EL REVERSO DE LA TRAMA
In memoriam José María Gutiérrez Parra
En su libro más reciente, De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump (Orfila, México, 2019), Thierry Meyssan, periodista y activista político francés fundador de la Red Voltaire, sostiene que detrás de los colosales acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, de su interpretación oficial y su cobertura mediática, estuvo una compleja maniobra para someter a la opinión pública a un estado de conmoción, a un “nuevo Pearl Harbor” que permitiera abrogar los derechos civiles en el país con el pretexto del terrorismo islámico e ir a la guerra contra Irak.
Cuenta Meyssan que mientras ocurre el estrellamiento de los dos aviones en las Torres Gemelas, se declara un incendio en las oficinas del vicepresidente de Estados Unidos y se habla de ataques al Pentágono, el coordinador de la lucha antiterrorista, Richard Clark, pone en marcha un procedimiento llamado “Gobierno de Continuidad”, concebido en tiempos de la guerra fría en previsión de un ataque nuclear o de la decapitación de los poderes ejecutivo y legislativo. En esos casos, el CoG (“Continuity of the Government”) debía confiar todas las responsabilidades del país a una autoridad provisional previamente nombrada en secreto.
“Ningún dirigente electo había muerto el 11 de septiembre de 2001”, escribe el autor de La gran impostura, su libro anterior. A pesar de ello, según afirma, George W. Bush deja de ser presidente de Estados Unidos a las 10 de la mañana y el poder se transfiere desde la Casa Blanca en Washington a un búnker en Raven Rock Mountain conocido como complejo R. Unidades del ejército se mueven por toda la capital para proteger, eufemismo para controlar, a los miembros del congreso y sus equipos, quienes serán concentrados casi todos en otro búnker cercano a Washington. “El gobierno alternativo ---cuya composición no ha cambiado desde hace al menos nueve años--- (…) incluía al vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el exdirector de la CIA James Wolsey”, escribe Meyssan. Hasta ahora no se conoce al resto de sus miembros.
El gobierno provisional devolvió el poder a Bush por la tarde del 11S y liberó a los miembros del Congreso. Pero las decisiones que impuso, avaladas por el presidente Bush en los días posteriores, afectarían a todo el planeta. En EU fue suspendida la Carta de Derechos constitucional para casos de terrorismo (que se designan así unilateral e intencionadamente), se adoptó el Acta Patriótica, un instrumento para tiempos de emergencia bélica, y se planificaron las próximas guerras y los siguientes cambios de régimen diseñados desde una perversa y demencial geopolítica anglosajona.
En una reunión celebrada cuatro días después del 11S “se adoptó como principio el inicio de una serie de guerras para destruir los Estados hasta entonces no controlados del Medio Oriente ampliado, así como un plan de asesinatos políticos en todo el mundo. El director de la CIA, George Tenet, denominó este plan como la Matriz del ataque mundial”. Matriz que daría lugar a las guerras de Afganistán e Irak, Costa de Marfil, los cambios de gobiernos “democráticos” en Túnez, Egipto y Libia ---estos países mediante la “primavera árabe” organizada por la CIA de Washington y el M19 de Londres a través de los Hermanos Musulmanes, una poderosa y extendida facción global al servicio de la inteligencia estadounidense e inglesa---; a la despiadada destrucción de Siria; a la creación del Estado Islámico y su expansión ---ayudada por Cartepillar y Toyota, entre otras trasnacionales, además de por varios gobiernos occidentales---; a la existencia de al-Qaeda y a la manipulación el yihadismo; a la desestabilización del Cáucaso y la expansión del fundamentalismo islámico; a los atentados terroristas en París y Bruselas ---represalia contra Francia y Bélgica del presidente turco Erdogan por un trato no cumplido sobre el Kurdistán sirio---; a la invención mediática de falsos crímenes y atrocidades (arrancar las uñas a niños) atribuidos al dirigente sirio Hafez al-Assad o a los de tantos otros Estados que son atacados para expulsarlos del poder, destruir sus sistemas sociales, matar (y aun esclavizar) a sus habitantes, expoliar los recursos naturales de sus territorios, etcétera.
Revelaciones “estrujantes”, como las designa Alfredo Jalife en el prólogo del libro, que en aras de una lectura fluida han prescindido de notas al pie y de citas bibliográficas. Meyssan asegura que la densa y escalofriante telaraña de hechos que presenta es “un recuento de hechos comprobados”, no las absurdas narraciones oficiales que los sistemas mediáticos han difundido como verdades históricas.
La devastación intencional del Medio Oriente ampliado no impide que estas sectas del Deep State tengan una agenda latinoamericana, advierte Meyssan, en la que se planea una “primavera latina” en el noroeste de Sudamérica y el Caribe, cuyo inicio ya se ha dado en Venezuela. La novela de horror de la geopolítica anglosajona terminará cuando al fin se desmantele el usurpador CoG, se abandone el dominio imperialista y se restablezca la paz internacional.
Fernando Solana Olivares
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