EL MAL FARIO DE OAXACA.
El jueves 22 de octubre recibí un correo electrónico que a continuación transcribo: “Hoy nos despertamos en Oaxaca sin Juárez con la inesperada noticia de que Gabino Cué reculó en su empecinamiento para arrasar el Cerro del Fortín con su centro cultural y de convenciones, y se lo llevará a otra parte. Después de tirar quién sabe cuántos millones de pesos en una campaña para promover la construcción de ese adefesio; después de gastar cinco o seis millones más en una ‘consulta pública’ amañada e inútil; de pagar a un ejército de cetemistas durante cinco meses para mantener sitiado el cerro con todo y camiones de volteo que usaron como tanques de guerra, y de pagar a cobardes hackers para que amenazaran de muerte y calumniaran a Francisco Toledo y Sergio Hernández (opositores públicos al ecocidio), Cué y su secretario consentido Zorrilla tiraron la toalla y se van a otra parte con sus convenciones y su cultura (que quién sabe dónde iba a tener sitio en el armatoste). Celebramos la reculada del desgobernador pero tememos lo que su pobre planeación nos depare con este centro descentrado y desplazado. A lo mejor se le ocurre ponerlo en medio del Atoyac o sobre alguna pirámide de Monte Albán. […] Lo malo es que el estacionamiento para 600 automóviles se sigue construyendo donde arrasaron un parque infantil y un bosque, al pie del cerro. Ese lugar tiene mal fario. Ahí estuvo a punto de quedar embarrado bajo un coche el buen Oliver Sacks cuando estuvo en Oaxaca”.
No es la primera vez, y por desgracia no será la última, que alguien menciona el mal fario de Oaxaca. Además de este corresponsal (quien debe permanecer anónimo, pues si personajes tan conspicuos como Toledo y Hernández corren serios riesgos a pesar de su gran visibilidad mediática cuando enfrentan y denuncian las aberraciones del poder político y económico, un ciudadano común y corriente puede ser destruido), en otros conflictos y otros espacios se ha invocado ese destino regional aparentemente inevitable, que la sabia autoironía del humor popular explica como un acto de compensación metafísico: si bien la divinidad otorgó a Oaxaca los bienes mayores de la feracidad inagotable, del talento artístico, de la belleza inmensa, también puso ahí a los oaxaqueños, a sus oligarquías autoritarias e ineptas, irracionalmente destructoras e insaciablemente corrompidas.
Gabino Cué y su gobierno son otro fiasco, otro desengaño más de la “alternancia” política mexicana, en este caso hecha posible no por él mismo ni por sus méritos, que sólo consisten en haber sido el mediocre y servil delfín del ex gobernador Diódoro Carrasco, sino por el esperpéntico gobierno priísta de Ulises Ruiz y la insurrección popular de 2006 que su mal gobierno originó. De otro modo, sin el voto de castigo al PRI, el anticarismático Gabino Cué, un hombre cuyo talento es no tener ningún talento, jamás habría ganado la gubernatura oaxaqueña.
En el largo relato de doce cuartillas enviado por el corresponsal anónimo, un “concentrado de infamias” como lo llama, queda claro que el escandaloso proyecto y las acciones para imponerlo destruyeron ya la escasa credibilidad que quedaba al gobierno de Gabino Cué y sus funcionarios-socios. Entre ellos, el empresario hotelero y secretario de Turismo y Desarrollo Económico José Zorrilla de San Martín Diego, uno de los propietarios del emblemático Hotel Victoria, situado a escasos cientos de metros de donde se proyectó construir el centro de convenciones y único establecimiento que contaría con acceso directo al mismo mediante un corredor especial.
No alcanza el espacio de esta colaboración para consignar las múltiples atrocidades del asunto, como las del montaje de una consulta ciudadana cavernícola y antidemocrática que desde el Instituto Electoral oaxaqueño se fingió realizar por instrucciones de Gabino Cué. Baste decir que “en cuanto se difundieron los pobres y dudosos resultados de la consulta, en Twitter fue lanzado el hashtag #MuerteaToledoylosenemigosdelCCO, con un llamado especial a matar al septuagenario artista y a Sergio Hernández”, a pesar del resultado supuestamente favorable a la construcción en una zona de alta sismicidad y antiguo baluarte sacramental protegido desde la época de Lázaro Cárdenas.
Gabino Cué dejará el gobierno históricamente deshonrado aunque impunemente enriquecido, luego de destruir un poco más a Oaxaca. Y luego nos preguntamos por qué la violencia popular, por qué el profundo hartazgo de la gente.
Fernando Solana Olivares.
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