Friday, March 16, 2007

SOBRE LAS ÚLTIMAS HORAS

Cierta teoría de los comienzos afirma que la primera idea es la mejor idea. Aplícase tal definición al modo como debe iniciarse un texto, pero presenta el problema de distinguir entre una idea y una ocurrencia, pues la frontera que las divide es imprecisa y casi invisible. De ahí que la primera ocurrencia usualmente se convierta en la primera idea y deba seguirse hasta sus últimos renglones, así el viñedo del texto corra el riesgo de convertirse en un páramo lúgubre, en un reseco erial.
Gracias al pensamiento bisociativo siempre hay recursos a la mano. Por ejemplo abrir un librito de antiguos aforismos chinos y leer en él que quien amasa riquezas es rico en posesiones pero pobre mentalmente. Lo confirma Carlos Slim, plutócrata, dueño de la tercera fortuna planetaria según el Top Ten del capitalismo salvaje, el cual se defiende en una rueda de prensa del más que demostrado cargo de vender en el país sus monopólicos servicios telefónicos ---legales pero inmorales--- al precio más caro posible, luciendo su inocultable pobreza mental desde su inocultable pobreza de lenguaje. La proverbial estupidez de los reyes Midas en el horror económico actual. Y el hombre no se esfuerza por parecer amable, como si un poco de dinero tranquilizara los nervios pero tanto como él ha acumulado ---ninguna fortuna es éticamente impecable--- los crispara. Como si no fuera un motivo de profunda vergüenza humana tener cada vez más mientras las mayorías nacionales tienen muy poco o prácticamente nada.
Pobreza de lenguaje. Esa que muestra el presidente Calderón al presumir sus primeros cien días de gobierno, la misma que ostenta el opositor López Obrador en sus discursos adjetivados contra aquél. Pobreza de ideas. La que surge aquí y allá ante la incomprobada afirmación de Carlos Tello en su libro 2 de julio acerca del supuesto reconocimiento de la derrota por parte de López Obrador la misma noche de las elecciones. Se discuten las anécdotas de ayer y no los contenidos de hoy. Y mediante la circulación de esas historietas ---negadas airadamente por unos, celebradas ruidosamente por otros--- se manipula hoy lo que se manipuló ayer.
Pobreza de tiempo. Los cien días de gobierno se valoran no tanto por lo que ha ocurrido en ellos como por lo que todavía no ha pasado en el país. Pobreza de símbolos. Felipe Calderón se autonombra al frente de los cabalísticos festejos bicentenarios del año 2010, como si entre cien millones de ciudadanos no hubiera ninguno mejor o más deseable para organizar la efemérides. Pobreza de imágenes. El duopolio televisivo informa (es un decir) cada vez más chabacanamente, como si el auditorio ya no fuera solamente imbécil sino además estuviera ciego, y la impunidad fáctica de su poder ---legal pero inmoral--- confirma aquel aforismo chino de que el buen juicio corrige lo que oye por lo que ve, mientras que el mal juicio corrompe lo que ve y lo que oye, corrompe a quienes televisivamente lo ven y lo oyen.
Pobreza de circunstancias. Existe un argumento lingüistico que no es ajeno a la doctrina política. Proviene de Confucio y el aforismo se formula así: toda degradación individual o nacional es anunciada por una degradación rigurosamente proporcional en el lenguaje. Degradación de lo que se dice, pobreza de lo que se percibe. La política ecológica no es un asunto de seguridad nacional cuya magnitud catastrófica en el calentamiento global deba ocupar seriamente al gobierno de Calderón o creativamente a la oposición de López Obrador. La escalada de precios en la canasta básica tampoco. La poliédrica crisis del maíz lo mismo, no importa que el alimento, el plato, la servilleta y la estabilidad política general que la tortilla representa se vean afectados por la especulación usurera. Pobreza de reflejos. Quizá por hartazgo, acaso por indolencia o debido a un comprensible mediotiempo entre las fuerzas políticas hasta ayer en contienda fratricida, la izquierda mexicana fue la única en Latinoamérica que no salió masivamente a las calles para repudiar la reciente visita del presidente Bush.
Aconsejarían entonces esos sabios aforismos del lejano Oriente que para lograr alguna cosa la mente debe estar ocupada, así como para entender cualquier cosa la mente requiere mantenerse abierta. Mente ocupada o abierta que lleva al logro o a la comprensión, y que no parece estar presente ni entre el gobierno que festeja sus primeros cien días de duración sin sobresaltos aparentes, como si el origen dado no fuera un destino manifiesto y la formalidad forzada proveyera de aceptable legitimidad, ni desde la oposición victimizada por una pérdida política aún no cabalmente comprendida. Pobreza de aceptación autocrítica. Aunque las consejas sinológicas reiteren la importancia de que uno nunca olvide el sabor de estar enfermo y tampoco la experiencia de ser destituido, defraudado, derrotado, pues tales circunstancias, bien asumidas, templan el espíritu y conducen a la lucidez.
Toda teoría del comienzo se acompaña de un postulado sobre cómo terminar adecuadamente. Adelantan de tal modo los anónimos maestros chinos su lección operativa: el gusano de seda teje su capullo y permanece dentro de él, aprisionado; la araña teje su tela y se mantiene afuera, libre y soberana. Pobreza relativa de la colocación. Que el gobierno urda su capullo autocelebratorio y la oposición hile la tela de araña de su rechazo, pues apenas van cien días del régimen y le faltan dos mil noventa para terminar.

Fernando Solana Olivares

0 Comments:

Post a Comment

<< Home