Friday, October 16, 2009

LA ESCENA ELÉCTRICA

Si la selección mexicana hubiera perdido su pase al mundial de Sudáfrica, el gobierno de Felipe Calderón no habría anunciado la liquidación de la empresa Luz y Fuerza del Centro. ¿Tiene que ver una cosa con otra? Parece que sí.
Más allá de su necesidad táctica, indispensable ahora en la realidad orwelliana, los espectáculos siempre han cumplido un papel político. Las masas no piensan y los hinchas exultantes tampoco. Sin embargo, la tajante intervención presidencial a la empresa, al presentarse en el distraido contexto de una victoria futbolística patria, de alguna manera (o durante algunas horas, siempre inestimables para dilatar el primer impacto de un acontecimiento) escabulló el bulto y mostró su condición de cálculo, de doble intención.
No es nuevo que así sea, siempre es así. Pero hay matices. Esta vez el decreto presidencial y sus consecuencias se aventuran en una zona que puede resultar más compleja y azarosa que el narcotráfico ---ausente desde hace semanas en el monótono discurso del ejecutivo---, si el golpe al Sindicato Mexicano de Electricistas da lugar al surgimiento de un poderoso polo opositor unificado contra el régimen panista, el cual se antojaría orgánicamente inepto por débil para enfrentar un reto así.
Y sin embargo, ese mismo régimen ha optado por una medida de fuerza a partir de argumentos legítimos: la bizarra condición de una empresa estratégica altamente ineficaz y corrompida, indefendible desde cualquier perspectiva económica o política, pero la cual se liquida con métodos tan cuestionables que ponen en duda (o evidencian) las verdaderas razones del exabrupto presidencial. El ejército ya está en las calles y las soluciones policiacas son recurrentes como forma de gobierno. Las leyes han avanzado hacia la consolidación de un Estado más autoritario y represivo, el mismo que asesta el golpe contra un sindicato emblemático de la izquierda mexicana.
Parecería que ese autoritarismo teórico y práctico, esa “mano dura” del gobierno, simplemente responden, una vez más desde la modernización priísta, al seguimiento ortodoxo de la doctrina del shock económico: disminución del gasto social, desregulación jurídica y privatización de bienes públicos, protegida toda esta “política” económica por el estado policial-militar encargado de reprimir y escarmentar las protestas sociales que la violencia de la misma genere. Paradoja nacional o miseria de sus dirigentes o mal karma histórico: mientras los centros económicos de todo el planeta atemperan el salvaje liberalismo friedmanita, vigorizan la economía de la gente, disminuyen los impuestos y eficientan el gasto público, en México ocurre lo contrario, las autoridades dan otra vuelta de tuerca al exprimidor: ahora sigue lucrar con la energía eléctrica.
Hay momentos en los que debe tomarse partido y para muchos éste puede ser uno de ellos, cuando un sindicato combativo y “democrático”, según la viciada usanza gremial de la izquierda mexicana, corrupto y clientelar, sobrepagado mediante un contrato colectivo impensable en estos días de horror económico, quizá será capaz de galvanizar un amplio y en parte difuso horizonte de descontento, de hartazgos colectivos, de encabronamiento mayoritario, de desconfianza irreversible en la esfera gubernamental y en la clase política nacionales, dándole así a tantos ciudadanos una expresión articulada, simbólica y a la vez activa, que concentre los agravios sociales del sistema capitalista y el malgobierno endémico, del desempleo y la pobreza, de la desintegración y la miseria crecientes en el país.
Y dada la grave crisis de representación política vigente de derecha a izquierda en todo el país, un sindicato como el SME contaría con la legitimidad moral de la defensa de sus derechos, así varios hayan sido excesivos, y con la capacidad operativa de una estructura centralizada, que el tiempo ha vuelto resistente y flexible.
La parte contraria ya está haciendo lo mismo: aquel horizonte más delineado que el otro donde coinciden analistas, medios de comunicación, grupos empresariales, gobernadores, partidos, legisladores, todas las derechas locales, gente de buena fe y etcétera, unificado en la entusiasta aprobación de la medida y en la exigencia de avanzar en la supresión de los indebidos privilegios de otros gremios, y en lo que, eufemísticamente tratándose de nuestro país, se denomina “competitividad”. Los 1,000 kms de fibra óptica de la compañía de Luz y Fuerza del Centro, y el multimillonario negocio potencial del triple play que significan, son una parte esencial del decreto presidencial emitido un domingo: en la degradación de los significados que también nos aqueja ese botín suculento encarna dicha “competitividad”.
Son muchos los frentes de disputa y confrontación que se van abriendo en el régimen panista. Y no se ve claramente, hasta ahora, dónde desembocarán. Como suele ocurrir en la doctrina de la aparición simultánea, cada causa anuncia ya su efecto. Pero el tema, a menudo torturante, es que éste sólo se muestra y cobra sentido cuando finalmente ocurre. Igual funcionan los oráculos: se comprenden hasta que sucede lo que advirtieron, antes no.
Dios quiera que la selección mexicana no vaya a ganar el mundial de Sudáfrica. El decreto presidencial emitido en tal fecha fantástica podría ser bastante más lamentable. Lo advirtió el Tarot de Jodorowsky: México es el país que se crucifica a sí mismo. Acaso después de que ello concluya sobrevendrá el equivalente mundano de la ascensión. Aunque sea a la mexicana.

Fernando Solana Olivares

1 Comments:

Blogger Ariel Tepanahui said...

De igual manera puede especularse que esas críticas de las que hace, son fruto de la manipulación de los contrarios al Estado (aun que despues de todo, todos son parte del mismo circo) ¿Quién le asegura que no? ¿su intuición? estos tiempos son un manjar para que los contrarios critiquen a diestra y siniestra los actos del Estado. Es obvio que la crisis inflama aún mas la ira y de igual manera puede ser un puerto para implantar ideas que en estados de confort no se aceptaría ¿pero por qué tanto renegar únicamente de México? ¡amigo, en todas partes es lo mismo!: Europa, EUA ¡donde sea! esa actitud de que México es lo peor de lo peor pues... no es muy objetiva. De hecho, me atrevo a decir que en las naciones modernizadas la ignorancia de los ciudadanos es aún mayor, o a su manera: ignorantes al estilo moderno. En tales lugares ni hace falta usar las armas o imponer leyes inpopulares: ahí el pueblo está demasiado anestesiado con materialismo e ideas progresistas y democráticas.

10:46 PM  

Post a Comment

<< Home