CONTACTO VISUAL
Ya poniéndose uno maniqueo, puede creer que hay mal y bien, blanco y negro, noche y día. Saltar por encima de los grados de la escala, ir hasta sus extremos, y sí: creer que los malos y los buenos. Nada de aquello sartreano de semivíctimas y semicómplices, como toda la gente. Un mundo bipolar: los ojetes y las buenas personas.
O simplemente los asustados, quienes no soportan el contacto visual con los otros, esos hombres y mujeres que sienten ser de cristal. Es más masculino reclamarlo, desde luego. Pero en el otro género también se hace:
---¿Qué me andas viendo?
Se lo dijo un hombre joven a otro mayor que llevaba lentes oscuros. Éste no lo veía especialmente, había hecho un rápido y efímero contacto visual con el sujeto pero ahora su atención estaba en otra cosa.
---¿Cómo puedes saber que te estoy viendo a ti? ---preguntó el otro, sorprendido, y se quitó los lentes para mirarlo a los ojos.
---Yo me fijo, yo me fijo ---respondió el paranoico, un poco descolocado y con la boca seca. Era un chofer de taxi que se fue a sentar en una banca cercana, con otros colegas tan dudosos como él.
El hombre, quien parecía estar esperando a alguien, siguió comportándose con normalidad y observando el soleado cielo donde comenzaba a llover, dando unos pasos por la acera, entrando y saliendo de la terminal cada vez que llegaba un camión.
Luego apareció un arco iris completo. Lo cruzaban grupos de garzas que iban de vuelta a pasar la noche en las lagunas. Podría ser que el hombre estuviera contando los grupos de aves a la espera de un cierto número de ellas, siete, por ejemplo, que le anunciarían la llegada de quien estaba esperando: su mujer, como luego se haría evidente.
La sentencia psicoanalítica asegura que el paranoico se pregunta a sí mismo si está vivo o está muerto. El hombre pensó en una variante: el paranoico cree que el otro vio algo oculto de él: su ser como una caja de cristal. A confesión de parte, relevo de prueba. ¿Qué había visto en verdad del sujeto para que él así lo creyera?
Se dio cuenta que había hecho contacto visual y verbal con el hampa paranoide y, cuando menos, con varios de sus energúmenos: el contactado mismo, un camarada suyo que lo triplicaba en peso y lo doblaba en altura, y otros con los cuales se había ido a la banca a sentar.
---Somos ángeles caídos, pero yo soy bueno y ellos son malos ---se dijo el hombre a sí mismo, recordando la cita evangélica: “¡Sé caliente o frío, puesto que si eres tibio, te vomitaré!” A continuación llegó su mujer. Dos grupos sucesivos de siete garzas acababan de pasar volando y el taxista reclamante ya se había marchado de la base de la estación para hacer un viaje.
“Lo que verdaderamente divide a los hombres no es la lucha por la vida o la lucha de clases, sino la guerra de los ángeles buenos contra los ángeles malos que habitan indistintamente la carne de los ricos y de los pobres, guerra que se remonta al origen de los tiempos y que continuará infatigablemente hasta la consumación de los tiempos”.
---Eso escribió en su exilio parisino el conde Emanuel Malynski, testigo presencial de la Revolución Rusa y de sus prolegómenos, luego de analizar en su libro La guerra oculta el complot financiero y político internacional para destruir el viejo régimen zarista e instaurar la dictadura bolchevique ---le contó por la noche el hombre a su mujer.
Buscaba equivalencias para acomodar lo ocurrido y la certeza tenida entonces sobre los buenos y los malos. Su mujer repuso:
---Es bastante maniqueo e incomprobable. La lucha por la vida puede argumentarse, la de clases también. Pero lo de los ángeles es metafísica. Y como no lo percibimos, de ello no se puede hablar.
Toda pareja se empeña en una tensión que oscila entre el diálogo, el monólogo y el silencio. Así que el hombre y la mujer se dedicaron a oscilar.
---Concedo que suena fantástico. Pero aunque sea lenguaje figurado, le creo a ese aristócrata muerto: “Una nueva época comenzaba en la historia del mundo. Con ella se iniciaba la era de las finalidades apocalípticas”.
---Te obsesionan los finales, ¿verdad?
---Son propios de esta época, cuando la única acción posible en un mundo en ruinas es mantener la coherencia, ¿qué no?
---Aun los ángeles tendrían que definir esa coherencia, dada la incoherencia de su situación: seres caídos en el mundo material.
Y por ahí siguió la plática, como si la realidad fuese un espejo de agua reflejante y feroz. Después todos durmieron, los buenos en su casa y los malos en la suya, pues el sueño unifica cualquier condición.
La moraleja resulta transparente y este hombre quizá la encontró. El momento actual no permite contactos visuales que lleguen a ser percibidos por aquella gente que está hecha de cristal. Y quitarse los lentes oscuros en tal caso habría sido una pura heroicidad: o el reclamante le partía la madre o sufría una descolocación.
Pero como los tiempos están moviéndose tan rápido, para estar a la altura de uno mismo y de ellos hay que estar a la altura del azar: desprevenidos. Igual que si otra comedia del arte surgiera entre nosotros, aquí precisamente en el nuevo medioevo de la tardomodernidad: la vida misma que requiere una improvisación constante y espontánea, aunque paradójica porque el hostil clima público a la vez ocupa tener mucha precaución. Y buena suerte. Si no...
Fernando Solana Olivares
O simplemente los asustados, quienes no soportan el contacto visual con los otros, esos hombres y mujeres que sienten ser de cristal. Es más masculino reclamarlo, desde luego. Pero en el otro género también se hace:
---¿Qué me andas viendo?
Se lo dijo un hombre joven a otro mayor que llevaba lentes oscuros. Éste no lo veía especialmente, había hecho un rápido y efímero contacto visual con el sujeto pero ahora su atención estaba en otra cosa.
---¿Cómo puedes saber que te estoy viendo a ti? ---preguntó el otro, sorprendido, y se quitó los lentes para mirarlo a los ojos.
---Yo me fijo, yo me fijo ---respondió el paranoico, un poco descolocado y con la boca seca. Era un chofer de taxi que se fue a sentar en una banca cercana, con otros colegas tan dudosos como él.
El hombre, quien parecía estar esperando a alguien, siguió comportándose con normalidad y observando el soleado cielo donde comenzaba a llover, dando unos pasos por la acera, entrando y saliendo de la terminal cada vez que llegaba un camión.
Luego apareció un arco iris completo. Lo cruzaban grupos de garzas que iban de vuelta a pasar la noche en las lagunas. Podría ser que el hombre estuviera contando los grupos de aves a la espera de un cierto número de ellas, siete, por ejemplo, que le anunciarían la llegada de quien estaba esperando: su mujer, como luego se haría evidente.
La sentencia psicoanalítica asegura que el paranoico se pregunta a sí mismo si está vivo o está muerto. El hombre pensó en una variante: el paranoico cree que el otro vio algo oculto de él: su ser como una caja de cristal. A confesión de parte, relevo de prueba. ¿Qué había visto en verdad del sujeto para que él así lo creyera?
Se dio cuenta que había hecho contacto visual y verbal con el hampa paranoide y, cuando menos, con varios de sus energúmenos: el contactado mismo, un camarada suyo que lo triplicaba en peso y lo doblaba en altura, y otros con los cuales se había ido a la banca a sentar.
---Somos ángeles caídos, pero yo soy bueno y ellos son malos ---se dijo el hombre a sí mismo, recordando la cita evangélica: “¡Sé caliente o frío, puesto que si eres tibio, te vomitaré!” A continuación llegó su mujer. Dos grupos sucesivos de siete garzas acababan de pasar volando y el taxista reclamante ya se había marchado de la base de la estación para hacer un viaje.
“Lo que verdaderamente divide a los hombres no es la lucha por la vida o la lucha de clases, sino la guerra de los ángeles buenos contra los ángeles malos que habitan indistintamente la carne de los ricos y de los pobres, guerra que se remonta al origen de los tiempos y que continuará infatigablemente hasta la consumación de los tiempos”.
---Eso escribió en su exilio parisino el conde Emanuel Malynski, testigo presencial de la Revolución Rusa y de sus prolegómenos, luego de analizar en su libro La guerra oculta el complot financiero y político internacional para destruir el viejo régimen zarista e instaurar la dictadura bolchevique ---le contó por la noche el hombre a su mujer.
Buscaba equivalencias para acomodar lo ocurrido y la certeza tenida entonces sobre los buenos y los malos. Su mujer repuso:
---Es bastante maniqueo e incomprobable. La lucha por la vida puede argumentarse, la de clases también. Pero lo de los ángeles es metafísica. Y como no lo percibimos, de ello no se puede hablar.
Toda pareja se empeña en una tensión que oscila entre el diálogo, el monólogo y el silencio. Así que el hombre y la mujer se dedicaron a oscilar.
---Concedo que suena fantástico. Pero aunque sea lenguaje figurado, le creo a ese aristócrata muerto: “Una nueva época comenzaba en la historia del mundo. Con ella se iniciaba la era de las finalidades apocalípticas”.
---Te obsesionan los finales, ¿verdad?
---Son propios de esta época, cuando la única acción posible en un mundo en ruinas es mantener la coherencia, ¿qué no?
---Aun los ángeles tendrían que definir esa coherencia, dada la incoherencia de su situación: seres caídos en el mundo material.
Y por ahí siguió la plática, como si la realidad fuese un espejo de agua reflejante y feroz. Después todos durmieron, los buenos en su casa y los malos en la suya, pues el sueño unifica cualquier condición.
La moraleja resulta transparente y este hombre quizá la encontró. El momento actual no permite contactos visuales que lleguen a ser percibidos por aquella gente que está hecha de cristal. Y quitarse los lentes oscuros en tal caso habría sido una pura heroicidad: o el reclamante le partía la madre o sufría una descolocación.
Pero como los tiempos están moviéndose tan rápido, para estar a la altura de uno mismo y de ellos hay que estar a la altura del azar: desprevenidos. Igual que si otra comedia del arte surgiera entre nosotros, aquí precisamente en el nuevo medioevo de la tardomodernidad: la vida misma que requiere una improvisación constante y espontánea, aunque paradójica porque el hostil clima público a la vez ocupa tener mucha precaución. Y buena suerte. Si no...
Fernando Solana Olivares
2 Comments:
Gracias por su prosa prolija y por su manera poética de razonar.
Si. Es el desconcierto de vivir en sociedad.
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