Friday, November 16, 2012

PROCEDIMIENTOS TÁCTICOS.

Hoy, cuando todos están informados pero nadie tiene la menor idea, como observa Volkmar Sigusch. Hoy, cuando las viejas elaboraciones se han desgastado hasta quedar en jirones aunque sigan siendo el lugar común frecuentado por todos. Hoy, mientras las narrativas predominantes todavía son materialistas y separativas (yo estoy aquí, eso está allá). Hoy, mientras el país se degrada y perturba entre infestaciones mafiosas de un Estado criminalizado cuanto fallido cuya área de influencia va reduciéndose. Hoy (que viene de ayer, martes 13, durante un eclipse parcial de sol y la muerte de un buen hombre, don Carlos Helguera) salta la liebre en una frase de un autor que desde hace tiempo vengo leyendo, Elémire Zolla, sabio turinés nacido en 1926, de sensibilidad y cultura exquisitas. Sonará oscuro: un hombre dueño de aquella intuición intelectual que para simplificar puede decirse: saber los muchos mundos que están en éste. Caminando una tarde de 1999 por Montepulciano con Valentí Gómez, estudioso de su obra, éste le preguntó a Zolla cómo se obtiene el conocimiento de lo eterno, el regreso a la unidad, cómo se consigue el encuentro con lo uno al que lleva el misticismo, tema extensamente estudiado por el sabio italiano desde la antigüedad hasta nuestros días. La respuesta fue: ---Hay mil caminos. Unos pueden ser opuestos a otros. También podría responder que se logra a través de la violación, de manera sistemática, de todas las leyes como el tantra. La definición más precisa, sin embargo, son muy pocos quienes la recuerdan: es la del quietismo, la de Miguel de Molinos, por ejemplo. Palabras contraculturales: la tradición del quietismo, de la contemplación, del no-hacer. El mundo se vuelca en la acción, en la pereza activa, en el movimiento, así sea vicario a través de la sociedad del espectáculo, y la cultura del ruido desconoce la vital necesidad humana del silencio y la quietud. No-hacer no significa parálisis existencial sino simplemente hacer lo que se hace sin esperar el resultado de lo hecho. Representa una transformación radical de la conciencia pues la persona actuante siempre está a la expectativa de un resultado en lo que hace. Aquí se habla de actos gratuitos. La última pregunta de aquella conversación entre Zolla y Gómez versó acerca de si el autor había tenido maestros que a pesar de no haber escrito nada lo hubieran impresionado. Antes de decir Ora basta, la familiar expresión italiana para finalizar un intercambio, Zolla contestó: ---Sí. Han sido seis gatos que yo tenía en Roma. Dos, como mínimo, eran grandes sabios. Me lo han enseñado todo: cómo se yace, cómo se avanza, cómo se contempla. Todos estos sintagmas son términos que para un místico constituyen su bagaje natural, en la medida en que son sus arquetipos. Cómo yacer, avanzar, contemplar. Enseñanza de los gatos. De cualquiera se aprende entonces. Yacer significa mantener una inmovilidad física y mental duradera para aquietar el flujo de pensamientos, percepciones, sensaciones, y a la vez relajar el cuerpo controladamente. Avanzar es penetrar en dicho estado mental de auto-observación. Contemplar es mantenerse ahí por el mayor tiempo posible. Al lograrlo suceden poderosas impresiones de silencio y tranquilidad, se ocupan estados de conciencia donde el diálogo interior cesa y el pensamiento deja de pensar. Ese ejercicio (ascesis) repetido diariamente es el comienzo del camino, la llave y la cerradura. Los místicos lo realizan con técnicas diversas. “Hoy la tradición no se ha perdido; continúa en los lugares más impensables por parte de la gente educada para recibirlo”, afirma Zolla. Todo lo anterior es un mero contexto para transcribir la epifanía provista por su lectura: “Mientras que el sistema de las normas religiosas hace recorrer un itinerario circular, en la circunferencia, el esoterismo hace bajar directamente al centro, nos lleva al corazón. Cuando se acerca al corazón, se desprende de nosotros la individualidad, se adquiere sencillez o sea el estadio de la infancia, la pobreza o mínimo de multiplicidad, que produce la extinción del yo” (La nube del telar, Paidós). Analogía: uno se desprende y gana, uno acumula y pierde. El máximo de multiplicidad es el engaño. Hay que entender el significado interior y exterior del mínimo de multiplicidad. La inteligencia es la facultad que se abstiene. Ya escribía Michelet que quien comprende la pobreza lo comprende todo. O los mixes: la reducción drástica de la necesidad. Un puente sobre aguas turbulentas, diría la sublime Aretha al cantar. Fernando Solana Olivares.

1 Comments:

Blogger Abr.... said...

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7:58 PM  

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