Tuesday, July 29, 2014

INTOLERANCIA

Sucedió lo de siempre. El artículo “El martirio palestino” mereció varios correos reprobatorios, unos más violentos que otros, como cada vez que este autor ha escrito textos críticos sobre la política militar de Israel en Palestina. Desde ignorante de la historia hasta antisemita genético, la amplia gama de descalificaciones utilizadas no mencionan y no refutan los argumentos presentados en el artículo, entre ellos la desproporción bélica de los dos bandos, los daños que mutuamente se infligen y los sacrificios de su población civil. ¿Cifras? Al 22 de julio, luego de la temida ofensiva judía terrestre en Gaza: 566 palestinos muertos y 3 mil 350 heridos; 27 israelíes muertos, dos de ellos civiles. Una ley del talión aplicada exponencialmente, que no puede racionalizarse a menos que se acepte que está dictada por la voluntad de aniquilación. Este empeño nihilista de aniquilación del otro también existe en Hamas, el grupo irreductible que niega el reconocimiento del estado judío y que precariamente gobierna la Franja donde se hacinan casi dos millones de habitantes sin servicios básicos ni salarios para sus burócratas, sin escuelas, con escasez de alimentos y medicinas, sin trabajo ni vida comunitaria normal, sometidos ahora al horror de la guerra. Los radicales delirios de Hamas son un efecto de la despiadada causa opresora de Israel. Llama la atención esta simetría travestida de víctimas vueltas verdugos o, cuando menos, la inutilidad moral del holocausto por a) no aprenderse nada de él, no mejorar humanamente, y b) asesinar a otros como si se poseyera un derecho superior a ello, una aberrante justificación otorgada por la historia. Desde Maquiavelo definimos la política no por su excelencia sino por su desenlace: si no es eficaz, se dice, no es virtuosa. Y si bien el horror y brutalidad de las guerras acompañan sangrientamente la historia humana, aun en momentos anteriores de la turbulenta implantación en Palestina del estado de Israel ---un diseño geopolítico del sionismo decimonónico y el imperio británico---, ha habido dirigentes que a pesar de su crueldad coyuntural (los hombres buenos e inclinados al bien que deben saber ser malos, descritos por el pensador florentino), como la que mostró Isaac Rabin en 1988 cuando siendo ministro de Defensa de Israel sofocó con toda dureza la Intifada palestina, son capaces de definirse políticamente por sus desenlaces, como el que construyó al ser electo primer ministro en 1992 y a continuación relanzar el proceso de paz con los palestinos y los jordanos. Durante la Intifada se mostró tan brutal como las circunstancias lo requerían desde la perspectiva judía, no más. Con esa brutalidad alcanzó la credibilidad necesaria para proponer el fin de la violencia. Así, en una moralidad de resultados y no de buenas intenciones, una política correcta puede medirse por su eficacia. Y la eficacia siempre es un juego de equilibrios y proporción. El asesinato de Isaac Rabin en 1995 a manos de un fanático integrista judío, luego de un mitin de su partido moderado, proviene de la misma mentalidad intolerante y esencialista que considera traición cualquier proceso de paz con el enemigo y niega la razón parcial que le asiste, hace oídos sordos a su alteridad y anula la condición humana del otro, considerado naturaleza externa susceptible de sometimiento extremo y violencia impune. “Nada es grande ni pequeño salvo por comparación”, escribió Jonathan Swift. La asimetría de la circunstancia judeo palestina, la ausencia de una política virtuosa por parte de Israel y Hamas presagia la continuación de la lucha hasta que uno de los dos bandos triunfe definitivamente sobre el otro o los dos se destruyan mutuamente. Si tal patología no remite ---y no hay ningún signo de ello--- deberá llegar a un punto concluyente. A menudo, por razones religiosas, se invoca su aceleramiento y desenlace. No puede renunciarse, sea por mera positividad u optimismo, a la utopía de la cordura y la convivencia civilizada entre Palestina e Israel en la misma tierra y en igualdad de circunstancias. “Fin a la ocupación de Palestina” y “Matar a los niños no es defensa propia” rezan las pancartas de las protestas mundiales contra Israel. Como siempre, este artículo provocará un pequeño alud de vehementes desaprobaciones. Ninguna considerará lo que literalmente dice. Eso volverá a demostrar que el comportamiento de Israel no emplea argumentos sino realiza operaciones, de guerra o de contra propaganda, da igual. Fernando Solana Olivares.

Wednesday, July 23, 2014

EL MARTIRIO PALESTINO.

Gaza es como un campo de concentración. Aquí se nace, se malvive y se espera la muerte”, clama con desesperación Salah el Sousi, profesor de farmacia en la universidad local, entrevistado por Beatriz Lecumberri (Proceso, núm. 1967) en un conmovedor reportaje sobre uno de los más escalofriantes fenómenos de la historia moderna, cuando las víctimas de ayer son los verdugos de hoy y los campos de concentración los establecen quienes hace pocas décadas fueron asesinados en ellos. La última ilustración europea declaró que después de la Shoa, del Holocausto, era imposible hacer poesía. ¿Qué será imposible hacer cuando los exterminados se han vuelto exterminadores? La desproporción bíblica de la lucha judía para destruir Gaza, una franja cercada por Israel desde 2007 y aislada por aire, mar y tierra luego del cierre de las fronteras egipcias a la caída de Morsi, asoma atroz en las cifras de hace apenas un par de días: 189 habitantes de Gaza muertos, la gran mayoría civiles inocentes, entre ellos niños y adolescentes, y más de mil heridos, contra un habitante de Israel fallecido por uno de los cientos de misiles lanzados desde la franja contra territorio judío por Hamás y la Yihad Islámica, perturbadores pero poco efectivos. Más casi 600 casas e instalaciones destruidas en los despiadados y sistemáticos bombardeos sobre el campo de concentración que Israel ha construido. Juan Cruz cuenta en El País la historia de Yusef y Anas Qandil, padre e hijo, que salieron de su casa la noche del viernes al escuchar una explosión de aviso previo a un bombardeo y se alejaron para guarecerse. Los golpeó un pequeño proyectil de precisión disparado por uno de los aviones no tripulados, los drones israelíes que sobrevuelan Gaza día y noche. Son proyectiles que dejan un cráter minúsculo al explotar y cuya onda expansiva mata en un radio de 12 metros. Sus esquirlas siegan los miembros como cuchillas, según explica al reportero Sobi Skaik, cirujano del hospital de Al Shifa, a quien le parece perversa la denominación de “ataques quirúrgicos” para referirse a los cruentos bombardeos de los drones, que han atestado de heridos y mutilados la institución donde escasea todo y la cual se encuentra al borde de su capacidad. Esta terrible desproporción entre el poderío militar de Israel y lo inerme del pueblo de Gaza, 80% del cual depende de la ayuda internacional para sobrevivir, como consigna Beatriz Lecumberri en su nota, la aguda disparidad entre el castigo que le inflige el ejército judío a la población y las razones que aduce para ello, en ese lugar donde entrar y salir es prácticamente imposible para sus habitantes, donde se repite el horror nazi con otras víctimas propiciatorias. Tal mal repetido no es banal, no lo fue en Auschwitz, no lo es en Gaza. Mientras el presidente palestino Mahmud Abás denuncia un genocidio y escala la gravedad del ataque al señalar que no es solamente contra Hamás sino contra todo el pueblo palestino, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu justifica la desmedida operación militar, llamada eufemísticamente Margen Protector, como legítimas medidas precautorias que podrían anunciar la tan temida intervención terrestre, una que sería aún peor, según los asustados habitantes de Gaza, a las ocurridas en 2008 y 2012. Hamás continúa lanzando misiles contra Israel en una política suicida donde se agita el espectro de la resistencia contra los invasores como un bárbaro factor de unificación. Lo que Israel castiga esta vez no es el brutal asesinato de tres jóvenes israelíes a manos de una facción descontrolada de Hamás, sino el gobierno de coalición palestino entre esa facción radical y Fatah, partido del presidente palestino, vuelto responsable de los asesinatos por Israel, interesado en debilitar a su frágil gobierno y radicalizar militarmente la obstaculización de la normalidad en la zona invadida, una política del horror impune (¿por qué Israel nunca ha sido sancionado internacionalmente?, ¿por qué es un Estado al margen de la legislación mundial?) a la que la violencia exterminadora le es indispensable. La llanura de Armagedón, escenario apocalíptico del conflicto final, está situada en Palestina. Cuando la cuenta larga de la historia coincida con la cuenta corta, dícese que sobrevendrá la conflagración definitiva con la que concluirá esta edad oscura. Mientras tanto sucede el genocidio palestino: esa mimetización maligna de aquellas víctimas hoy convertidas en ejecutores. Fernando Solana Olivares. fmsolana@yahoo.com.mx

UN POLIEDRO ABIERTO.

Se lee por ahí que de joven se aprende y de viejo se comprende. No sucede a todos, desde luego. No igual. ¿Qué se comprende? La palabra es compleja, está compuesta de varios sentidos: abrazar, ceñir, rodear por todas partes una cosa, contener o incluirla en sí, entender, alcanzar, penetrar. La comprensión es un acto narrativo donde la memoria estratifica y recuerda, vuelve a contar la vida vivida. Ese acto de distancia ante la experiencia propia la vuelve, paradójicamente, propia. Es la historia jasídica del humilde rabino que insistentemente sueña con ir a un puente ante un castillo, donde, al hacerlo, encontrará la clave de un tesoro propio que ignora. “Para poder ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros”, escribió Octavio Paz al decir lo mismo. No sucede a todos. Por ejemplo, no puede ocurrirle a Zutano, quien es un sesentón intoxicado por dos sustancias: su autoconcepto y sus opiniones, meros tics retóricos de su opinión sobre sí mismo, tan ahíto de sí, tan lleno. Zutano jamás llegará a ninguna iluminación profana o trascendente, para la que el budismo señala la evacuación de toda opinión, volviendo casi fisiológica la limpieza de la mente y su disposición para mirar todo como si fuera la primera vez, para rodear el objeto sin opinión alguna. Pero en cambio le sucede a Mengano por vías propias. Él no tiene autoconcepto. O entra y sale de algo parecido a una amable rendición del yo, que obtuvo como un don proveniente de quién sabe dónde, o de plano nunca llevó a cabo tal elaboración personal tan propia de la modernidad, el yo sentimental e hipertrofiado contemporáneo, el “yo siento” como identificación profunda en lugar del adecuado “yo pienso” como reflexión cognitiva. Mengano se ajusta a aquella afirmación antigua: todo es fácil para un hombre sencillo. Y acaso al revés: todo es sencillo para un hombre fácil, que por serlo no sufre maltrato de nadie, tampoco de alguna tarea. Zutano sí, sufriendo tanto para imponer su autoconcepto, no solo a sí mismo, cosa por demás fácil, sino a los demás, tarea muy desgraciada, porque uno (Freud dixit) siempre es otro para los otros, nunca aquel que se cree ser. Y constataciones de ello, cuando el infierno resultan los demás, Zutano percibe todo el tiempo. En Perengano hay otra vía. Elaboró la narrativa de sí mismo y así la restableció. Actuó sobre su pasado (o las versiones de ese pasado, pues es todo lo que hay), lo maceró introduciendo las variantes que aportan los tantos puntos de vista desde los que se rodea, y se comprende al objeto. Podría decirse que lo educó un Merlín volviéndolo pájaro, pez y ardilla para enseñarle algo que bautizó con nombre rimbombante: psicología de la mutabilidad. De dos modos: a) bebe tu sangre, poeta, y b) disuelve y coagula. El primero es divisa lírica y el segundo precepto alquímico. Como sea, Perengano va comprendiendo su propia vida ya no como una biografía anecdótica sino como un proceso donde los eventos acontecidos no afectan el proceso, con un cometido: dejar todas las versiones de su vida atrás. Su aspiración es la misma que aquella propuesta por una maestra de meditación: siendo nadie, yendo a ninguna parte. Zutano, al revés. Emplea tanta energía en reafirmar el personaje que desempeña y nada queda para un acto de recogimiento que le permitiera la distancia ante sí mismo. Nunca conocerá el gozo dicho por Santa Teresa: “Bienaventurado sea el Señor, que me libró de mí”. Quizá de ello se trata. De cómo librarse cada uno de sí. Perengano y Mengano, mediante caminos alternos pero coincidentes en su destino, lo saben. Zutano no. Fernando Solana Olivares. fmsolana@yahoo.com.mx

Thursday, July 10, 2014

LOS ESPERPENTOS.

1. Cuenta el cuento ya contado que Dios y el diablo paseaban juntos cuando vieron un brillante objeto tirado en el suelo. Dios lo recogió y dijo a su acompañante: “Mira, es la verdad”. El diablo le propuso: “Dámela, yo la organizaré”. Desde entonces lo hace. Como ahora con el encarcelamiento de José Manuel Mireles, el líder de las autodefensas michoacanas de Tierra Caliente. La variante tardomoderna de los reos políticos del pasado. En la telaraña criminal mexicana, hecha de hilos conectivos que se entrelazan por todas partes, es imposible saber cabalmente quién es quién. Los personajes en escena solamente pueden conocerse semánticamente, por lo que dicen. La inusual y directa claridad verbal del doctor Mireles, llamándole guerra a la guerra y engaño al engaño, su no alineamiento con el gobierno federal y su dudoso comisionado, sus apariciones públicas entre universitarios y sectores de opinión, todo ello lo convirtió en un adversario que debía ser neutralizado. Como a cualquier acción sigue una reacción, así continuará esta sangrienta y difusa guerra civil mexicana que van ganando los malos. 2. “Decidí irme a México, porque México se escribe con x”, dijo Valle-Inclán. Su género teatral, el Esperpento, lo creó durante su segunda estancia en el país. “Este amigo del chocolate y la marihuana”, según lo describe Alfonso Reyes, usuario abundante de localismos e imágenes literarias del ambiente mexicano, un genio de la palabra y un sabio del comportamiento humano que entrevió Jalapa, Campeche, Tlaxcala o Mérida a través del humo de la hierba, “como lindos monstruos de alucinación y recuerdo”. El empleo de la sustancia resulta incidental, no en cambio el hecho de que fuera aquí mismo donde el escritor concibió dicho género literario, en cuyo nombre está la intención resaltante de lo grotesco tocado por cierta deformidad. En todo caso, aquella x imantante de Valle-Inclán (que Unamuno años antes tildara de pedantería gramatical), podría haber girado de posición para volverse un signo de lo que se vive ahora: una crucifixión consistente en la aparición del mal, el lucro, la codicia, el rencor, la violencia y la miseria, después del desvanecimiento de las políticas sociales del estado, luego de la privatización de lo público que está en curso y la criminalización multisémica donde se coluden todos: gobiernos, funcionarios e hijos, magistrados, policías, soldados, banqueros, inversionistas, prestanombres, industriales, comerciantes, comunicadores, concesionarios miembros de las mafias, incautos y víctimas. Política, economía, sociedad y delito. ¿Cómo puede destruirse una red, un segundo estado de cosas que abarca tanto, que es parte determinante del sistema? 3. Una cruenta batalla sucedida hace pocos días deja veintidós maleantes muertos en la febril Tierra Caliente michoacana y la abogada de Mireles denuncia lo que es inocultable: no detienen a La Tuta pero procesan al fundador del movimiento, crítico del unilateral y mediático desarme de las autodefensas, de la organización de la verdad diseñada por el neo autoritarismo priísta para maniobrar en medio de la desacreditante guerra y el crimen incontrolable. Pero nada es para siempre y aun los amargos días actuales también habrán pasado. El segundo viaje de Valle-Inclán a México le ofreció, según Reyes, dos experiencias profundas: testimoniar la persistencia de la lucha entre los indios y los encomenderos, de la explotación secular, y sentir en el país los magnetismos asiáticos de los juguetes sagrados traídos por la Nao de China. Esta circulación oceánica, que “explica sus inadaptaciones y sus extrañas reservas de fuerza y esperanza”, podría ser la clave del enigma mexicano manifiesto en la x, el cual requiere entenderse complementariamente: “Y realizarás tu destino cuando juntes las dos sangres en una”, interpreta Reyes. 4. El tono oracular de la frase está envejecido: ya es tarde para cualquier utopía menor sobre nuestro futuro. Los legisladores harán muy pronto ley un regalo a Televisa. Las leyes secundarias del petróleo y la energía reiterarán el reciente regalo privatizador al capital transnacional. Este régimen regala bienes y derechos públicos, paga las deudas ancilares de su llegada al poder, ejerce el autoritarismo de sus fines. Mientras tanto el número de niños migrantes que cruza el país y también sale de él crece sensiblemente, como si aquella cruzada medieval de los niños contada por el poeta ahora sólo fuera una cruel peregrinación desesperada, uno más de los horrores que en la edad oscura proliferan. De los esperpentos mexicanos mucho más atroces que los que Valle-Inclán viera. Fernando Solana Olivares