parecidas para ganar credibilidad por repetición. Y en ellas, las seis o siete principales, los resultados han venido siendo invariables: Peña Nieto, Vázquez Mota, López Obrador, con distancias de hasta veinte puntos entre uno y otro.
El argumento de que no puede concertarse un resultado así es falso. En las encuestas levantadas entre cibernautas y redes sociales los resultados son abrumadoramente opuestos y López Obrador cuenta con el voto de las mayorías. Es cierto que no ha levantado ningún entusiasmo en este México triste, que su conversión amorosa produjo contraefectos, que está rodeado de varios crapulosos compañeros de ruta, que los partidos que lo postulan son de horror, tanto como los otros. Pero aun así, concentra también gran parte de la inteligencia nacional, no solamente en colaboradores específicos sino en cuanto a los verdaderos sentimientos y necesidades del país, sus posibles soluciones. Nada providencial ni mágico, sólo una política múltiple que comience a atemperar el horror neoliberal y sus destructivos y esclavistas efectos.
Aunque el carisma luzca diluido, aquel que descansaba en la pasión de un personaje político opositor y victimado, la perseverancia coherente ha provisto a López Obrador de otra significación en el imaginario público. Abordar vuelos en clase turista, tomar el metro. Una lírica del tema quizá recoja los pequeños actos políticos como éstos hechos de sentido común por ambas partes: el candidato que así viaja y la gente que lo aborda, lo alienta, lo aplaude.
¿Cuán grande es el número de esas personas, son convencidos que a su vez a cuántos convencen? Las encuestas hechas por televisoras e instituciones en internet, un 20 a 30 % y tal vez más del universo de votantes, muestra una percepción del todo opuesta a la versión hegemónica en televisión, radio, periódicos y propaganda. Esa condición contraria culturalmente significa, además, una resistencia individual y crítica ante el pensamiento impuesto, las prostitutas de la razón, los sacerdotes comprados, los tópicos inducidos, las formas oculto/visibles de la persuasión.
Los indignados y la primavera árabe, junto con Obama, surgieron desde las redes sociales y los celulares. Ese sector emergente, usuario de otra tecnología, ha marcado la agenda de la acción colectiva, horizontal y organizada al inicio del siglo. No es descabellado pensar que pueda hacer lo mismo en la elección mexicana y contradecir los cálculos, las inducciones, las prospecciones, los análisis, las apuestas, los intereses, los préstamos y participaciones mafioso-oligárquicas en la candidatura de Peña Nieto.
Va volviéndose clave la dirección que tome el voto útil del PAN: el parecido con Peña Nieto o la opción con López Obrador. Este país debe darse a sí mismo otra, y no de nuevo la misma, oportunidad.
Fernando Solana Olivares.
2 Comments:
Y con carácter de "urgente" debe darse esa oportunidad. En este México triste, la expectativa de que una punta de mediocres marrulleros siga gobernando, es también escalofriante, por momentos.
Ojalá que podamos ser testigos de ese giro de las fuerzas sociales que transforman la historia.
Mientras esto se determina, me quedo con el hombre que entrega el corazón en sus intentos.
Saludos optimistas...
Mabe
moradelabe@gmail.com
¿En serio crees que el filósofo que te regala este espacio es tan ingenuo en su interpretación, que cree que una sola fuerza puede arrastrar el edificio nacional de este presente que hoy vive México?
Pero dime tú, ¿cómo convocas a todas las fuerzas a dar un golpe de timón y cambiar el rumbo de la Nación hacia un porvenir verdaderamente justo?
Si finalmente hay lo que hay, yo, como el viejo Sócrates, tomaré partido por la ciudad. En otras palabras, seré ese ciudadano coherente con la observación cabal de mi presente.
Si tuvieras decencia y humildad, te disculparías de ya. Pero lo que mejor puedes hacer es estudiar de verdad; y mejorar tu estilo y madurar tu intelecto.
Buena suerte.
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