APOCATÁSTASIS.
A) Vivimos una época de gran apocatástasis, afirma Dennis Stillings en el ensayo “Meditaciones sobre el átomo y el tiempo” (Cultura del apocalipsis, edición de Adam Parfrey, Valdemar Intempestivas, Madrid 2002). La palabra proviene del griego y significa el retorno de algo a su punto de partida, o más precisamente, el regreso de todas las cosas que se han perdido y su revelación al final del tiempo. Signo de ello podrían ser los descubrimientos arqueológicos “accidentales” ---que para el autor no lo son, pues afirma que es como si la tierra “gimiera y pariese” haciendo emerger lo enterrado--- tan recurrentes en el siglo anterior, o la nostálgica afición contemporánea a coleccionar objetos del pasado, la muy extendida tendencia cultural retro que abarca desde la búsqueda del Santo Grial popularizada por el dudoso El código Da Vinci de Dan Brown hasta la película En busca del arca perdida, cuyas exitosas temáticas consisten en la recuperación de algo esencial que estaba extraviado. La doctrina de la apocatástasis, originariamente un credo de la secta ofita de los gnósticos desarrollado después por el teólogo Orígenes, se sostiene en diversas fuentes escriturales evangélicas, una de las cuales está en Mateo 17: 11: “Pues no hay nada cubierto que no será revelado; nada oculto que no será conocido”.
B) Un concepto indispensable en dicha tendencia epocal es lo que Stillings llama “arqueología psíquica”, por ejemplo, la fascinación colectiva ante las catástrofes y los fines de mundo, una tendencia cultural generalizada que aguarda la apocalíptica revelación de todas las cosas al terminar el tiempo, intención implícita en la ciencia y en la tecnología modernas cuyo objetivo es precisamente la revelación o el conocimiento de todas las cosas. Que tal fascinación catastrófica derive en manifestaciones concretas o no es irrelevante, comenta el autor, porque según lo que define como su argumento básico, “la arqueología psíquica no es un proceso que hayamos ‘decidido’ usar. Es un acuerdo por parte del Spiritus Mundi para reclutar nuestra ayuda inconsciente y realizar la apocatástasis. La arqueología psíquica tiene éxito porque el arquetipo la soporta e insinúa su programa en nuestra psique”. Dicha arqueología comprende la reiteración de estados mentales anteriores y de las imágenes que los acompañaban, la apertura de zonas selladas y arcaicas de la psique que ahora surgen con velocidad creciente en la mentalidad colectiva.
C) En esa hipótesis, Stillings aventura la idea de que las últimas imágenes del cristianismo, el sacrificio del Hijo de Dios ---un soporte simbólico extendido colectivamente---, habrán de manifestarse a la manera de un sacrificio general y supremo. Quizá ésta sea sólo una manera de razonar los costos civilizacionales del convulso proceso de transformación que tanto el mundo como las sociedades han vivido durante las últimas décadas, definido por el autor como una Era Nuclear que impregna la condición generalizada de la existencia contemporánea, a la manera de acontecimientos y condiciones simbólicamente equivalentes a la guerra nuclear: destrucción masiva de la superficie terrestre y de las especies animales, desastres climatológicos y artificiales, aparición y predominio de enfermedades similares en su sintomatología a los efectos secundarios de la radiación nuclear como el crecimiento epidémico de la incidencia del cáncer y del sida. En suma, una destrucción nuclear en la psique y en la fisiología humanas sin que tenga que ocurrir necesariamente una guerra nuclear.
D) Las analogías que Stillings plantea entre las armas nucleares como “expresión concreta y externalizada de la materia”, la psique humana y el proceso histórico actual son suficientes para aceptar su pertinencia analítica y su valor como correspondencia cultural, así no lo sean desde un punto de vista racional o científico. Hemos regresado a un mundo en el que gobiernan los dioses del sacrificio de sangre, mientras vivimos el mito cristiano que incluye el sacrificio del cordero, según escribe, “y ahora todos somos el Cordero, el rebaño de ovejas”. Así, las verdades arcaicas y esenciales retornan convertidas en una experiencia psicológica común. Los dioses oscuros del inconsciente colectivo, los Antiguos, “comienzan a actuar de nuevo porque no hay otro principio al mando”. Apocatástasis y a la vez interregno, periodo de tiempo entre dos circunstancias cuando no hay ley común vigente y entonces sucede un peligroso caos tanto político como social.
Fernando Solana Olivares.
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