EL ENIGMA GRINBERG / II
Sobre Jacobo Grinberg no puede afirmarse aquello dicho por un autor en cuanto a su personaje: había resbalado entre los acontecimientos como un buen bailarín que no roza a las demás parejas en la sala atestada. O tal vez sí, depende de la perspectiva.
Testimonios de personas que estuvieron a su lado señalan cómo cierta ansiedad paranoica dominaba su estado de ánimo poco antes de desaparecer. Grinberg parecía querer forzar las pruebas de laboratorio en favor de la demostración de sus teorías, y a su alrededor eso generaba un campo de dudas, de escrúpulos éticos y de aspereza verbal. Se dice que en tales ocasiones la lengua de Grinberg era un látigo.
Y si bien su vida pública estaba compuesta de ese patrón dicotómico entre la consideración debida al genio según unos y la descalificación del charlatán según otros, su vida privada también albergaba tensiones, acaso graves, conforme lo sugiere el comportamiento posterior de su mujer. Su vida secreta, en cambio, se presenta tan misteriosa como la desaparición misma. Sin embargo, Grinberg practicaba técnicas meditativas de interiorización profunda, lo que espiritualmente se conoce como ciencia del ritmo o como camino “místico”, para simplificar. El proyectado y fallido viaje a Nepal con objeto de estudiar la sofisticada doctrina Dzogchen de meditación budista demostraría que el doctor era un sólido practicante espiritual.
Recapitulando alternativas sobre el caso, entonces. Uno: Grinberg fue muerto por su mujer con la colaboración de otros, los castanedianos posiblemente, de acuerdo a las escasas pistas hasta hoy obtenidas. Dos: Grinberg desapareció en el interior de la oscura y enigmática comuna de Carlos Castaneda. Tres: Grinberg llevó a cabo un exitoso suicidio sin cuerpo. Cuatro: Grinberg fue raptado por fuerzas que siguiendo las fábulas circulantes van desde la CIA hasta los alienígenas. Cinco: Grinberg pasó a otra dimensión espaciotemporal por propia voluntad.
La primera opción no cuenta con un móvil visible y de ser cierta podría significar tanto una tragedia conyugal como un crimen entre brujos debido a una lucha de poder en los meandros del esoterismo posmoderno, un mundo definido como extraño y raro por quienes lo han atisbado, donde al ingresar, siendo efectiva la segunda opción en el enigma Grinberg, se dejan atrás para siempre los vínculos personales. En dicha historia habría una novela. Y la cuarta opción conspirativa: el científico abducido y los candidatos a ser responsables de haberlo hecho que se mencionan en los circuitos cibernéticos afectos al tema, se antoja estar compuesta solamente por nuevos y paranoicos lugares comunes.
La tercera conclusión es compartida por alguna gente bien informada en el caso. Por razones que sólo le asisten a él mismo, Grinberg decidió suicidarse pero sin dejar un cuerpo tras de sí. Hay quien cree que ese gesto teatral provino de la megalomanía yoica, del cálculo hasta delirioso para alimentar una leyenda mencionada en la quinta variante: este hombre se marchó a vivir a otra manifestación del ser. Si uno suspende temporalmente la incredulidad lógica en su mente puede imaginar que le fuera posible a Grinberg hacerlo, pues existen referencias respecto a otros que lo han logrado.
Son de orden literario, por lo mismo resultan fantásticas en una primera impresión. Pero son ciertas pues están en el orden de lo posible y provienen de muy antiguos conocimientos yóguicos y chamánicos poseidos por su autor. “El secreto del doctor Honigberger”, un relato de Mircea Eliade publicado en 1956, cuenta el proceso de desaparición de un sabio que descubre, entre otros misterios capitales, la “existencia notoria de Shambala”, un país imperceptible a los ojos profanos debido no a accidentes geográficos sino al propio espacio del cual participa, no apto para ser visto por cualquiera pues es un reino “en el que no se puede entrar sin un entrenamiento espiritual tan complicado como enérgico.”
En alguna versión se menciona la existencia de una nota escrita por Grinberg donde anuncia su paso a otra dimensión de la conciencia. ¿Habría sido su entrenamiento espiritual tan complicado como enérgico según se requiere? Los testimonios sobre su conducta en los últimos tiempos no corresponden a un hombre que estuviera determinado a cumplir una tarea así. Pero concedamos: en la ficción o en la realidad Grinberg logró pasar, transportarse, penetrar a esa otra realidad. Autores serios dirían: a otro estado del ser.
¿A cuál? He ahí la cuestión. Quizá el esfumamiento de Grinberg no fuera provocado con ninguna otra intención que la de reforzar su hipótesis sobre la verdadera naturaleza de las cosas, externada en decenas de publicaciones, entre ellas en un pequeño artículo escrito hace casi veinte años ---hecho llegar a nuestras manos por el amigo que nos llevó (¿o indujo?) a este asunto---: “En torno al fenómeno del chamanismo”. En dicho texto Grinberg explica que “la estructura fundamental del espacio es una red o matriz energética hipercompleja de absoluta coherencia y total simetría. A esta red se le denomina lattice y en su estado fundamental contribuye al espacio mismo omniabarcante y penetrado de todo lo conocido.”
Aunque parezca abstracta, la afirmación anterior es tan concreta como aquella intuición poética que Grinberg, a través de sus polémicos experimentos en laboratorio, quiso probar de manera incuestionable y quizá precipitada: hay muchos mundos, están en éste y existen quienes pueden habitarlos a voluntad.
Fernando Solana Olivares
Testimonios de personas que estuvieron a su lado señalan cómo cierta ansiedad paranoica dominaba su estado de ánimo poco antes de desaparecer. Grinberg parecía querer forzar las pruebas de laboratorio en favor de la demostración de sus teorías, y a su alrededor eso generaba un campo de dudas, de escrúpulos éticos y de aspereza verbal. Se dice que en tales ocasiones la lengua de Grinberg era un látigo.
Y si bien su vida pública estaba compuesta de ese patrón dicotómico entre la consideración debida al genio según unos y la descalificación del charlatán según otros, su vida privada también albergaba tensiones, acaso graves, conforme lo sugiere el comportamiento posterior de su mujer. Su vida secreta, en cambio, se presenta tan misteriosa como la desaparición misma. Sin embargo, Grinberg practicaba técnicas meditativas de interiorización profunda, lo que espiritualmente se conoce como ciencia del ritmo o como camino “místico”, para simplificar. El proyectado y fallido viaje a Nepal con objeto de estudiar la sofisticada doctrina Dzogchen de meditación budista demostraría que el doctor era un sólido practicante espiritual.
Recapitulando alternativas sobre el caso, entonces. Uno: Grinberg fue muerto por su mujer con la colaboración de otros, los castanedianos posiblemente, de acuerdo a las escasas pistas hasta hoy obtenidas. Dos: Grinberg desapareció en el interior de la oscura y enigmática comuna de Carlos Castaneda. Tres: Grinberg llevó a cabo un exitoso suicidio sin cuerpo. Cuatro: Grinberg fue raptado por fuerzas que siguiendo las fábulas circulantes van desde la CIA hasta los alienígenas. Cinco: Grinberg pasó a otra dimensión espaciotemporal por propia voluntad.
La primera opción no cuenta con un móvil visible y de ser cierta podría significar tanto una tragedia conyugal como un crimen entre brujos debido a una lucha de poder en los meandros del esoterismo posmoderno, un mundo definido como extraño y raro por quienes lo han atisbado, donde al ingresar, siendo efectiva la segunda opción en el enigma Grinberg, se dejan atrás para siempre los vínculos personales. En dicha historia habría una novela. Y la cuarta opción conspirativa: el científico abducido y los candidatos a ser responsables de haberlo hecho que se mencionan en los circuitos cibernéticos afectos al tema, se antoja estar compuesta solamente por nuevos y paranoicos lugares comunes.
La tercera conclusión es compartida por alguna gente bien informada en el caso. Por razones que sólo le asisten a él mismo, Grinberg decidió suicidarse pero sin dejar un cuerpo tras de sí. Hay quien cree que ese gesto teatral provino de la megalomanía yoica, del cálculo hasta delirioso para alimentar una leyenda mencionada en la quinta variante: este hombre se marchó a vivir a otra manifestación del ser. Si uno suspende temporalmente la incredulidad lógica en su mente puede imaginar que le fuera posible a Grinberg hacerlo, pues existen referencias respecto a otros que lo han logrado.
Son de orden literario, por lo mismo resultan fantásticas en una primera impresión. Pero son ciertas pues están en el orden de lo posible y provienen de muy antiguos conocimientos yóguicos y chamánicos poseidos por su autor. “El secreto del doctor Honigberger”, un relato de Mircea Eliade publicado en 1956, cuenta el proceso de desaparición de un sabio que descubre, entre otros misterios capitales, la “existencia notoria de Shambala”, un país imperceptible a los ojos profanos debido no a accidentes geográficos sino al propio espacio del cual participa, no apto para ser visto por cualquiera pues es un reino “en el que no se puede entrar sin un entrenamiento espiritual tan complicado como enérgico.”
En alguna versión se menciona la existencia de una nota escrita por Grinberg donde anuncia su paso a otra dimensión de la conciencia. ¿Habría sido su entrenamiento espiritual tan complicado como enérgico según se requiere? Los testimonios sobre su conducta en los últimos tiempos no corresponden a un hombre que estuviera determinado a cumplir una tarea así. Pero concedamos: en la ficción o en la realidad Grinberg logró pasar, transportarse, penetrar a esa otra realidad. Autores serios dirían: a otro estado del ser.
¿A cuál? He ahí la cuestión. Quizá el esfumamiento de Grinberg no fuera provocado con ninguna otra intención que la de reforzar su hipótesis sobre la verdadera naturaleza de las cosas, externada en decenas de publicaciones, entre ellas en un pequeño artículo escrito hace casi veinte años ---hecho llegar a nuestras manos por el amigo que nos llevó (¿o indujo?) a este asunto---: “En torno al fenómeno del chamanismo”. En dicho texto Grinberg explica que “la estructura fundamental del espacio es una red o matriz energética hipercompleja de absoluta coherencia y total simetría. A esta red se le denomina lattice y en su estado fundamental contribuye al espacio mismo omniabarcante y penetrado de todo lo conocido.”
Aunque parezca abstracta, la afirmación anterior es tan concreta como aquella intuición poética que Grinberg, a través de sus polémicos experimentos en laboratorio, quiso probar de manera incuestionable y quizá precipitada: hay muchos mundos, están en éste y existen quienes pueden habitarlos a voluntad.
Fernando Solana Olivares
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