SALDOS PARCIALES.
Un porcentaje más alto del esperado salió a votar. El voto fue diferenciado pero no se atomizó. La jornada y el proceso transcurrieron en calma a pesar de todo. Surgió el fenómeno de los candidatos independientes: El Bronco, Kumamoto, Clouthier, y los suprapartidarios: Alfaro. La política sólo es el arte de lo posible.
Los analistas sesgados vibraron de emoción al descubrir que el PRI y su aliado canalla, cuya mercadotecnia política orwelliana es el atrevimiento, la impunidad y la obscena compra de adhesiones mediáticas, tendrán mayoría para sacar el presupuesto de Peña y su secretario Videgaray. Un triunfo relativo para un abollado presidente cuyo sexenio ya terminó y un movimiento en el tablero de los adelantos.
El sistema político mexicano, en su incesante fuga hacia adelante, hasta al joven político Kumamoto, recién elegido diputado local de Jalisco en un distrito donde comenzó su campaña con unos cuantos pesos, muy pocos, apoyado por un reducido grupo de chicos tan jóvenes cómo él, y recibió un inesperado y holgadísimo número de votos, le manda a preguntar a través de un locutor sorprendido cuál será su próximo intento.
La paradoja es profunda. Kumamoto es uno entre ahora miles: comenzó siendo solo. Él se define a sí mismo como un mensajero de otros mensajeros. Hermes cumple esa función entre los hombres y los dioses, entendidos éstos como estados de conciencia distintos, diferenciados. Hermes Mercurio los vincula.
Esta fue la escena por aquí: votaciones intermedias crispadas; el tripartidismo puesto en jaque, parcialmente derrotado; la gente asumiendo una responsabilidad común, una gramática de la pertenencia mutua; los curas desfilando en su fiesta religiosa anual, los futbolistas jugando y las televisoras interviniendo en la jornada hasta donde pueden hacerlo: menos de lo que se les concedía. Como la televisión es un medio auto referencial, ella dice de ella misma que es mucho más determinante de lo que en verdad es.
El pequeño formato mercurial de Kumamoto está compuesto de ideas concretas. Setenta mil pesos mensuales tomados del salario “sobrepagado”, como lo llama él, que reciben los diputados locales, los destinará a financiar análisis e iniciativas de consulta y planeación que le permitirán presentar leyes y promover las figuras del referéndum, la consulta y la revocación. En el México real esta iniciativa es radical, y de tan obvia, urgente. Como si la política por fin generara su propia necesidad.
Se dice que el triunfo de El Bronco tuvo que ver, sobre todo, con el apoyo de la oligarquía regiomontana. Es posible que dicho factor, uno entre los otros, haya resultado también determinante. La historia política de las democracias no registra el fenómeno de los candidatos independientes con particular duración y relevancia. Pero México es un país estrambótico, exógeno, y lo que en aquellos lados no funciona aquí puede servir.
La descomunal tarea de remover un sistema tan denso como el nacional, tan genéticamente arraigado, tan culturalmente idiosincrático, es equivalente al mito de Hércules en los establos de Augías, quien logra limpiarlos desviando hacia ellos el caudal de dos ríos. Tal es el tamaño de la deconstrucción, del desenterramiento de estratos. Entre tanto lleguen esos fenómenos de choque (los vecinos guatemaltecos están a punto de defenestrar a su corrupto presidente, habiéndolo hecho con otros altos funcionarios) la vida política mexicana sucede en sus propios términos e inesperada velocidad.
El sistema político está herido de muerte y hay que rehacer el pacto social porque el país sigue pudriéndose entre la corrupción, la impunidad y la violencia, entre el malgobierno sistemático y la prevaricación habitual, entre la partidocracia y los poderes fácticos. Entre la mala leche y la mala ley. Todo consiste en que nos alcance el tiempo para ello.
Uno puede pensar que no será posible. Está en el orden de la eventualidad. Lo mismo puede razonarse que sí. Está en lo posible imaginable. Entre estos polos equidistantes sucede la verdadera realidad, la que al tramitarse a sí misma se manifiesta.
Lo interesante será lo desconocido: el beneficio de la duda o la suspensión temporal de la incredulidad. El caldero nacional sigue ebullendo. Su hervor esta vez fue inesperado. Pero ayer comenzó mañana, como suele ser.
Fernando Solana Olivares.
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