Friday, April 26, 2013

LOS HORIZONTES ENOJOSOS.

Un ligero libro, erudito y encantador, El canon intangible de Alberto Vital (Terracota, México, 2008), refiere una anécdota de Alfonso Reyes que proviene de las Memorias de Gabriel Figueroa: Sucede que el hombre de letras visitaba a Graciela Olmos, La Bandida, para jugar dominó en su legendaria casa de mala nota ---“una casa mala (no tan mala)”, diría Figueroa en su recuento---. Ella se sentía orgullosa de recibir a tan reconocido maestro y los dos amenamente conversaban. Un día, cuando el uno y la otra elogiaban sus respectivas virtudes, Reyes aprovechó para salir de una duda: “---Mire, dígame una cosa, Graciela, ¿de dónde sacó usted esa figura poética tan hermosa que puso en el ‘Siete leguas’, donde dice: ‘En la estación de Irapuato / cantaban los horizontes’? “---Ay, don Alfonso. Los Horizontes eran un trío de cancioneros que estaban ahí en la estación.” El mismo Reyes le contaría a Figueroa que al escuchar dicha respuesta se puso de pie, tomó su boina vasca y salió indignado de la casa para no volver nunca más. Es difícil saber por qué reaccionó tan airadamente el maestro: ¿lo perturbó darse cuenta que esa imagen, única gracias a un inesperado plural en medio de algo casi siempre puesto en singular, provenía de una mirada observante (“estaban ahí en la estación”), modo literario que supera el relato y obtiene la fijación del instante?; ¿lo puso fuera de sus casillas que lo poético (“cantaban los horizontes”) llegara a quienes no lo buscan y lo encuentran?; ¿se molestó al constatar de nuevo que lo inesperado frecuentemente es una intervención abusiva del espíritu? Reyes sabía que según Mónimo el Cínico, citado por Marco Aurelio, sólo se puede sacar provecho de lo verdadero y no de lo falso: ¿le pareció falso el hallazgo poético y quien lo había tenido? Acaso existe un orden de arbitrariedad hasta tolerable, pero ver surgir una poética de alta expresión en una casa de putas fue dislocador. El maestro escribiría después que “Todo lo sabemos entre todos”. Tal línea en su obra podría ser una corrección posterior al incidente y se contradice con la verdad. No conocemos lo que ocurrió con La Bandida instantes después de la abrupta salida del escritor. Conjeturamos que se quedó sentada y en silencio. Luego apuró la copa de brandy que estaba a su lado, miró la de Reyes dejada a medias y suspiró. Estos hombres, pudo a continuación decirse: su experiencia femenina. A fin de cuentas, cuando se mira con seriedad, el mundo y la realidad son misteriosos, mucho más de lo que pensamos, mucho más de lo que podemos pensar. No sólo es misterioso por la existencia de un lado paralelo de lo real, un cambio del punto de encaje, una puerta multidimensional ---el velo de Maya hindú a descorrer, la caverna platónica de la cual salir, la cosa en sí kantiana a conocer--- también porque aquí mismo está su manifestación: se percibe donde uno está. Dicha certeza verdadera (si no está aquí entonces es un falso problema) radica en los elementos metafísicos de la cuestión. Mera ley de analogías. La poesía proviene de arriba. Siendo más precisos: adviene de arriba. Es un instrumento de otro estado del ser manifestado en, con el lenguaje: “cantaban los horizontes”. Reyes podría creer que ese estado lo enviaba aquello que llamamos divino. Era un don elevado, una deferencia, una elección que a él se le regateaba. Un rechazo así de un dios puede provocar una aflicción que lleve a retirarse de inmediato. Por eso el maestro se marchó. O acaso pensó que siendo la vida tan breve y dependiendo en nuestros mejores momentos de los humores y hallazgos ajenos, no valía la pena quedarse un instante más. O nada de todo lo anterior es cierto y se marchó descortésmente debido a un impulso neurocerebral incontrolable, una biología que de pronto se activó. Extraer alguna lección sobre todo esto impone un cliché: las cosas suceden. Asumir, además, que Reyes contó el encuentro sin sombra de contrición aligera las hipótesis. Y un factor final debe mencionarse: los dos platicaban elogiándose. Un momento así pudo desencadenar una revelación: no sobre la forma misma sino sobre su estructura. Es decir: el cambio consistía en una letra. Dicha pequeñez mutaba hacia un orden distinto, diríase que superior. Milagro de las mínimas cosas, de lo ínfimo. Lo sintió como un rayo y de golpe se puso de pie. Ya habrá un estudioso que observe el cambio literario en Reyes a partir de esa tarde bandidesca. Su tesis deberá explorar el sentido de los acontecimientos, al mismo tiempo su accidentalidad. Fernando Solana Olivares.

Friday, April 19, 2013

HOY ES LUNES / y II.

La anciana reconocida en Madame Bovary recibe de sus explotadores la medalla al mérito laboral, pero esta viejita alteña no acepta quedarse a recibir la suya justamente por el mismo rubro. Se muestra inquieta primero, luego se incorpora de la fila de asientos de quienes serán premiados y no hay quien pueda impedir que se vaya, pues está diciendo que tiene misa a las ocho y ya lleva veinte minutos de retraso. A continuación todo cobrará sentido. Desde el presídium de premiantes se leerán los méritos de la viejita y el último será haber sido despedida de su trabajo como maestra por cuarenta y cinco años (recuérdese que se está festejando tal cifra por diez) sin indemnización. Dícese que vive de la caridad pública y el público aplaude. Pero la viejita ya no está porque decidió librarse del filisteísmo. Seguirá el notario que recibe su estatuilla por méritos culturales, quien tendrá en vilo a la audiencia ya que puede hablar un par de horas si lo dejan. Una discreta vigilancia a su alrededor lo está marcando y ya desbocado, pleno de sí, dice algo justo: refuta y pone en duda la frase repetida hasta la saciedad ---minutos antes la volvió a citar el joven presidente municipal--- de que la ciudad es la Atenas de Jalisco. Antenas o Apenas. El orador dice que la afirmación es equivocada, que tal lugar común no contiene nada. Concluirá en seguida de la deconstrucción oratoria el verbo transfigurado del poeta Hugo Gutiérrez Vega, recipiendario de la medalla Mariano Azuela. Leerá un discurso impecable, memorioso y bello. Palabras en el orden de la extrema forma. Dirá literatura. El brindis contendrá una sorpresa: un coro de jóvenes voces cantará en medio de los asistentes. Al día siguiente, domingo 31, día del cumpleaños de la ciudad llegan los licenciados, diputados, asesores, el gobernador y otros miembros de la clase política, elegantes personas todos ellos, uniformados de traje negro y corbata roja al inclemente rayo del sol, para sesionar ante el cabildo municipal. Se develará un mural fechado: por la mañana su cortina no corre. Hay que quitarla. Será inauguración. El gobernador es hueco, pero la obra pictórica sobre la ciudad, su historia y la fecha queda colgada en medio de una ceremonia mecánica y vacua. Los políticos ignoran la sustancia del momento, miran las apariencias, pero ella está de todos modos. Días atrás se inauguró una pinacoteca con 39 artistas locales. Quinientas gentes estuvieron en la apertura. Un hombre cantó “Amapola” acompañado al piano. Desigual e interesante narrativa plástica sobre el sitio y las miradas que construye, una semiótica del lugar común rota. Cuadros precarios y malos, junto a seis o siete buenos, dos o tres mucho. De los tres premios de adquisición que serán otorgados, uno lo elegirá el público a través de una cédula puesta en una urna ya casi llena. El pintor fulano no deja de visitar la muestra, mirar su cuadro y votar por él---me cuenta entre risas Ale, la refrescante jovencita a la que encargué la coordinación del tema. Hubo de todo: el líder del grupo de pintores al piso In Situ se largó del hotel sin zapatos y sin avisar a nadie, fue reportado a la policía y hasta varias horas después apareció en su hogar. Volvió para ofrecer arrepentidas disculpas por su evaporación. Los adolescentes de Betulia, comunidad rural lejana, hostigaron procazmente a una clown que actuaba con sus compañeros en la plaza. Sus maestros no intervinieron, estando presentes, dado que no eran horas de clase. A ellos, a Bifunámbulos, los jóvenes priístas les arruinarían el último evento. Al reclamo, la polisémica afirmación: ---como usted quiera se resuelve, maestro--- me dice el encargado de atención a la juventud, flanqueado por dos porros enormes. Cede y permanecerás intacto, aconseja el Tao. Yo cedí. “Los libros curan (explican, sirven para) todo: compra uno”. Con lemas así inscritos en pendones que parecían medievales, colgados en el exconvento, creció cerca de treinta por ciento la venta de libros en la feria. Los manes de cuarenta y cinco generaciones fueron propicios y estuvieron bien dispuestos durante este mes inesperado: la sociedad del lugar se con-movió. Diversos fenómenos concurrieron al hecho, algunos principales: un pequeño formato cercano a la comedia del arte o a la troupé parlanchina de la horda fundacional para operar horizontalmente, muy joven y femenino. Acaso también los años, que han refinado la experiencia. Y sobre todo la fortuna, un repique de campanas habido en Rulfiana. Fernando Solana Olivares.

Friday, April 12, 2013

HOY ES LUNES / I.

Y ya es abril, porque el tiempo líquido avanza con rapidez. A dónde va, nadie puede saberlo. Ese conocimiento está prohibido para los seres humanos. Uno puede confundirse, como sucedió a Macbeth, engañado por la verdad futura que le contaban las brujas, pero el futuro es incógnito. El pasado es conocido, sin embargo, y marzo fue el mes más cruel, más loco, más brillante. Todo comenzó por un encargo extraño, pendiente karmático, pues de otro modo no podría explicarse lo que uno debe hacer para llevarse el pan a la boca. Diseñar la celebración del cuadragésimo cincuenta aniversario de fundación de la ciudad ajena, un no pequeño detalle. Elaborar un proceso cultural para que el imaginario público se introdujera en el tema, tan lópezvelardiano, de la historia que está detrás de nosotros y vuela mirando hacia atrás. Hubo de todo: en un teatrito centenario, tacita de plata, cinco monólogos disolventes, uno de los cuales, el mero inaugural, sobre una princesa primero y luego un anti-principito desharrapado y de la calle, ángel vitriólico y drogo que muestra la miseria y la corrupción política al muy divertido público, a continuación un poco menos pero igual, pues la obra y la interpretación son buenas, inesperadas, altamente teatrales. Encierran una fuerte crítica. En las largas colas para entrar a los más de cuarenta, cuarenta y cuatro eventos, la gente fue tanta que alguna quedó afuera del pequeño teatro Rosas Moreno, de sólo cuatrocientos diez asientos, y se encabronó, también por la norma educativa impuesta de cerrar las puertas iniciada la función de lo que fuera a presentarse, apagar celulares y no introducir líquidos o comida. A los conciertos públicos, en cambio, pudieron asistir centenares. Hubo la magia musical de Jaramar y la buena vibra agradecida ---“¡viva la cultura incluyente!”, gritaban al iniciar--- de LadyMan, la banda rockera laguense, además de música culta, música sinfónica, danza contemporánea, bailes folclóricos y la cereza de un pastel provinciano y poderoso, el coro monumental mixto de cuatro primarias dirigido por tres hermosas maestras de veinte años y un joven músico tan energético como ellas. Arriba, en las escalinatas de la parroquia donde los niños cantan delante del pueblo mientras ellas y él los dirigen, un mariachi toma la tarde del día final luego de veinte jornadas intensísimas que ese coro clausura, históricamente coherente pues concentra toda la centenaria iconografía de la mentalidad común, esta vez derivada hacia la febril, alegre y sorpresiva celebración: fluido ininterrumpido en constante movimiento ¿Cómo se hizo? Con lo necesario: programación, logística, información horizontal, al modo en que opera una productora teatral. Con gente joven y otra muy joven: dos asistentes universitarias de veinte años y tres ayudantes generales de dieciocho, una graduada en filosofía de veintitantos, una chica directiva del ayuntamiento de treinta, una administradora de treinta y tres, un multifuncional diseñador gráfico que generó carteles y tarjetas en varios cientos para cada ocasión ---intervención semiótica de la imagen pública--- de veintitantos, un caído del cielo productor de escasos treinta. Equipo funcional y predominantemente femenino: para que todo trabaje bien sólo así puede ser. Mandar a muchos es como mandar a pocos, enseña el manual chino de estrategia, cuestión de organización. Hubo de todo: a Dante Velázquez y Berónica, su esposa, y a la pequeña hija de ambos los amagaron con armas de fuego al regresar a su casa en Guadalajara, después del encuentro de poetas Francisco González León que concentró a treinta y tantos escritores de Jalisco, más una suma casi triple de personas que subieron al quiosco del Jardín Central un domingo por la mañana a leer poesía suya o de alguien más. (Una revelación: Diana Narváez, ácida poeta de diecisiete años haciendo polvo con sus líneas directas y novísimas el costumbrismo lírico local o la subjetividad chauvinista: odio los domingos, odio la misa, etcétera.) Acaso esa fuerza de la palabra poética protegió a la pareja durante el atropello. El estreno mundial de una película delirante filmada en la ciudad fascinó a los asistentes y al día siguiente volvió a hacerlo exhibida en pantalla monumental al aire libre. La ciudad representada en la representación: oh sorpresa. Hubo de todo. Un llamativo acto de contra-filisteísmo, por ejemplo, como si un personaje de Flaubert de pronto saliera de la novela para hacer otro papel donde enmienda el que le está escrito. La vieja obrera premiada en la feria agrícola. Fernando Solana Olivares.

Friday, April 05, 2013

ELLA MIRÓ HACIA ADENTRO.

“Mi única fuerza es mi Lenguaje. Y todo mi lenguaje está en el Libro que me fue dado. Soy la que lee, la intérprete. Ese es mi privilegio”. De este modo María Sabina, la chamana ágrafa de la sierra mazateca, definía la extraña naturaleza de su sabiduría: “Yo había alcanzado la perfección. Ya no era una simple aprendiz. Por eso, como un premio, como un nombramiento, se me había otorgado el Libro. Cuando se toman los niños santos, se puede ver a los Seres Principales. De otra manera, no. Y es que los hongos son santos, dan Sabiduría. La Sabiduría es el Lenguaje”. Todos los orígenes de las culturas se funden en ese punto: la palabra. Y tal como la arcaica revelación de la modesta sacerdotisa de Huautla, sabiduría y fuerza que son lenguaje, modelos de pensamiento tan distantes de ella como el cristianismo, el psicoanálisis o la deconstrucción posmoderna han hecho del Verbo la primera condición de lo sagrado, del conocimiento o de la expresión depositada entre libros que prometen revelar los secretos de la trascendencia, de la visión cognitiva determinante, de la transformación iluminativa. La fantasía borgesca del universo contenido en una biblioteca a su proporción y medida no hubiera resultado ajena a la sabia que hablaba por Dios; tampoco El Aleph, cifra y síntesis de todo lo existente, porque los Nixti-santo, los hongos, le habían dado el suyo, un instrumento de cura, de penetración y consuelo. La vida de María Sabina es una metáfora doble: historia de una iniciación mistérica cuyas reglas inmemoriales se pierden en los tiempos donde el tiempo era único y continuo, en una ascesis común a las culturas antiguas desde Laponia hasta los magos de Zoroastro; e historia secular, repetida, del despojo colonialista de las culturas indígenas por el etnocentrismo occidental. Nueva cuanto vieja relación de los vencidos, en ella está contenida la funesta suerte de millones de seres humanos y la irreparable secuela étnica de miseria, degradación y desesperanza, esas putas ---parafraseando a Pound--- que la modernidad capitalista ha llevado a Eleusis. “Y aunque soy la mujer limpia, porque soy la Payasa principal, la maldad ha existido contra mí”, contó alguna vez María Sabina al ser entrevistada. “Viene mucha gente a visitarme. Unos dicen ser licenciados, otros dicen tener puestos importantes en la ciudad; toman mi imagen con sus objetos parándose junto a mí y me dan algunas monedas cuando se van”. Además de su imagen fotográfica, un icono de la contracultura sesentera, la poeta chamánica fue despojada de las magras limosnas con que se le pagó su fama, entre ellas un tocadiscos donde escuchaba la grabación de sus propios cantos ceremoniales, decomisado una tarde por agentes judiciales que la amenazaron con acusarla por tráfico de drogas. Y lo que conservó, algunas láminas de zinc para el techo de su cabaña y un par de colchones regalados por el gobernador oaxaqueño, nunca puso alivio a su miseria ancestral. La metáfora doble contiene, además, la crónica de un misterio develado y la destrucción de un sacramento, la extinción de un orden mental diferente, esos altos precios que suele cobrar el “progreso” de la modernidad. El 29 de junio de 1955 dos extranjeros visitaron a María Sabina. Esa noche la mujer aerolito, la mujer remolino, la mujer de luz, la mujer limpia, la mujer altiva, la nadadora sagrada ofició una velada con hongos para ellos. Desde entonces Robert Gordon Wasson, uno de los dos extraños, micólogo amigo de Robert Graves y estudioso de los testimonios de los frailes españoles del siglo XVI sobre el misterioso teonanácatl indígena, el hongo psicoactivo cuya ingesta se entendía como carne de Dios, haría saber al mundo sobre la recuperación de un mito perdido que al encontrarse paradójicamente volvía a perderse: re-velación. “Desde el momento en que llegaron los extranjeros a buscar a Dios, los niños santos perdieron su pureza. Perdieron su fuerza, los descompusieron. De ahora en adelante ya no servirán. No tiene remedio”. A dicho epitafio sabinesco de una cultura milenaria se sumaría el de Apolonio Terán, otro viejo sabio mazateco: “Lo terrible es que el hongo divino ya no nos pertenece. Su Lenguaje sagrado ha sido profanado. Ha sido descompuesto y es indescifrable para nosotros… ¡Ahora los hongos hablan nguilé (inglés)! La lengua que hablan los extranjeros”. Alguna vez volverá el tiempo sagrado. Nosotros, los de ahora, no lo veremos. Nosotros, entonces, seremos otros y sí lo veremos. Fernando Solana Olivares.

Tuesday, April 02, 2013

LA REALIDAD SILENCIADA.

Como señala Boaventura de Sousa Santos en su análisis sociológico contemporáneo, una abstracta y orwelliana política del pensamiento y del saber impulsada por la ideología dominante ha logrado ocultar amplias zonas de la realidad. Hoy, cuando casi todos estamos informados, paradójicamente casi nadie tiene la menor idea de lo que verdaderamente pasa. No solamente debido a la triple división del mundo descrita sin ambages no hace mucho por Nicholas Murray Butler, integrante de uno de los centros operativos del poder anglosajón globalizado: “un pequeñísimo número de personas que producen los acontecimientos, otro grupo un poco más grande que vigila su ejecución y asiste a su cumplimiento, y, en fin, una vasta mayoría que jamás sabrá lo que en realidad ha acontecido”, sino porque la hegemonía del capitalismo ultraliberal ha destruido la mera posibilidad de pensar, difundir y mucho menos intentar cualquier alternativa social, económica y política a sus tóxicos postulados monoculturales. A partir de una reflexión de naturaleza parecida ---si algo no aparece consignado en los medios masivos de comunicación, acreditado a través de una abundante bibliografía autorizada, o simplemente no forma parte del “saber mayoritario”, entonces no existe, nunca ocurrió---, el economista argentino Walter Graziano narra una perturbadora historia iniciada mientras asistía a la exhibición de “Una mente brillante”, película que cuenta la atribulada vida del matemático John Nash, Premio Nobel de Economía debido a sus descubrimientos acerca de la Teoría de los Juegos. Un detalle del filme llamó la atención de Graziano: el momento en que Nash asevera haber descubierto que Adam Smith, el padre de la economía moderna a través de su libro clásico La riqueza de las naciones, estaba equivocado al afirmar que el máximo nivel de bienestar social se genera cuando cada individuo persigue solamente su bienestar individual, y mediante abstrusos desarrollos matemáticos así lo demuestra a un azorado decano de la Universidad de Princeton, para concluir declarando que entonces más de un siglo y medio de teoría económica errónea se desvanecía. Pero no hubo tal desvanecimiento. Graziano se puso a investigar si dicha afirmación de Nash era otra más de sus extravagancias mentales, abundantemente documentadas en el guion cinematográfico, y concluyó que era absolutamente cierta pero que había sido ignorada por toda la teoría y la práctica económica predominantes hasta entonces. Que no lo supiera la gente común y corriente no le pareció llamativo, pero sí que fuese obviada por una disciplina que pretende basarse en procedimientos científicos, racionales y objetivos. Según Graziano, Nash descubrió que “una sociedad maximiza su nivel de bienestar cuando cada uno de sus individuos acciona en favor de su propio bienestar, pero sin perder de vista también el de los demás integrantes del grupo”. Un comportamiento puramente individualista, como el que se propone y exalta sin descanso en las construcciones publicitarias y conductuales que modelan la mentalidad contemporánea, deriva en una “ley de la selva” en la cual los integrantes del grupo obtienen mucho menos bienestar del que potencialmente podrían alcanzar. Con tales premisas, explica Graziano, Nash profundizó en la Teoría de los Juegos descubierta en la década de los años 30 y ayudó a generar un aparato teórico mucho más capaz para describir la realidad que la teoría económica clásica aceptada como verdad absoluta y obedecida como dogma de fe. Ejemplificada, la diferencia es muy simple: Adam Smith propone un equipo de futbol donde cada uno de los integrantes juega para sí e intenta brillar con luz propia. El razonamiento matemático de Nash, en cambio, demuestra que una oncena en la que sus integrantes apliquen la estrategia lógica de jugar armónicamente entre todos sin duda logrará ganar. De tal manera, un descubrimiento fundamental que habría atemperado el sistema económico e impedido la dictadura de la globalización financiera depredadora, el brutal dolor social de esta edad oscura de la desigualdad extrema, de la rentabilidad cosificante y del cortoplacismo nihilista, no tuvo difusión alguna y fue ignorada por las tecnocracias gubernamentales y por los círculos académicos. “Puede resultar extraño, pero probablemente no lo sea”, concluye Graziano. Y no lo es. Lo extraño, en todo caso, es que la sociedad acepte con tanta facilidad ser engañada. Aunque tampoco: eso es lo posmodernamente usual. Fernando Solana Olivares.