Friday, June 01, 2012

EL CONSENSO FABRICADO.

La Causa y el Efecto, esos cancilleres de Dios como los llamaba Ralph Waldo Emerson, entre nosotros son constante y a veces miserablemente confundidos. La última muestra de ello es la inesperada irrupción crítica de los jóvenes universitarios en la disputa electoral, exigiendo la objetivación democrática de los medios masivos de comunicación y rechazando la construcción publicitaria de un presidente investido ---y en consecuencia impuesto--- mediante el avasallante mecanismo ideológico que se conoce como consenso fabricado. El coro insensato de aprobación que acepta sin cuestionar el statu quo, que rechaza pensar en cualquier alternativa distinta pues considera el presente como una sustancia inmóvil, de inmediato descalificó el movimiento estudiantil llamándolo manipulado y, en el colmo del abuso semántico, hasta fascista. Así, en un ambiente que parecía de capitulación social generalizada, de pronto surge un elemento imprevisto cuya naturaleza, antes que representar una cuestión política, pertenece a una dimensión moral. Causas que llevan a efectos, esa operación analítica impedida por la visión unilateral predominante ---impedida mediante una “acción policiaca de límites discursivos sobre lo que está y no está permitido” pensar y hacer, según la definiría Edward W. Said---, es lo que sostiene y explica la insurrección estudiantil ante el catastrófico panorama existente para los 53 millones de jóvenes menores de 24 años en el país, 60 % de los cuales no conseguirá un empleo, no más del 15% tendrá una opción educativa y 8.5 millones de ellos no podrán ni estudiar ni trabajar. Se entiende entonces ---sin tener que recurrir a ninguna teoría de la conspiración (las cuales siempre se utilizan en el consenso fabricado contra las protestas de los opositores al statu quo y jamás se aceptan para explicar las razones de lo existente, de tal manera que los estudiantes sí están manipulados pero desde luego que la mafia oligárquica y conspirativa de los poderes fácticos denunciada por López Obrador no es más que una ilusión paranoica), o a algún simplificante y reductivo lugar común (los jóvenes son contradictores y revolucionarios simplemente por ser jóvenes)--- que la irritación estudiantil sea dirigida, además de contra los monopolios mediáticos, contra el candidato priísta cuya dilatada ventaja electoral, aceptando sin conceder que sea cierta, obedece a un diseño extra-electoral semióticamente evidenciado hasta en su misma publicidad política. “Tú sabes que voy a cumplir” afirma una y otra vez el telegénico Peña Nieto en sus anuncios electorales. ¿Por qué afirma que el televidente lo sabe, por qué cree que debería saberlo? Porque durante los seis años de su gobierno en el Estado de México apareció todos los días de la semana en los noticieros de Televisa “cumpliendo” acciones y compromisos públicos. El consenso fabricado elaboró visual y previamente ese saber que hoy los televidentes poseen y al cual se dirigen las técnicas ocultas de la persuasión política. Ante ello, el voto razonado, informado y reflexivo que exigen y proponen los jóvenes en esta insólita primavera de la conciencia estudiantil mexicana, representa un acto de la memoria recuperada contra el olvido inducido por la sociedad del espectáculo, y del escepticismo inteligente frente a la trivialización cotidiana del fast thinking mediático, al desprecio cultural del pensamiento complejo, que cabe entero en las dos palabras utilizadas como epígrafe por E. M. Forster en su novela Howard’s End: “Sólo relaciona”. Sin esa capacidad de vinculación comparativa entre los fenómenos y las circunstancias, entre los hechos y sus interpretaciones, y dado que todo está gobernado por la ideología y el control político, por un mecanismo omnipresente que responde a poderes transnacionales y en el cual las élites políticas e intelectuales hegemónicas actúan como sus agentes, es imposible saber con certeza qué pasa. El movimiento #Yosoy132 ya obtuvo victorias y forzó consecuencias. No solamente la reacción coyuntural de las televisoras en cuanto a la cobertura informativa de las protestas del movimiento y la transmisión del próximo debate, sino la visibilización de un pensamiento juvenil que se resiste al fatalismo inmóvil, a la indiferencia enajenada y a la cosificación de la realidad, a pesar de la brutalidad epistemológica del consenso fabricado, de la política del miedo y la banalidad. Toda experiencia humana es un acto de relación. Fernando Solana Olivares.

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