LA EBULLICIÓN.
Para Carmen Castellote,
lectora entrañable.
Utilizo otro tipo de encuesta para preguntar qué va a pasar en México el 1 de julio. También, transgrediendo los ámbitos de un instrumento que no es adivinatorio sino oracular porque está sujeto a interpretación y desciframiento —tareas que le corresponden al consultante y en las cuales surge lo advertido por los filósofos medievales acerca de que todo lo que se recibe invariablemente se recibe conforme al modo del recipiente: “el problema está en el receptor”—, pregunto en la misma consulta al I Ching, milenario libro chino de las mutaciones y “una de las máquinas de conexiones más fascinantes que el espíritu humano haya creado”, según Cyrille Javary, quién va a ganar en los comicios presidenciales.
El resultado de la indagación es oscuro en principio pues el hexagrama que surge, 54. Kue Mei / La Muchacha que se Casa, no se presenta ni específico ni directo, como en El Libro de los Cambios frecuentemente suele ocurrir. Siguiendo a uno de sus hermeneutas occidentales contemporáneos, el mismo Cyrille Javary, tal hexagrama significa “Trastorno. Selección por razones exteriores a lo que se escoge. Progreso en etapa”.
La mutación del hexagrama, otro proceso usual en el empleo del I Ching que muestra hacia dónde derivará la situación consultada, corresponde al primero de los 64 que el libro contiene: 1. Ch’ien / Lo Creativo, cuyo sentido es “Crear. Función de Activación”. El hexagrama opuesto, aquel que significa exactamente lo contrario al asunto en cuestión, es el 53. Chien / La Evolución, mismo que se entiende como “Progresión gradual. Ritmo de aprendizaje. Tres pasos adelante. Uno atrás”. Y finalmente, el hexagrama nuclear que anuncia la circunstancia nuclear, la esencia del hexagrama obtenido en la consulta, es el 63. Chi Chi / Después de la consumación: “Todo está en su lugar. Pasaje del desorden al orden”.
En suma, el resultado de la consulta podría interpretarse así: habrá perturbaciones en la elección a causa de factores ajenos al proceso; no representará un avance terso o gradual; potencialmente, empero, lo acontecido traerá consigo una transformación consumada luego de conflictos que desembocarán en nuevos acuerdos.
Muchas consideraciones podrían aducirse: el desdeño racionalista ante instrumentos analíticos como el I Ching que se confinan al ámbito esotérico de la adivinanza y la predicción, o su carácter occidental no epistemológico así en China haya ocupado durante dos mil años un lugar comparable al que en Europa ha tenido el Discurso del método de Descartes, así fuera estudiado seriamente por Leibniz o Jung, así sea la base de un pensamiento y un poder económico emergente que ahora fascina al mundo.
Como sea, el proceso electoral mexicano de pronto y drásticamente ha cambiado: los infalibles analistas que relegaban a Andrés Manuel López Obrador a un tercer puesto admiten a regañadientes su avance electoral; las infalibles encuestas “científicas” que sancionaban el consenso fabricado modifican sus previsiones aunque sigan trucando las cifras de indecisos; el infalible Felipe Calderón acepta ante la prensa extranjera que la elección presidencial será una competencia entre tres candidatos; las infalibles televisoras atemperan un tanto su parcialidad informativa obligadas por el descrédito social; los infalibles intelectuales orgánicos reconsideran su hasta ayer tajante pronosticación. Los infalibles se muestran falibles ante una economía de la verdad que inesperadamente irrumpió.
Es difícil saber qué va a suceder el 1 de julio, pero sí puede percibirse lo que ya empezó: una ebullición del caldero mexicano, calentado a fuego lento durante décadas y ahora a punto del hervor. Como si la jaula de hierro de un sistema de pensamiento y control, aquel “mundo desencantado” weberiano, llegara al fin a un punto mexicano de inflexión. El entusiasmo por la inteligencia consciente, por el derecho a la información objetiva, la resistencia ante el engaño político-económico de la restauración televisada como transformación, de la ineptitud designada como diferencia, todo ello son signos alentadores de una transformación colectiva que quizá obedezca, entre tantas causas operantes, a la sistemática ausencia posmoderna de significados y al vacío existencial que intencionalmente provoca.
Ante los cárteles financieros, mediáticos y mentales, los cárteles políticos dueños de la verdad porque ellos mismos la construyen, surge entre nosotros una muy simple operación: “Sólo relaciona”. Cientos de miles ya lo comienzan a hacer.
Fernando Solana Olivares.
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