PLAGIOS PREMIADOS.
O premios plagiarios. Bastaría el concluyente artículo de Ricardo Cayuela Gally, “Un premio para Alfredo”, publicado en el número de octubre de Letras Libres, para conocer la ficha literario-judicial del crapuloso Bryce Echenique en su ya larga carrera delictiva: su crapoliteratura, y la génesis de su deshonesto Premio FIL en Lenguas Romances 2012. “La mierda es mierda, y su orina, orina; / sólo que esta es verdad y esotra enredo”, diría Quevedo, ahora de este Pierre Menard peruano firmante de textos ajenos, de los mismos jurados sus buenos amigos que se lo otorgaron y así van mereciendo tenerlo más adelante, y de la mustia feria libresca que lo provee.
“Posibilidad de que se le retire el premio no la hay”, apuntó en denegativa sintaxis estilo sí pero no Dulce María Zúñiga, responsable del negocio. “Nombramos con seriedad a un jurado de siete escritores y críticos, tenemos la responsabilidad de respetarles el fallo y seguir adelante en la entrega del premio.” No tienen responsabilidad con la literatura y su ética, con las decenas de víctimas autorales de Bryce, con la ley misma, sino con el fallo de siete abusivos nombrados “con seriedad” (mecánica apelación filistea), mero efecto corrupto de una causa moral mayor que esa sí no les compete: ¡oh sorpresa!
¿Pero por qué sorpresa si el mundo y sus victorias son de los listos y quien no tranza no avanza, según consagra la más neta epistemología productiva de nuestros días volteados? No sé y para el caso no importa si el multipremios miembro del jurado nombrado con seriedad Jorge Volpi ya abrió la boca al respecto, pero Cayuela Gally consigna en su artículo las fantásticas elaboraciones de otro profesional de los bisnes literario-editoriales, uno más entre los siete serios del comité, Julio Ortega, quien abonando a Bryce Echenique en tales mañas apropiativas, “en agosto de 2007 defendió el plagio como un arte, glosó su genealogía y justificó esta práctica como una valiente desmitificación del autor, como una práctica menor, una picardía intrascendente a la que tienen derecho los grandes autores”.
A confesión de parte, relevo de sorpresa y larga vida al cinismo posmoderno donde nada es cierto porque todo está permitido: como hacer del robo gandalla una estética creativa. Y sí, la genealogía de la toma de lo ajeno es dilatada, ha formado parte de la naturaleza del proceso intelectual a lo largo del tiempo. Lo afirma el arte y también la condición causal de cualquier fenómeno compuesto. Pero la inspiración en, la paráfrasis de, la analogía con o la intertextualidad entre resultan ser acciones necesarias en el sistema de influencias en movimiento de la literatura; el robo textual solamente es eso, un robo. Los precarios linderos de ambas cosas tan diferentes están en las comillas, pequeños signos ortográficos de una dignidad hoy estorbosa y en desuso. Hoy, cuando gobierna la competitividad de la mentira obligatoria y cualquiera puede apoderarse de lo ajeno, siempre y cuando esconda con complicidades e influencias suficientes las huellas de su despojo.
Moralizar sobre la inmoralidad es una tarea perdida. El efecto público de “condonar el plagio” que causará otorgar este premio, según fundadamente señalan y reclaman diversos intelectuales y académicos, es de escasa consideración para el premiado, para los premiadores y la institución otorgante. O tal vez no, porque acaso de eso se trata, del lavado de un prestigio dudoso a través de una legitimación editorial. Argumentar, como se ha hecho, que la obra narrativa de Bryce Echenique no peca de malversación sino solamente su quehacer ensayístico es un argumento falaz. Quien roba en un género de “su” escritura envilece y degrada los demás.
En una carta abierta a la comunidad cultural y a las autoridades del CNCA, Sergio González Rodríguez ha señalado con pertinencia que debe retirársele la distinción a Bryce Echenique porque de otro modo será públicamente premiada “la cultura de la ilegalidad” en el arte y en la literatura. ¿Harán caso quienes señalan que no hay vuelta atrás ante el fallo inapelable del indecoroso comité nombrado con seriedad? Doble contra sencillo a que no.
“Esta es la información, éste el proceso / del hombre que ha de ser canonizado, / en quien, si es que vio el mundo algún pecado, / (el jurado) advirtió penitencia con exceso”, ironiza el poeta madrileño. Ahora todo es una mercancía, aun la literatura. Ello no reduce su naturaleza esencial, solamente confirma que la creación auténtica y original escasamente recibe premios: acaba siendo un peligro para el negocio.
Fernando Solana Olivares.
1 Comments:
daniel prieto moreno fue alumno de solana, y por eso lo calumnia mucho...
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