Sunday, March 18, 2012

ANOTACIONES ZOMBIES.

1. Se reducen los espacios del texto, se adelgazan los artefactos del mundo tecnológico, la imagen plana domina toda realidad, las páginas impresas ahora deben parecer portales cibernéticos, los antes bibliófilos claman porque ya no se compren libros para las bibliotecas públicas sino que se proceda a su digitalización. El yo difuso que provoca el ver como única acción cognitiva del homo videns reemplaza al yo vertical que surge en el acto complejo del comprender característico del homo sapiens. Pero los cuerpos humanos cobran venganza de la bidimensionalidad vicaria y artificiosa, de la meliflua simplificación del contexto y el volumen, de la reducción virtual de los objetos, y entre los sedentarios habitantes de las sociedades modernas se ceba la pandemia del ensanchamiento que llamamos obesidad.

2. Viajando en un tranvía praguense, Franz Kafka sintió de pronto una total inseguridad sobre su lugar en el mundo, en la ciudad, en su propia familia. ¿Qué sentirá al respecto aquel que va aplastado por la muchedumbre en un vagón de metro de cualquier megaciudad? Acaso ni siquiera sienta: es la única estrategia posible ante una situación insoportable donde las preguntas por el sentido existencial y el lugar de cada uno en el mundo tardomoderno ya no se pueden ni se deben formular.

3. Como sólo conocemos una pequeña parte de la historia humana (del siglo VI a. C. hacia atrás todo es mito, leyenda o fantasía especulativa), creemos que siempre ha estado determinada por la extrema crueldad y que el mundo, como escribió Schopenhauer, “no es solamente un infierno, sino que sobrepasa al de Dante en tanto que cada ser humano debe ser un demonio para con el otro”. Pero el filósofo alemán hablaba de este mundo moderno, no del mundo en general. Hubo épocas humanas distintas al horror actual en el pasado remoto, y las habrá sin duda en algún futuro histórico.

4. El desmembramiento y el degüello de los cuerpos asesinados en la guerra criminal corresponden, tanto semántica como escénicamente, al desmembramiento moral y a la degradación psíquica tan frecuente y generalizada en estos días aciagos. Dado que todo se ha cosificado, las sentencias del pesimismo (un mero optimismo bien informado) deben considerarse una y otra vez, así superficialmente parezcan atroces, desalentadoras o paralizantes. Ellas llevan a comprender, a abrazar y ceñir, a rodear por todas partes algo, a penetrar en ello, a provocar en nosotros lo que Sorel llamó “disponibilidad”: estar listos para, prepararse ante, prevenir lo que vendrá.

5. “El mundo es un escenario, y los hombres y las mujeres son meros actores en él”, dijo famosamente Shakespeare en Como gustéis. Cuatro siglos después Martin Buber, citado por Borges, escribiría “que vivir es penetrar en una extraña habitación del espíritu, cuyo piso es el tablero en el que jugamos un juego inevitable y desconocido contra un adversario cambiante y a veces espantoso”. Tal vez lo esencial de estas reflexiones ---la primera un anticipo amable de la crudeza de la segunda--- sólo consista en la doble circunstancia del juego y la representación, es decir, de su impermanente insustancialidad. Actuamos, jugamos, terminamos. ¿Qué viene después?

6. Mientras agonizaba, el emperador Augusto preguntó a quienes estaban alrededor de su lecho cómo había desempeñado su papel. Pidió entonces, cesárea ironía, ser aplaudido por ellos y cerró los ojos después. Séneca aconsejaba ---consolación de la filosofía--- consumir la vida antes de morir. Cumplir a conciencia el papel asignado y no quejarse al destino por el reparto, sabiendo que toda obra escénica habrá de terminar. La muerte es el único día democrático para todos, pero hoy se precipita por mano ajena y no hay garantía alguna de que llegue a tiempo, que avise de su presencia, que sea justa y merecida o cuando menos lógica, aceptable, habitual.

7. Los zombies, cuerpos inanimados que las artes brujeriles reviven, ahora salen a las calles en legión. Provienen de las películas de moda como parte de una simbolización donde lo humano conocido se transforma porque el pasado ya no ilumina el futuro y el espíritu camina en la oscuridad. Zombies tecnológicos, zombies emocionales, zombies somáticos. Tal es la variante anunciada de una pesadilla necrófila que se quiere globalizar. Quedan en pie las formas de la resistencia cultural y entre ellas la indagación paranoica: ¿estamos vivos o estamos muertos? Preguntarnos sigue siendo la manifestación plena de nuestra vitalidad inteligente, de nuestra humanidad.

8. Tribulación, palabra derivada de tribula, un rastrillo que se usaba para separar la paja del trigo. Entendido de tal manera, el dolor lacerante de la época no es lo que superficialmente parece ser sino lo que en el fondo significa: toda tragedia atribulante es una criba, una purificación. Jacinto Benavente decía que en el placer nos gastamos y que en el dolor nos hacemos. Pagamos en nuestra época el durísimo peaje histórico de un mundo que se derrumba y de otro que aún no aparece, pero ésta es la circunstancia que nos ha sido dada para vivir. La única función de la conciencia es encontrarle sentido, así, paradójicamente, la realidad aparente no tenerlo.
9. La mirada de la inteligencia, afirmaría el filósofo, lleva la impronta de servir a la voluntad. Amarga es entonces la sustancia del reconocimiento aunque indispensable para seguir en movimiento, vivir con los ojos abiertos y con la mente dispuesta a comprender. Existe un consuelo incuestionable: decirnos siempre a nosotros mismos, en toda circunstancia: también esto pasará. O como proponen los alquimistas: disuélvelo y coagúlalo. O como clamaría el místico cristiano: despéñate, torrente de la inutilidad.

Fernando Solana Olivares.

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