LOS INFLEXIBLES / y II
La inflexibilidad se entiende como una constancia y firmeza del ánimo que no se conmueve, no se doblega ni desiste de su propósito. Toda moral autoritaria es inflexible, toda devoción literal también. Las religiones abrahámicas se originan en una inflexibilidad propia del estadio agrícola del desarrollo humano, un periodo fundamentalmente masculino cuyas razones corresponden a causas tecnoeconómicas, a fuerzas básicas de producción (el reemplazo del azadón por el arado de tracción animal), que determinan las relaciones sociales y construyen un nuevo modelo teológico y cultural en el cual las deidades primarias son varones.
De ahí proviene, según pensadores como Ken Wilber, el patriarcado histórico, el gobierno del padre donde Dios es un hombre con quien los hombres hablan directamente y las mujeres lo hacen a través de ellos. Sintetizando la sucesión del desarrollo humano, Wilber señala que las diversas etapas del mismo han ubicado al Espíritu (un término que suele entenderse como equivalente a la divinidad) de diferentes maneras.
La etapa mágica, recolectora y hortícola lo situó en la biósfera, en el “ahí afuera”, y la etapa agrícola primaria lo ubicó más allá de la estratósfera, en el cielo mítico inmóvil de “ahí arriba”. Paradójica y complementariamente, las grandes culturas agrícolas iniciaron también aquellos impulsos determinantes que situarían al Espíritu en la conciencia del individuo, en el “aquí adentro” del ser humano, vinculándose con él mediante “la puerta de la subjetividad profunda, de la conciencia interior, de la meditación y de la contemplación”.
El pensamiento religioso ortodoxo está fatalmente atrapado en una visión mítico-agraria del mundo y no puede comprender que la evolución misma en todas sus expresiones, desde las biológicas hasta las civilizacionales ---incluida en esa evolución la relectura, la reinterpretación del mensaje pretendidamente divino---, es “la forma y modalidad de las creaciones del Espíritu”, representa no las desviaciones de principios equivocadamente concebidos como estáticos sino los desarrollos inevitables y necesarios de los mismos.
Pero nadie da lo que no tiene, así que resulta inútil y hasta ingenuo pedir que las gerontocracias religiosas masculinas y misóginas acepten, como diría Alfred North Whitehead, que “el último principio metafísico es el avance creativo hacia la innovación”. Entendido así, el Espíritu es creatividad, una creatividad autotrascendente ---aquel proceso, según la definición de Wilber, poseedor de “la asombrosa capacidad de ir más allá de donde anteriormente se encontraba”--- que da lugar a las formas evolutivas donde se incorpora lo que ya era y se integran nuevos componentes. De ahí se sigue que todo nivel evolutivo superior se define por la posesión de las cualidades esenciales del nivel inferior más algo adicional.
Una evolución del cristianismo patriarcal inmóvil comprendería la integración de las mujeres al ministerio sacerdotal, la superación del celibato medieval y una perspectiva renovada sobre la sexualidad y el control de la natalidad. Sin embargo, ese doble desfiguramiento estructural que parece caracterizarlo: el origen egipcio de Moisés y la adopción de su narrativa teológica, más la traducción farisea unilateral elaborada por Pablo acerca del mensaje apostólico de Jesús, hacen de la Iglesia católica romana actual una institución propia del pasado histórico, disfuncional en el presente de la sociedad y, sobre todo, ajena radicalmente al futuro de una civilización superior en la que la espiritualidad, tal como lo propone el mesurado y siempre adaptable budismo, no corresponda al sistema de creencias basadas en principios metafísicos, dogmas, ritos y plegarias, sino al desarrollo de cualidades humanas como el amor, la compasión, la paciencia, la tolerancia, el perdón, el sentido de responsabilidad con la biósfera, con uno mismo y los demás.
La rama seca es inflexible y se rompe, la rama verde se dobla y debido a ello no se quiebra. El consejo taoísta de Lao-Tse: “cede y permanecerás intacto”, es desconocido por un dogma cristiano vertical y autoritario que se autoproclama divino pero que es miserablemente parcial y humano, propio de un mundo bidimensional donde no se concibe la existencia de estadios superiores de evolución de la conciencia. Fluido ininterrumpido en constante movimiento: así es la naturaleza profunda de la realidad. La Iglesia no cambia pero sus fieles y devotos sí, por eso la dejan.
Fernando Solana Olivares.
3 Comments:
Pero también, son millones los que ahora todavía la siguen ávidos de su bendición... Y hay que ver el poder que estas gerontocracias detentan: millones se inclinan y les besan la mano con sumisión y respeto, entre ellos, millones de mujeres... Creo que la Iglesia es todavía una institución muy fuerte, como Ud lo describe en su ensayo magistral. Donde vaya que se aprende cómo tiene historia y justificación nuestro presente, en base a la construcción social de las instituciones... y el gran capital y los dueños del mundo y
un montón de otras cosas que Ud sabe y dice mejor que yo...
Gracias por regalarnos esto, Maestro... lo seguiré leyendo.
Saludos cordiales
Mabe
Pero qué corta me quedé y qué pretenciosa! No sólo sabe Ud más que yo, eso es evidente, sabe Ud más que todos los filósofos que he conocido en la actualidad!!! Discúlpeme si soy un tanto personal, soy estudiante de filosofía, y me sucede a menudo que me siento intimidada por mis maestros y digo zonzeras, cuando éstos son como Ud, luminarias en su campo, en su arte, con todo respeto y si me permite el término... A mi mente alimentan y mi espíritu enriquecen... me devuelven la fe en el hombre, de algún modo me alivian... me recuerdan a un Sócrates, a un Gorostiza y a tantos otros. No puedo (ni quiero) evitar atender a la coherencia del discurso inteligente, de la palabra cargada de sentido; hay voces que no se pueden desestimar, y a veces tengo la osadía de acercarme a ellas...
Pero basta de halagos y disculpas que de tanto repetir perderían sentido; sepa que le estimo, sin más.
De nuevo le agradezco.
Mabe
Mabe:
Podría enviarme su correo para estar en contacto por ese medio.
Saludos.
Fernando Solana Olivares.
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