Saturday, November 24, 2012

MICROTORMENTAS.

Me siento como un chivo en una cristalería. Acabo de ocupar un puesto y ya estoy pensando en renunciar: sin querer ---o quizá a propósito, cosa que puede ser peor--- he generado turbulencias que van creciendo. Platico con el cura sobre el bello museo de arte sacro del pueblo, le garantizo mi interés y apoyo, y a continuación difunde la especie de que quiero quitarle el sitio. Acudo a la inmóvil desde hace más de una década Casa de la Cultura y un regidor me espeta, con dificultades articulatorias, que la única cultura que existe es la que digan los habitantes de ahí mero, no los fuereños como Mozart o Mondrian o como quien sea o como yo. Converso amablemente con un pintor para que acepte borrar su deforme fresco en el palacio municipal, trago amargo pero tan visualmente obvio como lo que en el triste muro se mira, quedamos los dos en pensar la idea de un comité estético que juzgue, y por la madrugada pide solidaridad masiva en facebook contra mi atrevimiento. Se la compra un articulista local que hace tres semanas me elogió ampliamente y hoy me difama. Me enfurezco de enfurecerme cuando un buen amigo me habla para leerme el largo y mal escrito vituperio. No aprendo: mientras más viejo más pendejo. Me siento a la máquina y hago un texto encabronado contra las infamias del infame. Mi mujer, mi dulce morada, me convence de atemperarlo. De todos modos el texto que queda es seco, duro, muy áspero. Cuando uno está en una cristalería puede requerir ayuda. Llega por varias vías: dos queridas amigas me hablan para reiterarme su solidaridad incondicional, su afecto y respeto. Bálsamos de la gente buena. Otro amigo leal providencialmente me aconseja lo que decido hacer después de escucharlo: no contestarle, una táctica que escasamente he empleado en mi vida, pero sucede que ya estoy cansado de ir a todas sin dejar pasar ninguna. El infamador no existe, como el loco acosador cibernético, la mujer que vomita al oír mi nombre, los parroquianos desamodorrados por una narrativa cultural exógena, el cura tergiversador o el desventurado e inquietante grupo de hombres que desde hace unas semanas ocupa sin ocupar un terreno aledaño a la abadía. Es decir, son pero no son. Solamente así Merlín pudo vencer a Fata Morgana, dándole la espalda. Daré la espalda a esa gente por una razón primaria: no me interesa. Súbitamente siento en mí aquella poderosa distancia frente a la opinión ajena del César en Los idus de marzo de Wilder, el sabio descanso interior de no contestar. Poder sobre el poder, poder sobre uno mismo: ignorarlos. Así la voluntad se purifica y el ánimo vuelve a restablecerse. Si Heidegger nunca contestó a sus pequeños críticos, mucho menos yo lo haré con los míos. Y podré proceder como Schopenhauer cuando llegaba a su corazón el desaliento por las miserias de lo humano: recordar los actos propios, los libros escritos, la vida buena. Montherlant lo sabía: vayamos tranquilos y seguros de lo que es y de lo que somos, nadie es juez de mi honor, no se me deshonra así nomás, como dejó por escrito. Es una cuestión de colocación: adentro o afuera. Si uno está afuera vive a la intemperie, si uno tiene interioridad se protege, es dueño de un ánimo que no depende de lo que digan o hagan los demás. Por tantos años he vivido afuera de mí mismo que ahora me urge entrar otra vez y ya no salir. Beneficios de la edad que avanza cuando uno regresa a su interior y entiende al Buda: “320. De la misma manera que un elefante en el campo de batalla soporta la flecha que se le lanza desde un arco, así uno debe soportar las abusivas palabras que se le dirijan. Verdaderamente, la mayoría de los hombres poseen una naturaleza enferma”. O ceder y permanecer intacto, según manda la sentencia taoísta. Me interesa más observar a los patos del norte que han llegado al espejo de agua de la pequeña presa en la cañada, un espectáculo de litúrgica bendición y alta belleza, que poner en su sitio moral al gacetillero. Los Homais, esos filisteos que antes rodeaban a la infeliz Emma Bovary y hoy a mí, seguirán quebrando cristales alrededor, dipsómanos de los otros, mientras todo lo sólido se desvanece en el aire como una evaporación súbita que no pueden nombrar. Me interesa más explorar esa sensación de poder y alegría proveniente de un funcionamiento carente de conflictos interiores, aquel estado donde las funciones del yo están exentas de angustia, descrito por Federn y citado por Zolla, el inagotable. De tal modo el arte de la guerra se basa en el silencio: no contestar. Histerias provincianas que se ahogan en un vaso de agua: microtormentas. Fernando Solana Olivares.

Friday, November 16, 2012

PROCEDIMIENTOS TÁCTICOS.

Hoy, cuando todos están informados pero nadie tiene la menor idea, como observa Volkmar Sigusch. Hoy, cuando las viejas elaboraciones se han desgastado hasta quedar en jirones aunque sigan siendo el lugar común frecuentado por todos. Hoy, mientras las narrativas predominantes todavía son materialistas y separativas (yo estoy aquí, eso está allá). Hoy, mientras el país se degrada y perturba entre infestaciones mafiosas de un Estado criminalizado cuanto fallido cuya área de influencia va reduciéndose. Hoy (que viene de ayer, martes 13, durante un eclipse parcial de sol y la muerte de un buen hombre, don Carlos Helguera) salta la liebre en una frase de un autor que desde hace tiempo vengo leyendo, Elémire Zolla, sabio turinés nacido en 1926, de sensibilidad y cultura exquisitas. Sonará oscuro: un hombre dueño de aquella intuición intelectual que para simplificar puede decirse: saber los muchos mundos que están en éste. Caminando una tarde de 1999 por Montepulciano con Valentí Gómez, estudioso de su obra, éste le preguntó a Zolla cómo se obtiene el conocimiento de lo eterno, el regreso a la unidad, cómo se consigue el encuentro con lo uno al que lleva el misticismo, tema extensamente estudiado por el sabio italiano desde la antigüedad hasta nuestros días. La respuesta fue: ---Hay mil caminos. Unos pueden ser opuestos a otros. También podría responder que se logra a través de la violación, de manera sistemática, de todas las leyes como el tantra. La definición más precisa, sin embargo, son muy pocos quienes la recuerdan: es la del quietismo, la de Miguel de Molinos, por ejemplo. Palabras contraculturales: la tradición del quietismo, de la contemplación, del no-hacer. El mundo se vuelca en la acción, en la pereza activa, en el movimiento, así sea vicario a través de la sociedad del espectáculo, y la cultura del ruido desconoce la vital necesidad humana del silencio y la quietud. No-hacer no significa parálisis existencial sino simplemente hacer lo que se hace sin esperar el resultado de lo hecho. Representa una transformación radical de la conciencia pues la persona actuante siempre está a la expectativa de un resultado en lo que hace. Aquí se habla de actos gratuitos. La última pregunta de aquella conversación entre Zolla y Gómez versó acerca de si el autor había tenido maestros que a pesar de no haber escrito nada lo hubieran impresionado. Antes de decir Ora basta, la familiar expresión italiana para finalizar un intercambio, Zolla contestó: ---Sí. Han sido seis gatos que yo tenía en Roma. Dos, como mínimo, eran grandes sabios. Me lo han enseñado todo: cómo se yace, cómo se avanza, cómo se contempla. Todos estos sintagmas son términos que para un místico constituyen su bagaje natural, en la medida en que son sus arquetipos. Cómo yacer, avanzar, contemplar. Enseñanza de los gatos. De cualquiera se aprende entonces. Yacer significa mantener una inmovilidad física y mental duradera para aquietar el flujo de pensamientos, percepciones, sensaciones, y a la vez relajar el cuerpo controladamente. Avanzar es penetrar en dicho estado mental de auto-observación. Contemplar es mantenerse ahí por el mayor tiempo posible. Al lograrlo suceden poderosas impresiones de silencio y tranquilidad, se ocupan estados de conciencia donde el diálogo interior cesa y el pensamiento deja de pensar. Ese ejercicio (ascesis) repetido diariamente es el comienzo del camino, la llave y la cerradura. Los místicos lo realizan con técnicas diversas. “Hoy la tradición no se ha perdido; continúa en los lugares más impensables por parte de la gente educada para recibirlo”, afirma Zolla. Todo lo anterior es un mero contexto para transcribir la epifanía provista por su lectura: “Mientras que el sistema de las normas religiosas hace recorrer un itinerario circular, en la circunferencia, el esoterismo hace bajar directamente al centro, nos lleva al corazón. Cuando se acerca al corazón, se desprende de nosotros la individualidad, se adquiere sencillez o sea el estadio de la infancia, la pobreza o mínimo de multiplicidad, que produce la extinción del yo” (La nube del telar, Paidós). Analogía: uno se desprende y gana, uno acumula y pierde. El máximo de multiplicidad es el engaño. Hay que entender el significado interior y exterior del mínimo de multiplicidad. La inteligencia es la facultad que se abstiene. Ya escribía Michelet que quien comprende la pobreza lo comprende todo. O los mixes: la reducción drástica de la necesidad. Un puente sobre aguas turbulentas, diría la sublime Aretha al cantar. Fernando Solana Olivares.

Friday, November 09, 2012

PEQUEÑAS COSAS.

1. Deben ser los tiempos. Debe ser la vida. Papini, el gran escritor italiano, escribió siendo ya viejo que él, cuando sus contemporáneos estaban terminando, otra vez debía volver a comenzar. Nada es estable, del riesgo hemos pasado a la incertidumbre. Se siente que algo viene, pero no se sabe qué es. 2. En mi blog, un sujeto anónimo que me acosa gratuitamente con furia desmedida ha venido dejando un mensaje lapidario que cada vez que es borrado él vuelve obsesivamente a subir. Acabará quedándose ahí, cual irritante síquico inocuo aun siendo rabioso, malos deseos que se convierten en lo contrario, pues un día nos cansaremos del proceso. Un sujeto digno de compasión que vomita para ser escuchado. Es extraño pensar que acaso fue mi alumno, un enfermo alumno. 3. Oscuridad del momento proporcional a su iluminación profana. Las cosas lucen desanudadas, cada vez más abatidas, pero la física cuántica confirma la existencia de una noción metafísica: el vacío creador, el orden implicado, del cual surgen las formas de lo existente, el orden explicado. De golpe se resuelve la separación de la modernidad: lo visto y lo no visto es coexistente y simultáneo. Ciencia y religión vuelven a dialogar. 4. ¿Habrá tiempo histórico para que ese conocimiento de integración se vuelva cultura civilizatoria? Quién sabe, pues circulan fuerzas colectivas de gran destrucción. Si lo que ahora ocurre no es una criba, una gran tribulación humana que purgará al género, si resulta en cambio el establecimiento de un nuevo orden planetario posindustrial dominado por una reducida élite, con gobierno, ejército, moneda, deidad y religión únicos, los mundos distópicos de Huxley y Orwell sumados, habrá ocurrido la etapa donde el Adversario dominará. La tradición judeocristiana asegura que solamente reinará un tiempo y luego advendrá el Mesías, el finalizador de la Historia. 5. Que se jodan, mandó decir con refinamiento Bryce Echenique. Verdad líquida. Somos de derecha envidiosa quienes criticamos su indefendible pero recibido premio en propia mano y a escondidas. El perdedor fue él, así los días contemporáneos sean tan desmemoriados como suelen serlo. Hay otra ética del acto creativo de escribir. Es más platónica que metálica y tiene que ver no con el escritor sino con la escritura. Ella es la única que de verdad premia o castiga. Pobre Bryce, otro exitoso jodido. 6. Dos estados norteamericanos, Colorado y Washington, legalizan la mariguana con fines recreativos. Cuando menos en ellos queda abrogada la prohibición de una droga ancestral que ha estado entre los humanos en diversas culturas y regiones desde tiempos inmemoriales. Una sustancia “profundamente desleal con los valores egodominantes” (McKenna), para la cual hay centenas de voces lingüísticas, prohibida unilateral y anticientíficamente por intereses económicos y de control de la ingeniería social anglosajona. Un pequeño cambio legislativo que ojalá provoque un legalizador torbellino. 7. Una profecía que puede acabar siendo autocumplida está desarrollándose con creciente velocidad. Su advertencia es el inminente fin del mundo. De ser cierta todo está resuelto, pues llegará la fecha y lo real se desvanecerá en el aire mediante un golpe brutal de energía cósmica. De ser falsa habrá que pensar las cosas de nuevo. Cambiar personalmente, hacer ajustes, lograr metamorfosis. Pero este no desenlace decepcionará a tantos creyentes del final, a aquellos posmodernos a quienes consuela la tajante idea de terminar. 8. “No es el rumor del mundo más que un soplo / de viento, que ya viene de acá o ya de allá viene / y cambia nombre por cambiar de lado”, dice Dante en Purgatorio XI. Todo importa, nada importa. Pero las pruebas de la vida deben tener alguna finalidad. O cuando menos, uno ha de imaginarla. Como si la vida fuera un sitio fantástico, por ejemplo al escribir: el lugar donde siempre llueve. La afirmación vuelve extraordinaria esa realidad. Las pruebas, según ciertas doctrinas, colocan al probado ante la luz. 9. El pintor abstracto Piet Mondrian murió en Nueva York una madrugada de 1944. Dos años antes, al cumplir los setenta, había apenas alcanzado el reconocimiento pleno. Falleció estando a solas para no dar molestias a nadie, consecuente con el rigor ascético que imprimió en su pintura, combinación de los tres colores primarios sobre una trama ortogonal de líneas negras. Como mi sabia mujer afirma, todo radica en mantener la dignidad hasta el último instante. Y no dar molestias en lo posible. Es el arte del final. Fernando Solana Olivares.

Friday, November 02, 2012

ATRACTOR EXTRAÑO.

La nueva mentalidad científica que aún no se conoce masivamente, según afirman autores como Albert Nolan, es la forma próxima de pensar que cambiará la conciencia humana como ningún otro paradigma lo ha hecho antes. Aunque fuera un mero cambio de la conciencia humana ya sería suficiente para abrigar esperanzas. Así se asume que el Ulises de Joyce, que mantendrá a los críticos ocupados durante trescientos años, anticipa la mentalidad lingüística que entonces prevalecerá. Quizá lo mismo en clave literaria hace Alicia de Lewis Carroll con su poderosa fantasía: a) anticipar que materia y energía son dos formas de la misma cosa: materia liberada o materia por liberarse; b) que en la base de las partículas se hallan pequeños quarks (término tomado de Joyce) infinitesimales, los cuales antes de ser partículas, ondas, o cualquier objeto reconocible, son modelos y relaciones sobre los que existe una pregunta sin respuesta: “¿cómo puede haber modelos y relaciones sin nada que sea modelado o relacionado?” (A. Nolan); c) que las partículas saltan de una órbita a otra sin pasar a través del espacio entre ambas órbitas; d) que las partículas elementales “emergen del vacío mismo: éste es el sencillo e impresionante descubrimiento, en la base del universo hierve la creatividad” (B. Swimme). Alicia obedece en su mundo paralelo al fenómeno de orden implicado y orden explicado, propio de la cosmología contemporánea --- y por lo demás, todo obedece a tal fenómeno. El primero, según lo explica el físico David Bohm, es el vacío creador, la totalidad intacta del universo que es invisible ante nuestros sentidos. El segundo es la multiplicidad y diversidad de cosas y acontecimientos que provienen del orden implicado y se presentan ante nosotros como prueba empírica. La afirmación del biólogo Haldane del universo como algo más extraño de lo que pensamos y más extraño de lo que podemos pensar, sitúa la cuestión: la realidad manifiesta es un misterio que escapa del escrutinio de la razón cartesiana y dualista que hasta ahora empleamos. Tendría que desarrollarse una supra-razón. Una docta ignorancia: saber que no podemos saber y sin embargo intuir, vincular, imaginar. Una inteligencia de doble vía no separativa: sólo relacionar. Escribe Fritjof Capra que “la actividad de organización de los sistemas vivos, en cualquier actividad, es una actividad mental”. Todos los seres vivos tienen mente de una clase o de otra. Y la noción mente no significa, para el nuevo modelo conceptual, una cosa u objeto sino una clase de proceso. Aunque suene a magia irracional, el cambio de la conciencia humana consiste en asumir la condición interconectada e interdependiente del universo, no visto éste como una colección de objetos sino como un sistema de sistemas dentro de sistemas. Cada cosa, persona o ser vivo es un todo que a la vez es parte de un todo mayor que se integra a otro todo y así indefinidamente hasta un punto, si lo hay, no pensable. “Empleo la expresión ‘abismo que lo nutre todo’ para señalar este misterio que está en la base del ser”, ha dicho el científico Swimme, pareciendo un místico humilde y maravillado ante la inagotable complejidad de lo real en su forma básica: el orden implicado. Un nuevo relato de la creación, una gran narrativa cosmológica está ya entre nosotros. Es cierto que el orden explicado de estos días oscuros se ha vuelto en mucho brutalmente caótico, un ejemplo avanzado de la teoría del caos, la cual establece que sistemas de varias clases existen al borde del caos pero que de pronto, inesperadamente, surge un “atractor extraño” que lo reordena y produce un orden nuevo. Saber que el universo está interconectado como una red donde el empalme con cualquiera de sus segmentos afecta la totalidad (un círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna, dícese de Dios), puede ser ese atractor extraño cuyo desarrollo cultural y sociológico ha de darse aceleradamente para salir de esta época perturbada lo más pronto que sea posible. Joyce, burlón e impertinente, escribió acerca de “la divina improvidencia”. Lo cierto es que vuelven a tocarse dos líneas paralelas antes drásticamente separadas: metafísica y física, materia y espíritu, cuerpo y mente, cielo y tierra, ondas y partículas. Alguna tesis postula que tales cambios son morfogenéticos y trastornan lo habitual al máximo. Del riesgo calculable se pasa a la incertidumbre, aquella forma superior de la sabiduría. Disponibilidad de última hora. O exigencias del nuevo paradigma. Fernando Solana Olivares.