Wednesday, June 17, 2015

SALDOS PARCIALES.

Un porcentaje más alto del esperado salió a votar. El voto fue diferenciado pero no se atomizó. La jornada y el proceso transcurrieron en calma a pesar de todo. Surgió el fenómeno de los candidatos independientes: El Bronco, Kumamoto, Clouthier, y los suprapartidarios: Alfaro. La política sólo es el arte de lo posible. Los analistas sesgados vibraron de emoción al descubrir que el PRI y su aliado canalla, cuya mercadotecnia política orwelliana es el atrevimiento, la impunidad y la obscena compra de adhesiones mediáticas, tendrán mayoría para sacar el presupuesto de Peña y su secretario Videgaray. Un triunfo relativo para un abollado presidente cuyo sexenio ya terminó y un movimiento en el tablero de los adelantos. El sistema político mexicano, en su incesante fuga hacia adelante, hasta al joven político Kumamoto, recién elegido diputado local de Jalisco en un distrito donde comenzó su campaña con unos cuantos pesos, muy pocos, apoyado por un reducido grupo de chicos tan jóvenes cómo él, y recibió un inesperado y holgadísimo número de votos, le manda a preguntar a través de un locutor sorprendido cuál será su próximo intento. La paradoja es profunda. Kumamoto es uno entre ahora miles: comenzó siendo solo. Él se define a sí mismo como un mensajero de otros mensajeros. Hermes cumple esa función entre los hombres y los dioses, entendidos éstos como estados de conciencia distintos, diferenciados. Hermes Mercurio los vincula. Esta fue la escena por aquí: votaciones intermedias crispadas; el tripartidismo puesto en jaque, parcialmente derrotado; la gente asumiendo una responsabilidad común, una gramática de la pertenencia mutua; los curas desfilando en su fiesta religiosa anual, los futbolistas jugando y las televisoras interviniendo en la jornada hasta donde pueden hacerlo: menos de lo que se les concedía. Como la televisión es un medio auto referencial, ella dice de ella misma que es mucho más determinante de lo que en verdad es. El pequeño formato mercurial de Kumamoto está compuesto de ideas concretas. Setenta mil pesos mensuales tomados del salario “sobrepagado”, como lo llama él, que reciben los diputados locales, los destinará a financiar análisis e iniciativas de consulta y planeación que le permitirán presentar leyes y promover las figuras del referéndum, la consulta y la revocación. En el México real esta iniciativa es radical, y de tan obvia, urgente. Como si la política por fin generara su propia necesidad. Se dice que el triunfo de El Bronco tuvo que ver, sobre todo, con el apoyo de la oligarquía regiomontana. Es posible que dicho factor, uno entre los otros, haya resultado también determinante. La historia política de las democracias no registra el fenómeno de los candidatos independientes con particular duración y relevancia. Pero México es un país estrambótico, exógeno, y lo que en aquellos lados no funciona aquí puede servir. La descomunal tarea de remover un sistema tan denso como el nacional, tan genéticamente arraigado, tan culturalmente idiosincrático, es equivalente al mito de Hércules en los establos de Augías, quien logra limpiarlos desviando hacia ellos el caudal de dos ríos. Tal es el tamaño de la deconstrucción, del desenterramiento de estratos. Entre tanto lleguen esos fenómenos de choque (los vecinos guatemaltecos están a punto de defenestrar a su corrupto presidente, habiéndolo hecho con otros altos funcionarios) la vida política mexicana sucede en sus propios términos e inesperada velocidad. El sistema político está herido de muerte y hay que rehacer el pacto social porque el país sigue pudriéndose entre la corrupción, la impunidad y la violencia, entre el malgobierno sistemático y la prevaricación habitual, entre la partidocracia y los poderes fácticos. Entre la mala leche y la mala ley. Todo consiste en que nos alcance el tiempo para ello. Uno puede pensar que no será posible. Está en el orden de la eventualidad. Lo mismo puede razonarse que sí. Está en lo posible imaginable. Entre estos polos equidistantes sucede la verdadera realidad, la que al tramitarse a sí misma se manifiesta. Lo interesante será lo desconocido: el beneficio de la duda o la suspensión temporal de la incredulidad. El caldero nacional sigue ebullendo. Su hervor esta vez fue inesperado. Pero ayer comenzó mañana, como suele ser. Fernando Solana Olivares.

LAS PACES CON PAZ.

Y así se reanudan las relaciones: volviendo a leer. Leo un libro delicioso e imperfecto. El asunto tiene importancia por lo que simbolizaba. Leo otra vez Vislumbres de la India de don Octavio Paz. Todo escritor se cifra en sus libros y la ideología de la sospecha, el contextualismo de la lectura, la relatividad del juicio (somos estados de conciencia y así leemos) y las teorías de la recepción permiten leer a los predecesores con la precaria suficiencia de una conjugación verbal distinta, sostenida en el presente y más cerca del futuro que del pasado y por eso virtuosa. Sólo que ello no es cierto del todo. Nada es cierto del todo. ¿Todos mentimos? Todos. Debió haber sido un complejo personal. Si la amistad entra por los sentidos, mis sentidos nunca pudieron bien con Octavio Paz. Prefiero por ejemplo a Truman Capote, ejercitando en Ataúdes tallados a mano una escritura más penetrada todavía por las inmediatas estructuras narrativas de la realidad. Y sin embargo Paz es el intelectual odiseico del crepúsculo de la ilustración renacentista, el Ulises que abre la búsqueda cultural y estética ---el arte no como satisfacción estética, no sólo, sino como encuentro y posesión de la verdad interpretativa, el arte como hermenéutica (¿quiere usted saber sobre la ingratitud humana?; no busque entonces ningún algoritmo, sólo lea El rey Lear). Detrás de él no venía nadie, o eso creía. Cuando descubrí la endecha de Dharmakirti no tuve más remedio que emplearla como epígrafe de La rueca y el paraíso. Paz la había traducido con el título de “La Tradición”: “Nadie atrás, nadie adelante. / Se ha cerrado el camino / que abrieron los antiguos. / Y el otro, ancho y fácil, de todos, / no va a ninguna parte. / Estoy solo y me abro paso”. Me preocupo un poco que su cólera me alcanzara, porque ya había ido tras de mí al acusarme con el presidente Salinas y pedirle mi cabeza, la cual para entonces dirigía la sección cultural de El Nacional, periódico denostado por el fulmíneo poeta como Pravda: su parcial anti-estatismo. Le envié una carta solicitando su bendición pero no me contestó nada. Una suma de malos entendidos se habían conjugado entre nosotros. Dicho de otro modo: una lucha de poder cultural. Así que un domingo yo estaba dormido a media tarde, descansando de las adictivas y dipsománicas tareas de periodismo de la terminada e intensa semana, cuando el teléfono sonó. Era una colaboradora: “¿Ya leíste lo de Gabriel Zaid en Proceso?” Ahí se detonó una guerra pública que iría ventilándose en las páginas de la sección cultural del periódico: Paz, Zaid, Krause y Asiain contra el editor de la sección y su derecho ilegal, pirático de publicar, traducir, cubrir, pagar y mover la república intelectual de las letras y la cultura desde los periódicos. A Paz no podía caberle en la cabeza que el jefe de la sección se movía por su cuenta, según su leal y atrevido saber y entender. Paz creía que era un operador operado por sus enemigos de Nexos y su capitán, Carlos Fuentes, el dandy guerrillero (según la célebre calificación de Krauze, de la cual se culpaba también al maestro). Sin duda confirmó, tiempo más tarde, la independencia del joven kamikaze que se le enfrentaba, porque confirmó la acomodaticia y fofa condición intelectual y política de Nexos, fuera eso lo que fuere. El editor se quedó entre dos fuegos: uno parnasiano, el del poeta, y otro grisáceo e intrigante y difamador. Por ahí se lo soltaron y entonces advirtió que la advertencia de su madre se había cumplido: cría fama y échate a dormir. Tú te atreves a todo, le dijeron. Se le hizo fácil pelearse con Paz. Hace años debió escribirse un editorial desagraviante para que los rayos pacianos no calcinaran a quien se atravesaba en su camino. Ahora sólo debe precisarse: delicioso e imperfecto. La segunda definición le da un valor doble al ensayo, siempre una prueba, una demostración. Tal es su mérito humano, su entrañable limitante. El poeta vibrando en su genio sensual, absorto en India, en ragas deslumbrantes, en talles ardientes, en mujeres sinuosas enredaderas, en dioses incontables y en las peripecias de la historia, o en el lenguaje, gran casa del ser. El poeta duerme pero el poema es insomne. Paz traduce: “Su piel es azafrán al sol tostado, son de gacela los sedientos ojos. ---Ese Dios que la hizo, ¿cómo pudo dejar que lo dejara? ¿Estaba ciego?” Fernando Solana Olivares.

Tuesday, June 02, 2015

LIBERTAD NEGATIVA.

Dado que no somos libres --- según escribe Isaiah Berlin--- pero que no podríamos vivir sin la convicción de serlo, ¿qué debemos hacer? El mismo dilema se presenta en cuanto al voto del próximo 7 de junio, nuestra más inminente tautología: el sentido común y el conocimiento empírico advierten que nada sustancial será distinto en el país después de esa jornada que al suceder sólo refrendará al sistema político existente, porque el sistema político y las castas que lo integran son el problema principal que tiene este país. Y sin embargo, cualquier posibilidad de transformarlo debe darse bajo sus propias reglas. De ahí que dicho sistema sea tan absolutamente perfectible como hasta ahora resulta esencialmente no sustituible. Uno puede ignorarlo pero no reemplazarlo pues ---irrebatible, opresivo lugar común--- la democracia (así sea una tan envilecida, manipulada y patológica como la mexicana) es hasta ahora la menos mala de las prácticas políticas que conocen las sociedades humanas en esta época terminal. Así pues, siendo la más lúcida de las posturas posibles (“la inteligencia es esa facultad que se abstiene”), la abstención electoral no resultará suficiente para castigar o deslegitimar a los partidos políticos y al sistema electoral que han confiscado el interés público y han usurpado la representación de la sociedad mexicana. Los partidos hegemónicos, tan parecidos entre sí los tres, recurrirán a sus votos clientelares para mantener sus cuotas de poder con las diferencias circunstanciales del caso, dispuestos como siempre a gobernar desde porcentajes mínimos y absolutamente indiferentes a cualquier legitimidad representativa. Recuérdese su cínica e inmoral divisa: “haiga sido como haiga sido”. La anulación del voto, por otra parte, debiera diferenciarse. En donde estas líneas se escriben ---el atribulado narcoestado de Jalisco en su zona alteña y cristera--- la anulación puede resultar inevitable si se establece una generalización objetivamente verdadera (todos los políticos son iguales o, aun siendo distintos, el sistema no les permite actuar de otra manera) y se ignoran los matices específicos, ciertamente tan sutiles que corren el riesgo de evaporarse ante la terca realidad (¿da lo mismo elegir al hijo del anterior presidente municipal, ostensiblemente corrupto, o debe darse la oportunidad a otro, así provenga del esperpéntico PRI en alianza con el partido canalla PVEM?). Pero si estas reflexiones fueran hechas en Nuevo León, quizá valdría la pena votar por el inesperado surgimiento de Jaime Rodríguez, “El Bronco”, candidato independiente a la gubernatura que ha enfrentado a las oligarquías partidistas, gubernamentales y mediáticas concitando un auténtico apoyo popular. En Guadalajara habría que otorgar el voto a Pedro Kumamoto, un joven y refrescante aspirante independiente al congreso local, cuya imaginativa y valiente campaña es una muestra, pequeña pero muestra al fin, de que sí hay otra forma de hacer política, otra narrativa posible incluso en medio de la debacle y el desánimo nacionales. O en el Distrito 5 de Sinaloa elegir a Manuel Clouthier, o en la Ciudad de México a varios candidatos y candidatas de Morena a jefaturas delegacionales y diputaciones locales. Un voto diferenciado, entonces, que se otorgue con el escepticismo crítico de una doble y contradictoria convicción: sí, las cosas no tienen remedio, pero uno debe empeñarse en intentar que cambien. El conde saboyardo Joseph de Maistre escribió en su célebre libro Las noches de San Petersburgo: “¿Qué es una batalla perdida?... Es una batalla que se cree haber perdido”. En el ánimo colectivo parece predominar la convicción de que este país no tiene enmienda y que sus batallas por venir ya están perdidas, así las melifluas encuestas cada tanto reporten que la sociedad mexicana es feliz, o que cree serlo, incluso en medio de sus patentes tribulaciones públicas, de su mal gobierno orgánico, de la impunidad y la corrupción que sistemáticamente padece al modo de una inmodificable geografía nacional. Justo ahora otras formaciones políticas como las españolas Podemos y Ciudadanos muestran que el horror de la época y su crisis civilizacional pueden enfrentarse de algún modo. ¿Es imposible hacerlo en México? ¿Es tan avasallante y monolítica su dictadura perfecta que no ofrece intersticio alguno de acción paralela, diferenciada? Fernando Solana Olivares.

ESPEJO DE AGUA.

Esta tardanza. Nos llevó doce años hacer un espejo de agua. En él veremos reflejarse el tiempo que aún nos falta, los días turbios de la conciencia y las mañanas luminosas de la mente plena, la época nublada de la historia canalla y el brillo de las estrellas indiferentes que miran hacia abajo.El agua del espejo es humilde, franciscana, ocupa silenciosa el espacio que le fue dado. Puede reproducir el círculo de plata de la luna y alterar su superficie según lo interprete el viento con sus pliegues y sus rizos. Nuestro estanque es múltiple: nos refleja a nosotros. Otro azogue. Un mito entendido como ejemplo perfecto de un espejo es contado por Elémire Zolla desde una parábola del Talmud: “Un hombre va por una calle, se encuentra una jauría de perros, le entra miedo, se sienta en medio de ellos”. La dificultad del asunto consiste en reconciliar, tender un puente entre sus posibles lecturas: la pasividad o la diligencia, el encuentro intencionado o la casualidad inevitable. De ahí que el mito siempre sea una relación entre opuestos. Mientras haya mendigos habrá mitos, dijo Walter Benjamin. Los maestros mudos. Fueron seis gatos que tuvo en Roma. Dos eran grandes sabios. Y se lo enseñaron todo a Elémire Zolla: cómo se yace, cómo se avanza, cómo se contempla. Tres operaciones que para un místico resultan naturales pues son sus arquetipos. ¿Qué es el misticismo? El conocimiento de lo eterno, el regreso a la unidad, a lo uno. Se obtiene por mil caminos. No es un atributo antiguo o moderno sino intemporal y supra-religioso. El místico se coloca fuera del mundo de la competencia por el prestigio y el poder. Zolla afirma que adquiere poder sobre el poder. Un sacrificio. Nosotros, en cambio, debimos sacrificar a Raquel, nuestra maestra de paciencia, una gatita atribulada que nunca fue feliz. Aquella tarde le pedí al veterinario que lo hiciera. Primero la durmió con anestesia y luego, utilizando una larga aguja, traspasó su corazón. Algunos colegas así se suicidan, me dijo, mientras un discreto estertor salía de los belfos del animal. No supe si estaba en mi derecho disponer su muerte y segar su vida. Esa imagen icástica, un suave silbo torturado, quedará grabada en mi memoria. Fue su última lección. La naranja de Octavio Paz. La mujer lo miró y de pronto le lanzó una naranja que él cogió al vuelo. Ananda Mai, la directora espiritual de un ashram en una modesta casa a las afueras de Delhi donde un amigo lo había llevado, estaba sentada en el suelo y jugaba con las naranjas de una cesta a su lado. Llevaba un sari de algodón azul, tenía unos cincuenta años, era morena, de ojos líquidos, manos elocuentes y cuerpo pleno, según la describió el poeta. Paz dudaba si debía aceptar o no el premio internacional de poesía que en 1963 le habían otorgado, el primero de lo que sería una larga y opulenta lista hasta culminar en el Nobel de Literatura. “Lo que cuenta no son los premios sino la forma en que se reciben. El desinterés es lo único que vale”, le aconsejó la sabia mujer. Una edulcorada biografía literaria de la recepción. Tender la cama. Se atribuye a Pitágoras, como enseña Zolla, el precepto siguiente: “Al levantarte del lecho, envuelve los cobertores y haz desaparecer de ellos todo rastro tuyo”. El lecho se entiende como el sueño mismo y la noche como un pasado que debe dejarse atrás. El maestro indica que también es una exhortación a eliminar toda complacencia mental. Acaso por ello Simone Weil vendrá a intuir siglos después que la raíz del mal es el ensueño. Al tender la cama uno deshecha esos jirones de la conciencia que comprometen nuestra vinculación directa y somática con el fenómeno de lo real. La forma fiel. La gente culta es aquella, dice Gadamer citando a Sócrates, que no ha olvidado el saber de que hay cosas que no sabe. El espejo de agua sólo refleja y acaso no se esmera por descifrar eso que refleja. Una operación similar se realiza en el juego de la literatura, nuestra ascesis de la interioridad. Toda experiencia del ser es una adquisición de conocimiento, el espejo de agua conoce porque al representarlo fugazmente experimenta al ser. El juego entonces se adueña de los jugadores ---“todo jugar es un ser jugado”--- y el agua mansa domina lo que ve. Doce años nos llevó construir un duplicador del cielo. Ese doble espacio es un sendero hacia el final: seguiremos sabiendo que hay cosas que nunca sabremos. Y sin embargo su forma es fiel. Fernando Solana Olivares.

TOC, TOC: KALI YUGA / y II.

Las visiones terminales de las épocas humanas niegan la interpretación lineal característica de las filosofías progresistas dominantes y en su lugar proponen un perspectiva cíclica o escatológica del tiempo histórico. Hay quienes afirman que el surgimiento de estos enfoques proviene del irracionalismo y que tienden a proliferar en los periodos decadentes de las civilizaciones, en las fases de desintegración transitoria o catastrófica como la actual. Uno de los pensadores afines a estas concepciones ---propias de una “filosofía de la crisis” opuesta a los valores de la modernidad, como la define acertadamente Francisco Miñarro, un especialista en el tema--- es el historiador de origen ruso Nicolás Berdiaev, quien en 1937 publicó el libro Una nueva Edad Media. Reflexiones acerca de los destinos de Rusia y Europa, en el cual postulaba una concepción orgánica del individuo y la sociedad (el hombre pertenece orgánicamente a conjuntos reales organizados jerárquicamente en el cosmos), descartando la división entre el mundo espiritual y el mundo histórico, entre la historia celestial y la historia terrenal, una separación que para él no sería más que otra trágica y falaz ilusión de la conciencia materialista. “Todas las señales atestiguan que hemos salido de una era diurna para entrar en una era nocturna”, escribió Berdiaev, una noche histórica donde se exhibirá el abismo del ser humano moderno atraído por centros ilusorios y formas vacías de contenido, meramente superficiales, degradadas y evanescentes. Tal agotamiento espiritual del día racionalista ---humanismo, racionalismo e individualismo como manifestaciones de un proceso que termina: el fin del Renacimiento--- es necesario para transitar hacia un nuevo periodo universal de la historia. Y en dicho tránsito Berdiaev advierte la multiplicación de fuerzas caóticas que traen consigo la barbarización. Esa barbarización no debe ser interpretada como suele acostumbrarse en términos de la moral recibida o al modo sentimental y nostálgico del mundo que está terminando. Se requiere, señala Berdiaev, un sentido renovado de las viejas nociones categóricas, un nuevo lenguaje, similar en su empeño renovador a aquel que ya en épocas remotas ha surgido para nombrar el tiempo que cambia de modo radical. Los viejos términos como “progreso” o “reacción” (o “derecha” e “izquierda”) deben reemplazarse pues no designan ya la realidad. Así, un nuevo pensamiento que responda ante la disolución de los valores burgueses ---esa conocida ilusión de la “vida ordinaria”--- surgirá no sin antes enfrentar una posibilidad negativa que ya ocurre a nuestro alrededor: el desarrollo de la civilización técnica hasta sus últimas posibilidades y consecuencias, que Berdiaev, junto con autores como Ernst Jünger, definen como magia negra ---que no otra cosa parece ser la avasallante enajenación que producen las pantallas portátiles y la tecnología virtual. La nueva Edad Media es un recogimiento intelectual de carácter doble: por un lado el adormecimiento de las mayorías ---para las cuales en sentido estricto no hay nada más que eso--- y el recogimiento intelectual operado en la oscuridad de la época por ciertos grupos e individuos del que surgirá una renovación de la conciencia humana. ¿Los signos? Desde la supresión del individualismo y el colectivismo extremos hasta la irrupción de morfologías más simples y elementales donde el principio de cooperación y la acción gremial irán aumentando la vigencia de los pequeños formatos humanos. La recuperación del ámbito espiritual y aun de las narrativas devocionales arcaicas como ese islam del siglo VII que hoy pretende dominar violentamente el mundo y someterlo. La multidimensionalidad, el multiverso. Berdiaev advierte sobre la necesidad de armarnos espiritualmente ante el presentimiento de la noche histórica: “la libertad del hombre no es tan sólo una reivindicación, sino una obligación que implica menos lo que exige él mismo que lo que se exige de él”. Es la entropía social de la “cultura domesticada” que debe superarse en nuestra época terminal: todo fin de un mundo, diría Guénon, otro pensador a contracorriente, es el fin de una ilusión. El narcoterror y la violencia están entre nosotros, los criminales y los políticos que administran la pesadilla son parte del problema. No pueden obviarse, pero sólo son comparsas idiotas de un drama histórico que va mucho más allá. Algo estremece la puerta. Puede derribarla: ya está aquí. Fernando Solana Olivares.

TOC, TOC: KALI YUGA / I

El movimiento de la comprensión, dice el hermeneuta Gadamer, va continuamente de la totalidad a la parte para regresar a la totalidad. La tarea de la comprensión consiste en armonizar los fragmentos con la totalidad, una acción de circularidad cuyo fracaso significa el fracaso de la comprensión. Cuando se piensa en el hostil tiempo presente suelen perderse de vista las causas, las totalidades del mismo, ante la conspicua condición de sus atroces consecuencias, de los cada vez más a menudo insoportables fragmentos de lo que ocurre. Por ejemplo, el violento e insurreccional ataque narco del 2 de mayo en Jalisco, un estado criminalizado por las mafias delictivas y las autoridades estatales y municipales, las cuales por omisión inepta o por comisión activa resultan completamente responsables de la situación prevaleciente. Y ésta es, quizá, una de las peores circunstancias posibles: la inermidad ciudadana, la indefensión de la gente agredida por los delincuentes en su semiótica del terror, desamparada por policías, ministerios públicos, jueces y funcionarios públicos que voltean la vista ante los delitos que debieran perseguir o que impúdicamente se ostentan como cómplices de los facinerosos dado que ellos delinquen también. Se lo dice el taxista a la señora que lleva a bordo: en esta colonia habitan los maleantes. ¿Y por qué no los denuncia? pregunta ella. Porque a sus fiestas asisten los policías, explica el chofer. Durante la comida un empresario cuenta que detrás de su negocio hay algunas bodegas donde frecuentemente llegan individuos armados para descargar mercancía. De tanto en tanto incursiona por ahí el ejército pero siempre cuando las bodegas están solas: nunca detienen a nadie. ¿Y tú qué haces? inquiere algún amigo. Convivo con ellos rogándole a Dios que no reparen en mí, contesta él. La extorsión telefónica a la directora de la secundaria del pueblo la atemorizó por la precisa información que sobre su vida, sus costumbres y las de su familia ostentó quien la llamaba. Pagó la cobarde gabela exigida, que trastornó a toda la comunidad porque amenazaba atentar contra la vida de los alumnos, y pronto supo que provino de un pariente de la familia que dinásticamente ha monopolizado la presidencia municipal. Un increíble candidato por tercera ocasión al puesto en el cual ya fue señalado por vender la plaza a un cártel de la droga se muestra indiferente ante la indagación de su entrevistadora: no niega la imputación, nada más dice que nunca se ha comprobado. ¿Su eslogan de campaña? Tú me conoces. Y podría ganar otra vez. El método que busca las pautas circulares de las partes y la totalidad en el proceso de comprensión e interpretación sugiere llevar a cabo una operación cognitiva para obtener lo que se define como conocimiento fundado: “sólo relaciona”. El jueves 30 de abril el presidente Peña Nieto volvió a exhibir su lastimosa y ofensiva ignorancia durante la inauguración de la carretera León-Lagos de Moreno, al referirse a esos dos municipios como estados y enredarse en un trabalenguas de pena ajena plagado de dislates. Y el lenguaje es la casa del Ser. ¿Tal incompetencia cultural, tal menosprecio por el rigor expresivo y la exactitud verbal ---que pareciera no importar gran cosa ni al presidente ni a sus asesores, ya que ha sido una característica sistemática de su retórica discursiva--- está relacionada con la incompetente gobernanza que dos días después sufriría el ataque más devastador y espectacular en los últimos tiempos de un cártel del narcotráfico a las fuerzas policiacas? ¿Con la criminalización del estado nacional y la degradación creciente de sus oligarquías? ¿Con la corrupción inatacable y la impunidad orgánica que la fomenta y la protege, así se promulguen leyes que prometen ahora sí erradicar, o cuando menos castigar, tales patologías sociales? En su expresión inmediata, la realidad se degrada por causas que parecieran deberse sobre todo a la triste historia nacional: el idiosincrático karma mexicano. En otro nivel, el tiempo de un capitalismo financiero especulativo e inhumano, adorador del dinero como única deidad existente, acaso explica la irrupción de un período que va volviéndose opresivo. Pero desde otra escala, desde aquella perspectiva de la filosofía perenne que habla de cuatro edades en el tiempo, las razones de este crepúsculo histórico se encuentran en su misma condición terminal: la “Edad tristemente triste” que anticipó la tradición. Fernando Solana Olivares.