Sunday, October 12, 2014

OCTUBRE CONMOCIÓN.

Las carreteras locales se caen a pedazos. Los servicios de energía eléctrica colapsan aquí y allá. El torvo munícipe levanta una glorieta idiota y la circunda de múltiples y malhechos topes que provocan, al pasar sobre ellos, un innecesario estremecimiento cortical. El abandono de las obligaciones del estado mexicano, el mal gobierno acumulado en el tiempo, los crímenes que su monopolio de la violencia va sumando. Y el silencio colectivo ante ello, la indiferencia resignada de una sociedad que ya no es tal sino sólo una cifra creciente de sujetos aislados. Las lluvias frías duran todo el año y deshacen las estaciones, los antiguos ciclos de aquel arte del cultivar enseñado por Saturno a los hombres. El infierno de lo idéntico, la dictadura del consenso y un único clima por la alteración del clima global. Deterioro, feísmo, irracionalidad. Un sabor extraño: las cosas buenas no duran pues algo, alguien las termina, como si la época mediocre volviera mediocre cuanto toca. Entonces sobrevienen nuevas plagas, la suspensión abrupta de las germinaciones, la fractura de los periodos naturales. La cultura no tiene aún tácticas o perspectivas para adaptarse a ello: ¿hidroponía, espacios aislados, laboratorios más allá de lo físico? Dejar un vicio de treinta años y sufrir la desintoxicación extrema, cual un adicto celular, orgánico y mental: cold turkey. Volver a hacer la pregunta de siempre, la del sagrado-profano descontento: ¿por qué hay algo, y no más bien nada? No encontrar respuesta, como siempre. La lección: tolerancia, paciencia, alegría. Sila, la virtud budista de una moral objetiva. O dejar de hacer preguntas que no tienen respuesta. La vergüenza y el enojo de estar enfermo, vieja conducta aprendida durante la sobrevivencia infantil. Ciertos parecidos de esta gripa multiviral posmoderna con aquella convalecencia de hace cincuenta años que produjo una ruptura académica: el niño enfermo leyó los libros del curso en un mes. Mientras estas líneas se escriben, a la distancia dos garzas despliegan sus alas, son la aparición de un velamen blanco cuya imagen algo significa. ¿Pero qué? El analfabetismo simbólico del momento histórico. La mente común se ha vuelto literal porque sólo habita en la dimensión plana ofrecida por los sentidos. Hoy la ciencia vuelve a decir lo que los chamanes arcaicos de la red-tela de araña siempre supieron: la realidad acontece en la multidimensionalidad. Siglos atrás la gente visitaba las catedrales góticas de Nuestra Señora para leer todos sus símbolos, sus conexiones, sus fractales interminables. A menudo se ignora que las metáforas muestran lo otro de lo mismo. Y la entrada a un ciclo terminal inevitable de la transitoriedad personal. Extraña es la vida y harto misteriosa porque escapa al escrutinio de la razón. No se conoce un gran porcentaje de lo existente dado que no es visible para los sentidos. No se conoce más que una mínima parte de la conciencia. Como si aquello que determinara la realidad ---sea la nada o sea una causa eficiente, una entidad demiúrgica--- solamente ofreciera tres argumentaciones: sí porque sí, no porque no, sí pero no. “Reírse burlonamente o rezar: todo lo demás es accesorio”, escribe Cioran. El huracán invocado ante la mutilación de un cuento de Juan Rulfo surge de golpe mostrando las profundas grietas del sistema político, su criminalización estructural y su terrorismo de Estado, incomprensible si se analiza desde una perspectiva lógica: la sangre de las desapariciones y brutales matanzas recientes no parecieran necesarias para la obtención de los atroces fines gubernamentales de privatizaciones definitivas y reingenierías sociales tecnocráticas. Sin embargo el guión histórico de la doctrina del shock económico siempre ha contenido violencia y terror destinados a paralizar mediante el miedo a la población que sufrirá el proceso expoliatorio. El último y más aberrante crimen contra los jóvenes normalistas de Ayotzinapa, aunque corresponda a un contexto mafioso y criminal que capturó al estado a nivel municipal, advierte sobre quiénes son los enemigos del horror económico: los jóvenes opositores, los estudiantes, los actores de esta hora social. Una cosa es tener la costumbre y otra tener la experiencia de la desdicha, eso divide a los pueblos. Hasta ahora la costumbre de la desdicha ha sido un hábito nacional. No así su experiencia, pues ésta evita la repetición. Comienza octubre con una luna roja: todo tiene que ver. Fernando Solana Olivares.

LA MUTILACIÓN DE RULFO.

“Yo busco las notas que se amen”, escribió Mozart. Juan Rulfo también buscó las palabras que se amaban para hacer su literatura. Y las encontró. Cada término, cada oración y cada frase de su obra representan una perspectiva intencional y específica en el bosque profundo del lenguaje, son partes orgánicas y necesarias de una construcción lingüística. El arte literario de ese autor logró la integridad, la reunión estética entre la forma y el fondo de sus textos, una virtud que define a la literatura y un atributo que será inmodificable mientras esos textos existan. O que debiera serlo. Este es uno más de los graves y constantes maltratos de la SEP al lenguaje, a los autores de la memoria cultural mexicana, a la cultura misma (el odio posmoderno a la cultura vuelto cultura) y a los derechos de autor, cometido en la época puesta al revés donde se mutilan y mediatizan, argumentándose que así se vuelven más accesibles, las obras superiores: la “adaptación” del cuento de Juan Rulfo “Es que somos muy pobres” del El llano en llamas, que suprime y altera partes sustanciales de esa narración canónica en una Prueba Enlace para educación media superior de 2013, según informa Roberto Ponce en Proceso (1977). Si se observa desapasionadamente no es extraño que tal amputación ocurra ahora, cuando todo se abrevia, se vacía de sustancia, se descafeína, se simplifica y uniforma hacia abajo, aunque no deja de ser otro hecho escandaloso y triste, esperpéntico: bien hace la familia de Rulfo en demandar por ello a la SEP. El territorio del combate civilizacional sigue estando en el lenguaje, tal vez ahora más que en otro lugar. Cioran descarta a Heidegger. No le gusta. Tampoco a Jung. Los dos desconfían de quien tenga la pretensión de fabricar raros neologismos de innecesaria y oscura complejidad en su pensar, lo que consideran más un aislamiento que una posibilidad reflexiva. Al hablar de Paracelso, Jung menciona que cuando quería imponerse al adversario manifestaba un lenguaje especial, un síntoma que se observa no sólo en la clínica siquiátrica sino también en ciertos filósofos modernos: las “palabras de dominación” o la antigua magia de las palabras. La onomatopeya, la alteración de los nombres, su barbarización fonética llevan al gruñido, a la animalización. De ahí se sigue, simplemente, el silencio: borrar el lenguaje. Suprimir líneas brillantes de purísima literatura, como se hace con Juan Rulfo. La razón de síntesis y economía que la burocracia tecnocrática y mutilante aducirá es otra más de las costumbres impuestas en el infierno de lo idéntico. A Paracelso se le atribuyó el lema que ahora a Rulfo precisamente se le niega: “No sea otro, quien pueda ser sí mismo”. El cielo es su propio médico, como “el perro lo es de sus heridas”, dice Paracelso. A Rulfo lo cambian, pretenden que deje de ser él mismo para volverse un producto de consumo. Además positivo. La mano invisible que osó suprimirlo quitó de su narración las partes atrevidas, cuando las hijas se hacen putas por vocación, por naturaleza. ¿Qué fue lo que molestó al censor unificante y reductivo? ¿Lo políticamente incorrecto de que estas dos jóvenes mujeres ---“todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima”--- decidan por sí mismas su destino clásico en Rulfiana? ¿Ese mismo destino hostil cuando la positividad no acepta negatividad alguna? ¿O los giros verbales y las construcciones rítmicas fuera de sentido por bellos y diferentes? No hay justificación lógica, sólo la ruin destrucción de lo genial ajeno con unas pinches tijeritas propias. “Así de despropositada está la vida”, ha dicho mi mujer cuando constata circunstancias tan aberrantes como las mencionadas. Aceptando analogías, el Tarot de Jodorowsky, aparato hermenéutico, señaló que el país era una mesa perfectamente puesta a la que llegaban escasas viandas desde la muy surtida cocina, pues el mesero ---o sea los intermediarios históricos: políticos, financieros, empresarios oligarcas, ministros, funcionarios, criollos, cabilderos, etc.--- no entrega todo lo que debería entregar. En el trayecto lo desvía, lo reduce. Lo que se entiende por pronunciación clara, aquello que desata los nudos, es lo opuesto del murmullo maligno que ata, impide, aprieta, según escribe Elémire Zolla. La supresión del texto es la supresión del mismo acto de la pronunciación. El aleteo de una mariposa puede producir un huracán. Ojalá la supresión de Rulfo lo provoque. Fernando Solana Olivares.