Thursday, July 30, 2009

LA FECHA TAJANTE / I

1. Existe una fecha ineludible para todos y para todo. Muy pocos logran conocerla, pues el conocimiento del futuro les está vedado a los seres humanos.

2. La cláusula anterior comienza con una obviedad y concluye con una inexactitud. Sí, todos pereceremos y hasta el mismo universo lo hará, qué primicia, pero es impreciso y hasta indemostrable asegurar que el vislumbramiento del porvenir resulta algo prohibido.

3. No solamente hay profetas y profecías, que se dividen en tres clases: las de conminación o amenaza, cuando el suceso futuro ya está en la misma causa que lo provocará; las de predestinación, cuando se conoce lo que la voluntad divina ha determinado hacer; las de presciencia, cuando se sabe lo que los hombres libremente harán. También hay profetizaciones poéticas como las de César Vallejo: “Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo...”.

4. La profecía de predestinación invariablemente es positiva, la de presciencia puede ser buena o mala, y la de conminación o amenaza no siempre llegará a cumplirse porque no predice un suceso en sí mismo sino una causa que lograría o no alcanzar un cierto efecto.

5. Voluntad divina, se consignó antes. Desaparezcamos el término para seguir hablando de lo que sabemos antes de lo que no sabemos, salgamos del orden de los principios y vayamos al de las adaptaciones, aunque aquello sobre lo que nada sabemos sea determinante para lo que ahora nos preguntamos: 21/XII/12, la más reciente de las profecías del fin del mundo en circulación.

6. Acaso porque Mateo el evangelista advierte: “Velad, pues no conocéis en qué día va a llegar vuestro Señor”, las ocasiones proclamadas por los profetas cristianos como la última fecha del mundo son las más abundantes de cualquier religión. Esa compulsión escatológica significa una herencia cultural.

7. Noventa y ocho profetas y/o profecías registra la “Enciclopedia de los videntes” recopilada por John Hogue. Una de las más inquietantes, por general y lacónica, es la última frase de la visión que a principios del siglo pasado tuvo la condesa Francesca de Saboya, quien en las fiestas divertía a la aristocracia europea con sus intuiciones proféticas: “Que el Señor conceda a mis nietos la gracia de la perseverancia en los durísimos tiempos que se avecinan”.

8. Ya diría Gurdjieff, el extraño maestro venido del Cáucaso, citado por su adepto Ouspensky, que “a fin de conocer el futuro primero es necesario conocer el presente en todos sus detalles, así como el pasado. Hoy es lo que es porque ayer fue lo que fue. Y si hoy es igual que ayer, mañana será igual que hoy. Si quieres que mañana sea diferente, debes hacer que hoy sea diferente”.

9. El problema de la literalidad agobia la comprensión cabal del campo profético, cuyos contenidos parecen estar en el orden de lo metafórico antes que en las imágenes específicas que se emplean para transmitirlos. Según diversos autores que comparten dicha perspectiva de interpretación simbólica, los cuatro jinetes del Apocalipsis ya están activos en el mundo: la superpoblación es el primero, el desastre ecológico y sus ominosas consecuencias representan al segundo, el mal-estar contemporáneo con todas sus variantes corresponde al tercero, y el armamentismo y la Tercera Guerra Mundial (un Armagedón que para muchos ha iniciado desde el 11-S aunque sea todavía en un curso de baja intensidad) al cuarto y último.

10. “El engaño de las profecías” le llama René Guénon al tema, quien reitera que el término sólo puede aplicarse a los anuncios de acontecimientos futuros contenidos en los libros sagrados de las diversas tradiciones, que provienen de una inspiración de orden “puramente espiritual”. Así, desmonta patrañas tales como las profecías de la Gran Pirámide, construidas y divulgadas, afirma, para aumentar el desorden de nuestro momento histórico sembrando por doquier la turbación y la ansiedad, con la intención no manifiesta de “crear un ‘estado de ánimo’ favorable a la realización de ‘algo’.” No en balde el mismo Guénon advirtió que todo “fin de un mundo” no es nada más que el fin de una ilusión.

11. Tal como la época actual es ciegamente racionalista, también resulta ser enfermizamente sentimental. Pero más allá de la flaccidez intelectual característica de la New Age (partidas equivocadas en dirección correcta o chapoteos en los bajos fondos de la verdad posible), y las vibrantes convocatorias al amor evolutivo que sus adherentes creen atisbar en el solsticio de invierno de 2012, autores como Roberto Vacca no tienen que invocar ningún alineamiento galáctico a suceder próximamente para advertir que la supervivencia de nuestra civilización depende de frágiles supersistemas que están sostenidos por una única fuente energética, el combustible fósil, y cuya interdependencia puede hacer que el colapso de uno de ellos ---información, telecomunicaciones, medicina, transporte, producción y distribución agrícola global, etcétera--- tenga efectos globales irreparables sobre todos los demás.

12. Osho, un controvertido místico y maestro espiritual hindú contemporáneo, afirmó en una de sus obras publicada en 1984 lo siguiente: “Aunque en teoría no hay nada que sea inevitable, en realidad hay cosas que casi lo son. La gente cree que las guerras suceden en el futuro, mientras que de hecho suceden en el pasado: la lucha no es sino una consecuencia de muchos acontecimientos que ya han tenido lugar. Desde esta perspectiva, las causas de la Tercera Guerra Mundial ya han ocurrido. Hay, por tanto, una posibilidad muy remota de que la contienda no llegue a producirse”.

13. Lo que será es porque antes ha sido.

Fernando Solana Olivares

0 Comments:

Post a Comment

<< Home