Friday, June 29, 2012

LOS IRRITADOS.

Al género de los articulistas corresponde el subgénero de los comentaristas de los artículos y de quienes los escriben. Algunos de ellos son implacables y buscan catarsis, otros son ofensivos, otros encantadores, otros inolvidables. Los hay fanáticos e irreductibles: sí porque sí, no porque no, esa es toda su argumentación. Ni siquiera aceptan el sí pero no, porque sería un matiz y los matices conducen a la ambigüedad de lo real: semívictimas, semicómplices, como todo el mundo, diría Sartre. Y eso asusta, diría yo. La política despierta tales sentimientos cuasiabsolutos, empeñosísimos, bien aferrados en tiempo de elecciones. Es uno más de los “como sí” que nos exigen las circunstancias. Luego es anticlimático y el votante puede olvidarse de la cosa pública por seis años más. ¡Oh, Democracia! Pero durante su ejercicio, los adherentes odian y celebran, sobre todo lo primero. La política siempre ha estado llena de pasiones, intereses, proyecciones mentales. ¿Habría otra por practicar? ¿Una hiperpolítica para nuestros inesperados días? Los budistas afirman que sí. El 15 de mayo de 2000 el venerable monje Bhikku Bodhi dio una conferencia ante la ONU, y propuso una ética centro-mundialista integrada por las siguientes normas, antídotos de las tres raíces de lo insano: deseo, odio y ofuscación, que los budistas consideran como la causa del sufrimiento personal, pero también fuente del sufrimiento social económico y político: Superar el egoísmo explotador con generosidad global, ayuda y cooperación; reemplazar el odio y la venganza con programas de buena voluntad, tolerancia y perdón; reconocer nuestro mundo como un todo interdependiente y entrelazado, de tal manera que se asuma que el comportamiento irresponsable en cualquier lugar tiene repercusiones dañinas en todo lugar. Bhikku Bodhi explicó que esa ética centro-mundialista iba más allá de un idealismo ético o un deseo fantasioso, que descansaba en un cimiento pragmático sólido porque seguir persiguiendo nuestro estrecho interés personal en círculos cada vez más amplios afecta nuestros intereses a medio y largo plazo, contribuimos cada vez más a la desintegración social y a la devastación ecológica, “cortando de esta forma la rama en la que nos encontramos sentados”. Para que la raza humana viva unida en este planeta que se encoge, continuó diciendo el venerable, el reto es comprendernos y dominarnos a nosotros mismos. Subordinar el estrecho interés egoísta al bien común para favorecer la armonía social, la justicia económica y un medio ambiente sostenible. Curarse del egocentrismo y del etnocentrismo que nos caracteriza, a través de un camino articulado de entrenamiento moral y mental. Curarse, también, de la prevalencia del deseo, que ha convertido el mundo en un mercado global de consumidores y mercancías, de consumidores-mercancía. Hiperpolítica para los últimos hombres que sonará naif y utópica al cinismo contemporáneo, al materialismo plano del pequeño burgués encerrado en la esfera de su vida privada, creador de un mundo adverso a todo aquello que no sea cotidianidad. Las noticias verdaderas, escribe el poeta, provienen del silencio. Y paradigmas principales han cambiado ya en la ciencia y el pensamiento, uno de ellos el de la interdependencia de lo real y de todo lo existente, como para no creer que podría estarse delante de un umbral cultural transformativo, a suceder quizá antes de la catástrofe civilizacional. En fin. Por lo pronto terminará el insoportable ruido de las campañas, su semiótica del hartazgo, su feria de vacuidades y los comentaristas no volcarán en los opinadores su irritación por el otro, un mero episodio que debe entenderse como la verdad filosófica suprema que el rey Salomón transmitió a la reina de Saba: el mundo no fue creado en un pasado remoto sino que a cada instante la mente recrea, reproyecta su imagen ilusoria sobre la nada. Cuenta Elémire Zolla que el sabio rey condujo a la bella alumna a una sala de pavimento de cristal. Ella, creyéndola inundada de agua, alzó el borde de su vestido para no mojarlo. En su error “comprendió que todo es un juego de identidad y diferencia”. Hoy es viernes y una calma sorda envuelve a la nación. De lo que viene el domingo todavía nadie sabe, y quien lo sabe no lo dice. La cercanía del desenlace atempera una fecha decisiva en la cuenta histórica corta nacional. En la cuenta histórica larga será solamente un suspiro profundo. O entrecortado. Fernando Solana Olivares.

Sunday, June 24, 2012

MI OPINIÓN.

De manera prematura para algún lector, indebida para otro, equivocada para varios, en este espacio se escribió hace semanas la decisión de votar por López Obrador. Ha pasado casi la campaña, pronto llegará a sus finales, después será la votación y al final vendrá el resultado. Mi opinión es que están en juego, condensada y sintéticamente, dos proyectos de país. Si se le escucha, ésta es la tesis básica que argumenta López Obrador, ese fenómeno político sucedido desde hace una década, carismático para muchos y bestia negra para otros tantos, peligro para México, un “López-Chávez”, como lo llama el mercadológico, impúdico Fox, histérico como chachalaca. El hombre está cansado, desde luego, aflojado por los caminos terraceros de la geografía nacional que ha recorrido sin cesar, y advierte que si no es él, el único que podría ser líder e intentar un verdadero pacto nacional, entonces que los mexicanos se hagan cargo de sí mismos, porque él, seguramente, se irá vivir con su familia a La Chingada. Se le moteja de loco, de mesiánico, de simplificador y populista. Ha dado muestras de que puede pactar prácticamente con todos, pero sigue fabricándose la constante desacreditación mediática de que afectará al país, que lo llevará a la quiebra. No hay prueba empírica para sostener tales afirmaciones, y desde hace una década se repiten sin cesar. Esta perspectiva producto de la guerra sucia la comparten muchas gentes. Algunos lo creen, otros creen que lo creen. Una incógnita es cuántos lopezobradoristas existen de verdad, cuántos van a votar por el Movimiento Ciudadano y su candidato presidencial pero se encuentran en ese manipulado porcentaje estadístico de 21 % de indecisos, aquellos que las encuestas “reparten” entre los candidatos, quienes no quieren decirle al encuestador cuál será su decisión. Parecen ser muchos. ¿Tantos para ganar? Dios quiera, pues con toda franqueza ni Peña Nieto ni Vázquez Mota están a la altura —y hay prueba empírica para acreditarlo— de la situación nacional tan mayoritariamente empobrecida, aunque los indicadores económicos macro sean positivos (no los micro, donde el salario mínimo diario ronda los sesenta pesos y el kilo de frijol cuesta treinta y cinco pesos), a la altura de tan violenta, desigual, tan resentida e insurrecta, tan corrompida e impune realidad social. La cauda de imperfecciones y defectos lopezobradoristas es muy grande —los Bejaranopadierna, los Barttlet, los Juanito, los Camacho, los oportunistas políticos de toda laya aceptados pues de eso se trata: de un amplio y no selectivo pacto nacional, el plantón, la presidencia legítima, la soberbia anterior, etcétera—, pero ninguno de esos fallos ha sido determinante para sacarlo de una batalla política que libra con una dignidad mucho mayor a la de sus rivales. Se le tilda de terco, de obcecado, y en una desafortunada y personalmente injusta imagen de Javier Sicilia, de fascista, o cerquita de ellos. Sin embargo, propone la revocación del mandato, la consulta y el plebiscito, formas políticas que rápidamente llevarían de una democracia representativa (a la mexicana) a una participativa, más horizontal y moderna, la cual urge a las grandes mayorías del país, los votantes que así podrían volverse más ciudadanos. Escénicamente, el montaje electoral es una representación de promesas y mentiras. Es cierto que López Obrador también incurre en ofertas varias de campaña, utilizando cifras que el presidente refuta en tiempo real y ordena a su ministro hacerlo al día siguiente, pero proponiendo acciones incuestionables, esenciales: combate a la corrupción gubernamental de arriba abajo, austeridad republicana, cobro progresivo de impuestos, temple y serenidad, más un gabinete presentado desde hace meses ante la opinión pública. La cólera colectiva contra el saqueo impune, los delitos impunes, los derroches impunes que este país ha padecido por siglos, el hartazgo común ante las mentiras y el doble mensaje mediático son más graves de lo que el pensamiento hegemónico y el interés de sus oligarquías consiguen ver. A pesar de lo que ocurra el 1 de julio, muchas cosas comenzaron a cambiar, organizaciones masivas han surgido sorpresivamente para quedarse y hacer política. Como dijo un amigo: algo está pasando en este país. Los jóvenes irrumpen en la discusión de la cosa pública y exigen la democratización mediática, el fin de los monopolios. Un cierto renacimiento moralmente posible puede ir surgiendo aquí y allá. Lo diré absolutamente en serio, hasta dramático: es un honor votar por Obrador. Fernando Solana Olivares.

Friday, June 15, 2012

LA EBULLICIÓN.

Para Carmen Castellote, lectora entrañable. Utilizo otro tipo de encuesta para preguntar qué va a pasar en México el 1 de julio. También, transgrediendo los ámbitos de un instrumento que no es adivinatorio sino oracular porque está sujeto a interpretación y desciframiento —tareas que le corresponden al consultante y en las cuales surge lo advertido por los filósofos medievales acerca de que todo lo que se recibe invariablemente se recibe conforme al modo del recipiente: “el problema está en el receptor”—, pregunto en la misma consulta al I Ching, milenario libro chino de las mutaciones y “una de las máquinas de conexiones más fascinantes que el espíritu humano haya creado”, según Cyrille Javary, quién va a ganar en los comicios presidenciales. El resultado de la indagación es oscuro en principio pues el hexagrama que surge, 54. Kue Mei / La Muchacha que se Casa, no se presenta ni específico ni directo, como en El Libro de los Cambios frecuentemente suele ocurrir. Siguiendo a uno de sus hermeneutas occidentales contemporáneos, el mismo Cyrille Javary, tal hexagrama significa “Trastorno. Selección por razones exteriores a lo que se escoge. Progreso en etapa”. La mutación del hexagrama, otro proceso usual en el empleo del I Ching que muestra hacia dónde derivará la situación consultada, corresponde al primero de los 64 que el libro contiene: 1. Ch’ien / Lo Creativo, cuyo sentido es “Crear. Función de Activación”. El hexagrama opuesto, aquel que significa exactamente lo contrario al asunto en cuestión, es el 53. Chien / La Evolución, mismo que se entiende como “Progresión gradual. Ritmo de aprendizaje. Tres pasos adelante. Uno atrás”. Y finalmente, el hexagrama nuclear que anuncia la circunstancia nuclear, la esencia del hexagrama obtenido en la consulta, es el 63. Chi Chi / Después de la consumación: “Todo está en su lugar. Pasaje del desorden al orden”. En suma, el resultado de la consulta podría interpretarse así: habrá perturbaciones en la elección a causa de factores ajenos al proceso; no representará un avance terso o gradual; potencialmente, empero, lo acontecido traerá consigo una transformación consumada luego de conflictos que desembocarán en nuevos acuerdos. Muchas consideraciones podrían aducirse: el desdeño racionalista ante instrumentos analíticos como el I Ching que se confinan al ámbito esotérico de la adivinanza y la predicción, o su carácter occidental no epistemológico así en China haya ocupado durante dos mil años un lugar comparable al que en Europa ha tenido el Discurso del método de Descartes, así fuera estudiado seriamente por Leibniz o Jung, así sea la base de un pensamiento y un poder económico emergente que ahora fascina al mundo. Como sea, el proceso electoral mexicano de pronto y drásticamente ha cambiado: los infalibles analistas que relegaban a Andrés Manuel López Obrador a un tercer puesto admiten a regañadientes su avance electoral; las infalibles encuestas “científicas” que sancionaban el consenso fabricado modifican sus previsiones aunque sigan trucando las cifras de indecisos; el infalible Felipe Calderón acepta ante la prensa extranjera que la elección presidencial será una competencia entre tres candidatos; las infalibles televisoras atemperan un tanto su parcialidad informativa obligadas por el descrédito social; los infalibles intelectuales orgánicos reconsideran su hasta ayer tajante pronosticación. Los infalibles se muestran falibles ante una economía de la verdad que inesperadamente irrumpió. Es difícil saber qué va a suceder el 1 de julio, pero sí puede percibirse lo que ya empezó: una ebullición del caldero mexicano, calentado a fuego lento durante décadas y ahora a punto del hervor. Como si la jaula de hierro de un sistema de pensamiento y control, aquel “mundo desencantado” weberiano, llegara al fin a un punto mexicano de inflexión. El entusiasmo por la inteligencia consciente, por el derecho a la información objetiva, la resistencia ante el engaño político-económico de la restauración televisada como transformación, de la ineptitud designada como diferencia, todo ello son signos alentadores de una transformación colectiva que quizá obedezca, entre tantas causas operantes, a la sistemática ausencia posmoderna de significados y al vacío existencial que intencionalmente provoca. Ante los cárteles financieros, mediáticos y mentales, los cárteles políticos dueños de la verdad porque ellos mismos la construyen, surge entre nosotros una muy simple operación: “Sólo relaciona”. Cientos de miles ya lo comienzan a hacer. Fernando Solana Olivares.

Saturday, June 09, 2012

MEMORIA Y OLVIDO.

Aquella legendaria sentencia victoriana del escritor satírico Samuel Butler ---una mera provocación, cuando fue dicha, contra la inercia de la inmovilidad y la costumbre---, ahora se ha convertido, para nuestra civilizacional desgracia, en un hábito irreparable y acrítico que a todas horas el proyecto enajenador del universo mediático, de la videoesfera, induce como si fuera un mantra machacón y pertinaz: no hay pasado ni recuerdo, sino solamente olvido y novedad. El sistema ideológico predominante se funda en la destrucción del recuerdo colectivo y en la abolición de la memoria común entre todas aquellas colectividades y personas que aspira a dominar. Como esas creaturas del olvido que no sabían dónde estaban ni quiénes eran porque no recordaban de dónde venían, el capitalismo salvaje necesita formar (o deformar) mentalidades evanescentes, superficiales, desatentas y desmemoriadas, sobre todo, desmemoriadas. La memoria representa una virtud operativa e imprescindible con la cual puede hacerse otra política y entonces resistir ---emocional, cultural y existencialmente--- ante las atrocidades y aberraciones de un sistema amnésico y nihilista que una y otra vez se tropieza con la misma piedra, la de su creciente y ostentosa inviabilidad. La consignación, el registro, la comparación, la relación, el escepticismo y el recuerdo: acciones tan esencialmente propias de la conciencia crítica como equivalentes a la honda mortal que el pequeño David blande contra el supuestamente invencible Goliat. Los pueblos recuerdan y así se preservan; sus opresores fomentan el olvido y así consiguen predominar. Antonio Gramsci señaló hace mucho que si se captura la mente de los individuos, sus manos las seguirán. A eso le llamaba “hegemonía”: el nivel simbólico de la cultura dominante que convence a la gente ---a pesar de lo que le demuestre su propia vida--- de que éste es el mejor de los mundos posibles y el único modelo deseable de sociedad que hay. ¿Qué es la verdad entre nosotros, los sujetos posmodernos, cuando el discurso intelectual predominante enfatiza la desaparición de las grandes narrativas de emancipación colectiva y de explicación conceptual, cuando el pensamiento se distancia de las urgencias políticas y sociales pues las califica como no esenciales, y la sociedad del espectáculo suprime las distinciones entre los individuos y la realidad, porque lo real, una de las legitimaciones centrales de la tradición humanística, ahora se considera una simple representación, un simulacro donde ya no hay hechos sino meras interpretaciones? La verdad entre nosotros es solamente lo que circula, lo que se afirma y lo que se repite mediáticamente como tal. Aquello que se funda en el olvido y se enajena en la novedad. En el clima de capitulación y desencanto generalizados que el pensamiento único neoliberal quiere establecer repitiéndolo sin descanso, cuando todo se reduce al usuario terminal de sí mismo, al sujeto egoísta y encapsulado en la avidez de sus deseos inducidos , a “La marca llamada Tú”, los actuales parecerían ser tiempos donde los mejores ---la gente común, decente, razonablemente buena--- están encerrados bajo su propia incertidumbre, y los peores ---la gente de poder, violencia y dinero, aquellos que siempre han llevado putas a Eleusis--- están henchidos de apasionada intensidad, según advirtió el poeta sobre esta edad de hierro que fatalmente ocurriría. Y sin embargo, la realidad real ---no la de los oligopolios televisivos y mediáticos, no la de la lengua de madera de los políticos y sus partidos, no la de los intelectuales al servicio de los maharajás criollos y foráneos, no la de los aparatos conceptuales de la inmovilidad analítica y el relativismo cínico--- se mueve en dirección contraria: la resistencia ante el desastre de los ineptos que dicen y creen estar al timón del barco nacional naufragante, la irrupción inesperada de una conciencia juvenil decidida a intervenir directamente en la construcción de otra sociedad más justa, democrática y equitativa. Más moral y ética, en suma. Parafraseando a Ray Bradbury, visionario recién muerto, cuando las nuevas ideas están listas para nacer, la memoria se da vuelta y las atrapa: “Tanto nos ocupa mirar fuera para encontrar formas y medios, que olvidamos mirar dentro”. Ese olvido artificial va erosionándose ante una memoria que se niega a repetir mecánicamente la amnesia colectiva, la fatalidad histórica de un país que debe ser para todos y no para los pocos que hasta hoy lo han postrado, manipulado, envilecido. Fernando Solana Olivares.

Friday, June 01, 2012

EL CONSENSO FABRICADO.

La Causa y el Efecto, esos cancilleres de Dios como los llamaba Ralph Waldo Emerson, entre nosotros son constante y a veces miserablemente confundidos. La última muestra de ello es la inesperada irrupción crítica de los jóvenes universitarios en la disputa electoral, exigiendo la objetivación democrática de los medios masivos de comunicación y rechazando la construcción publicitaria de un presidente investido ---y en consecuencia impuesto--- mediante el avasallante mecanismo ideológico que se conoce como consenso fabricado. El coro insensato de aprobación que acepta sin cuestionar el statu quo, que rechaza pensar en cualquier alternativa distinta pues considera el presente como una sustancia inmóvil, de inmediato descalificó el movimiento estudiantil llamándolo manipulado y, en el colmo del abuso semántico, hasta fascista. Así, en un ambiente que parecía de capitulación social generalizada, de pronto surge un elemento imprevisto cuya naturaleza, antes que representar una cuestión política, pertenece a una dimensión moral. Causas que llevan a efectos, esa operación analítica impedida por la visión unilateral predominante ---impedida mediante una “acción policiaca de límites discursivos sobre lo que está y no está permitido” pensar y hacer, según la definiría Edward W. Said---, es lo que sostiene y explica la insurrección estudiantil ante el catastrófico panorama existente para los 53 millones de jóvenes menores de 24 años en el país, 60 % de los cuales no conseguirá un empleo, no más del 15% tendrá una opción educativa y 8.5 millones de ellos no podrán ni estudiar ni trabajar. Se entiende entonces ---sin tener que recurrir a ninguna teoría de la conspiración (las cuales siempre se utilizan en el consenso fabricado contra las protestas de los opositores al statu quo y jamás se aceptan para explicar las razones de lo existente, de tal manera que los estudiantes sí están manipulados pero desde luego que la mafia oligárquica y conspirativa de los poderes fácticos denunciada por López Obrador no es más que una ilusión paranoica), o a algún simplificante y reductivo lugar común (los jóvenes son contradictores y revolucionarios simplemente por ser jóvenes)--- que la irritación estudiantil sea dirigida, además de contra los monopolios mediáticos, contra el candidato priísta cuya dilatada ventaja electoral, aceptando sin conceder que sea cierta, obedece a un diseño extra-electoral semióticamente evidenciado hasta en su misma publicidad política. “Tú sabes que voy a cumplir” afirma una y otra vez el telegénico Peña Nieto en sus anuncios electorales. ¿Por qué afirma que el televidente lo sabe, por qué cree que debería saberlo? Porque durante los seis años de su gobierno en el Estado de México apareció todos los días de la semana en los noticieros de Televisa “cumpliendo” acciones y compromisos públicos. El consenso fabricado elaboró visual y previamente ese saber que hoy los televidentes poseen y al cual se dirigen las técnicas ocultas de la persuasión política. Ante ello, el voto razonado, informado y reflexivo que exigen y proponen los jóvenes en esta insólita primavera de la conciencia estudiantil mexicana, representa un acto de la memoria recuperada contra el olvido inducido por la sociedad del espectáculo, y del escepticismo inteligente frente a la trivialización cotidiana del fast thinking mediático, al desprecio cultural del pensamiento complejo, que cabe entero en las dos palabras utilizadas como epígrafe por E. M. Forster en su novela Howard’s End: “Sólo relaciona”. Sin esa capacidad de vinculación comparativa entre los fenómenos y las circunstancias, entre los hechos y sus interpretaciones, y dado que todo está gobernado por la ideología y el control político, por un mecanismo omnipresente que responde a poderes transnacionales y en el cual las élites políticas e intelectuales hegemónicas actúan como sus agentes, es imposible saber con certeza qué pasa. El movimiento #Yosoy132 ya obtuvo victorias y forzó consecuencias. No solamente la reacción coyuntural de las televisoras en cuanto a la cobertura informativa de las protestas del movimiento y la transmisión del próximo debate, sino la visibilización de un pensamiento juvenil que se resiste al fatalismo inmóvil, a la indiferencia enajenada y a la cosificación de la realidad, a pesar de la brutalidad epistemológica del consenso fabricado, de la política del miedo y la banalidad. Toda experiencia humana es un acto de relación. Fernando Solana Olivares.